Todos sabemos la importancia que tienen las experiencias de interacción con los otros en relación a la formación de la autoestima, pero lo que quizás no nos paramos a pensar es que la misma se va forjando desde los primeros momentos, desde el inicio de esas relaciones... y de ahí la importancia del modelo mental de relación que se establezca.
Concretamente, el modelo mental de relación, uno de los componentes del sistema de apego, influye en el modo en un niño se siente con respecto a sus padres o cuidadores, el modo en que espera ser tratado y el modo en que tratará a los demás cuando vaya creciendo pero también cuando sea adulto.
Para hablaros del modelo mental de relación en esta entrada recogeré ideas muy interesantes sobre el modelo mental de relación extraídas del libro Vinculaciones Afectivas de Mª Josefa Lafuente y Mª José Cantero (editorial Pirámide, 2010):
Según se recoge en dicha publicación "el concepto que el niño construye de sí mismo dentro de su modelo mental será siempre complementario al de su figura de apego, de modo que un niño cuyo cuidador se caracteriza por actitudes de rechazo o indiferencia y no le permite poner en práctica las actividades exploratorias tendrá un concepto de sí mismo como ser que no merece ser querido, carente de valía e incompetente.
En cambio, un niño cuya figura de apego es cariñosa, cooperadora y accesible forjará una imagen positiva de sí mismo como un ser valioso, competente y digno de ser querido."
Claro, aquí complementario no significa compensatorio únicamente como pudiéramos pensar en otros contextos lingüísticos, sino que lo que viene a decir es que el mensaje que se transmite al niño en forma verbal, gestual,conductual,etc., actúa como un reflejo en el que el niño se mira, una forma de verse a través del otro. La claridad, nