"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

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miércoles, 27 de marzo de 2013

El bálsamo milagroso


Cuando era pequeña y enfermaba con un fuerte catarro mi madre me ponía en el pecho Vick Vaporub, un mágico ungüento que muchos de vosotros recordaréis por su poderosa triple acción y efectos poco menos que milagrosos. Decía el anuncio (si quieres ver el anuncio, pincha aquí https://www.youtube.com/watch?v=xiEkSwwUrxQ ):

“Uno, en el pecho, para respirar mejor…

Dos, para aliviar el dolor muscular…

Tres, en el cuello, para calmar la tos…

La caricia Vaporub. La caricia que alivia.”
 
 
La sensación que producía al contacto con la piel en la que se mezclaba una extraña mezcla de frío y calor devolvía un bienestar reconfortante y, como decía el eslogan, un alivio.  Yo me pregunto si además de las propiedades medicinales del ungüento era el amor y el afecto que me transmitía mi madre con las caricias que acompañaban su aplicación las que conseguían el verdadero efecto balsámico, fruto de una parentalidad bientratante propiciada ya desde los primeros años.

De la importancia de las caricias verbales y físicas han escrito muchos expertos, por ejemplo diciendo “Los niños y las niñas especialmente los bebés, necesitan que sus necesidades sean satisfechas en un contexto amoroso para calmarse de la excitación provocada por sus estados de necesidad y proteger la integridad de su organización cerebral. Acariciarles con la voz y con las manos, así como mecerlos, les produce una estimulación vestibular que a su vez estimula la formación de redes funcionales que se rodean de mielina para perpetuar las nuevas adquisiciones del desarrollo (Rygaard, N.R., 2005).”

O como dice Sue Gerhardt en su libro El amor maternal (Editorial Albesa, 2008 ) “los bebés necesitan que la persona que los cuide se identifique con ellos de manera que sienta como propias las necesidades de ellos; puede decirse que el bebé, es todavía, como una extensión de dicha persona desde el punto de vista fisiológico y psicológico. Si dicha persona se siente mal cuando el bebé se sienta mal, llevará a cabo, de manera inmediata, alguna cosa para aliviar el malestar del mismo, y esta dinámica es el punto esencial de la regulación (…) La primera función reguladora entre madre y bebé tiene lugar a nivel no verbal. La  madre lo lleva a cabo, principalmente, con su rostro, su tono de voz y sus caricias. Cuando el bebé llora desconsoladamente y está sobreexcitado, la madre lo tranquiliza sumergiéndose en el estado de ánimo del bebé con una voz sólida y que contenga alguna de las características de la voz del bebé para identificarse con él y, a continuación, bajando gradualmente la voz, logra que el bebé se vaya calmando poco a poco.”

La satisfacción de las necesidades infantiles, el cariño transmitido por las caricias, las conversaciones amorosas así como la estimulación psicomotora en cantidad y calidad suficiente antes de los tres años son determinantes para el desarrollo sano del cerebro y sus funciones. Esto es básico para asegurar el desarrollo psicomotor cognitivo, afectivo y relacional de los niños.

Posteriormente, cuando el niño comienza a tener otro tipo de interacciones sociales fuera del laboratorio experiencial que le propician los cuidados y atenciones de sus personas significativas, principalmente con la aparición del lenguaje que le va a permitir expresarse y comunicarse con los otros, las caricias y el masaje Vic Vaporub es igualmente necesario o más si cabe y así a lo largo de toda su niñez y adolescencia.. La función de la autorregulación empleando el medio verbal va a ayudarles a superar retos y asumir tareas de mayor complejidad.




Manos, amor,ungüento, disponibilidad, calor,alivio, sensibilidad, bienestar, caricias, calma...¡vaya bálsamo milagroso!

Rebobinamos el anuncio del Vic Vaporub:

Uno, en el pecho, para respirar mejor o lo que es lo mismo, para ayudar al niño a identificar emociones en él mismo a través de la metacomunicación con mensajes del tipo “estás enfadado, quizás podríamos hablar de ello”, “estás triste después de escuchar que no podemos ir ahora al parque”, etc. Con estos mensajes el niño aprende a identificar y posteriormente manejar sus emociones contribuyendo así al desarrollo de la función autorreguladora.

Dos, para aliviar el dolor muscularde los golpes de la vida que el niño lleva en su mochila personal y que tienen que ver con vivencias estresantes; con experiencias traumáticas que bloquean sus recursos personales dando paso a veces a mecanismos de defensa; o simplemente el difícil día a día cargado de frustraciones y limitaciones en lo cotidiano. “Ven aquí encima de mí y cuéntame cómo te sentiste esta mañana cuando tu compañero se burló de ti en el colegio...”, “Entiendo que te preocupes cuando nos oyes discutir a papá y a mí…”, "Comprendo que no te guste tardar más que tus amigos en hacer...

Tres, en el cuello, para calmar la tos...y aprender a comunicarse de manera respetuosa, asertiva y espontánea sin carrasperas que derivan en rabietas incontroladas como la dichosa tos. A decir lo que piensan con un lenguaje rico en palabras que tienen que ver con “me gusta que..”, “me preocupa…”, “soy capaz de …”.

La caricia Vaporub. La caricia que alivia.

Para aquellos niños que no han tenido la posibilidad de crecer y desarrollarse en los primeros años en un contexto bientratante, sensible, con dosis adecuadas de Vick Vaporub afectivo - me refiero a los niños adoptados o acogidos que llegan a otros hogares arrastrando pulmonías de amor y bronquitis de cariño- una nueva vida comienza para ellos en la que se ha contemplar un tratamiento intensivo de bálsamo de parentalidad bientratante.

Si recurrimos a la definición de balsámica encontramos que dice “Que tiene bálsamo o alguna de sus propiedades expectorantes o cicatrizantes. Y esto es muy importante, ya que pueden existir cicatrices que la vida va poniendo en la biografía de estos pequeños pero que con dosis adecuadas y sistemáticas de amor, sensibilidad y comprensión el bálsamo puede tener efectos curativos muy valiosos.

Para ayudar tanto a aquellos que ostentan una parentalidad biológica como para los que disfrutan de una parentalidad social, a continuación dos “prospectos” de cómo utilizar el bálsamo del buen trato recogidos en dos Guías. La primera de ellas, Criterios de calidad estimular de 0 a 3 años. Documentoelaborado por el Seminario de Calidad Estimular de la Comisión Regional deAtención Temprana de la Región de Murcia, recoge orientaciones distribuidas en cuatro bloques: Área motora, Área perceptivo - cognitiva, Área de lenguaje / comunicación, Área de desarrollo personal / social, Área autonomía. Todo ello para niños de 0 a 36 meses.

 

 

La segunda, elaborad por Unicef, abarca edades de 0 a 5 años y ofrece interesantes pautas de una manera amena y de fácil lectura.  Tiene por nombre Guía sobre pautas de crianza para niños y niñas de 0 a 5 años de edad.

 

 

 (En otra entrada dedicaremos más tiempo a los que son más mayorcitos).

 
Que ustedes las unten bien.

 
P. D. 1. Se me olvidó deciros que apego seguro, empatía, habilidades, conocimientos, destrezas y comportamientos sociales adaptados son los efectos secundarios del bálsamo.

P. D. 2. La aplicación sin control del bálsamo, bien por exceso o bien por defecto por partes de padres o cuidadores, puede derivar en efectos secundarios adversos como un estilo de apego inseguro o desorganizado.

domingo, 24 de marzo de 2013

El lenguaje de la resiliencia

No recuerdo cuando fue la primera vez que leí o escuché la palabra resiliencia hace ya bastantes años. Pero de entonces a hoy puedo decir que ha sido un motor de transformación en mi manera de trabajar con familias, un cambio de mirada y de sentir las relaciones con los otros.
 


Hace casi doce años que trabajo en el mismo sitio pero entonces las cosas funcionaban de otra manera. Se trabajaba sobre los factores de riesgo, con indicadores de posible situación de desprotección, con vulnerabilidades. No es que ahora no manejemos los mismos conceptos ni desatendamos aquellos factores de riesgo que inciden sobre los niños, pero interesa mucho más (o al menos de la misma manera) las capacidades que tienen, las relaciones que mantienen con otros niños y con recursos de su entorno, las vinculaciones afectivas que aportan una base de seguridad, el sentido que le dan a su vida.
 Riesgo y Resiliencia. Dos palabras que caminan de la mano y que se complementan y aunque pudieran ser aparentemente antagónicas, en el fondo forman parte del mismo foco, algo así como unos anteojos que posibilitan aumentar aquello sobre lo que se enfoca, unos binoculares por los que se vislumbran tanto los factores de riesgo como los de protección, y que dependiendo de quien los utilice puede apreciar finalmente una imagen más o menos nítida de la persona, observando tanto sus debilidades como sus fortalezas, así como todo lo que le rodea ayudándole o limitándole en su vida. Eso es muy importante cuando trabajamos con niños y familias.
Y he reconocer que me siento orgullosa de haberme dejado embriagar de la esencia del término pese a que ello me lleve a veces a no estar de acuerdo con otros profesionales o con los propios padres cuando intento no sólo fijarme en lo que no hacen o en lo que hacen mal, sino resaltar otras muchas cosas que saben y pueden hacer. A veces parece que hablamos de niños o adolescentes distintos. O que yo soy una ilusa confiada porque ellos me toman el pelo. Pero yo sé que no es así.

Una sonrisa de complicidad, una mirada con ternura, una frase de agradecimiento. Ese es el lenguaje de la resiliencia:
- La aceptación incondicional de su persona aunque su conducta sea inadecuada. No existen los niños “malos”, solo existen niños buenos que presentan comportamientos disruptivos o inadecuados, muchas de las veces fruto de su propia experiencia de maltrato o de la incompetencia parental para ayudar a regular sus emociones y conductas.

- La escucha activa de sus argumentos sobre lo que piensan o hacen. Todo importa en el niño. Da igual que parezca una tontería el motivo por el que pelearon en el patio, o si pensamos que se equivocan cuando verbalizan que no quieren saber nada de su papá porque no le viene a ver todo lo que él o ella quisiera. Sentirse escuchado tiene una función de alivio.

 
- El reconocimiento de su dolor por las situaciones duras que atraviesan, aunque para otros carecen de importancia. El dolor de un niño puede venir de diferentes razones algunas de ellas incomprensibles e incluso inaccesibles a padres y profesionales. Seguramente ellos mismos a veces no saben si quiera porqué se sienten mal.

- El compartir y celebrar sus éxitos cada vez que nos encontramos. Un aprobado después de una mala racha académica, su nueva habilidad para atarse los zapatos, haber resuelto un problema con una amiga. Cada éxito es una gota de lluvia que mantiene viva e incrementa la base de su autoestima.

 - La aportación de orientaciones para que su vida sea al menos un poquito más feliz. Si se dan de forma adecuada los niños aceptan los consejos cuando vienen de personas significativas y no de manera impositiva: “quizás puedas hacer…”, “se me ocurre que en tu situación otro niño haría…”, “prueba a ver si esto funciona y me lo cuentas el próximo día a ver cómo ha ido”, etc.
 Esa es la relación profesional que quiero y me gusta, alejada de prejuicios, críticas destructivas y manifestaciones de superioridad.
Y ese lenguaje dialéctico a partir del cual los profesionales podemos contribuir a la promoción de conductas y actitudes resilientes con protagonistas de excepción y únicos como son cada uno de los niños y adolescentes,  puede quedar reflejado en gran medida en el siguiente vídeo (Be happy):

 

Ser feliz no es fácil. Hacer felices a los otros con palabras de aliento, gestos de aprobación, acompañarles silenciosamente cuando sobran las palabras, o simplemente sonreírles haciéndoles sentirse sentidos, sí lo es. Solo basta conocerles y recocerles como personas capaces de superar los retos de la vida y salir incluso fortalecidos.










sábado, 23 de marzo de 2013

El héroe de goma

 Cuántas veces habremos soñado con ser de goma y poder llegar allá donde nuestras manos no alcanzan o estirarnos para estar en dos sitios a la vez! O simplemente para demostrarnos a nosotros mismos y a los otros que lo que nos ocurre no nos afecta demasiado, que las adversidades rebotan en nosotros devolviendo el impacto como si nada hubiera ocurrido. Algo así como invulnerables a las dificultades.



Esa invulnerabilidad de la que hablaban los primeros investigadores sobre resiliencia pensando que había personas con unas características fuera de lo común que les hacía superar los problemas de una forma sobrehumana. Así le ocurre al protagonista del cuento El héroe de goma (escrito por Begoña Ibarrola y editado por el Imserso en 2008)  Alder, un niño de doce años que quisiera ser un superhéroe para afrontar de manera diferente sus propias limitaciones, para tapar ante los ojos de los demás lo difícil que es para él las tareas cotidianas que para otros son sencillas.


 

¿Cómo puede afrontar un niño la difícil tarea de saberse diferente y aceptarlo?¿Qué puede ofrecerle su entorno para amortiguar los efectos de su frustración, de su impotencia, de la incomprensión de sus iguales? Solo el buen trato y la satisfacción de sus necesidades afectivas va a permitir que pueda tejer lazos sociales que le permitan sentirse seguro y por tanto capaz, pero además que pueda forjarse una imagen de sí mismo positiva.

Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan señalan en su libro Los buenos tratos a la infancia (editorial Gedisa, 2007) que la esfera afectiva del buen trato está constituida por la satisfacción de:

a)      La necesidad de vínculos. Los vínculos profundos que el niño o la niña establecen con sus padres, con otras personas que les cuidan y con otros miembros de su familia originan la experiencia de pertenencia y de familiaridad (…). Una experiencia de vínculo en la tierna infancia asegura el desarrollo de la capacidad de diferenciarse, para convertirse en una persona singular, psicológicamente sana y con vínculos de pertenencia a su familia de origen y a su comunidad. 

b)    La necesidad de aceptación. Se satisface en la medida en que el niño o niña recibe gestos y palabras que le confirman y le acogen (…) Los mensajes de ternura dan al niño un lugar propio donde se siente aceptado y donde podrá comenzar a aceptar a los otros (…).El niño o la niña podrán diferenciarse del otro y ser una persona autónoma en la medida en que posee un lugar donde desarrollarse, y donde los otros significativos le acepten y confíen en sus capacidades.

c)  La necesidad de ser importante para el otro. Una de las necesidades básicas de los niños y las niñas es la de ser importante, al menos para un adulto. En el funcionamiento de una familia, la satisfacción de esta necesidad se inscribe en el proyecto que los progenitores tienen para sus hijos. Esto corresponde al conjunto de representaciones que ellos se hacen del futuro de su(s) hijo(s).

Vinculación, aceptación y reconocimiento son pues importantes resortes para la superación de adversidades y por tanto para promover la resiliencia infantil. Esos héroes de goma como Alder existen en nuestro alrededor. Pequeños grandes héroes que mantienen una apuesta constante con su vida y con su historia, un pulso con el equilibrio personal y social que les hace tambalearse pero al mismo tiempo recomponerse nuevamente. Héroes que tienen nombres propios muy alejados de los fantásticos seres mitológicos y que viven situaciones cercanas a nosotros: negligencia, maltrato, discapacidades físicas o psíquicas, muerte de seres queridos,acoso escolar, etc.

Descubrir sus fortalezas y cualidades no es tan difícil, sólo hay que mirar con las gafas adecuadas, esas que no sólo ven sus debilidades sino que pueden apreciar su luz interior.

 

 


 

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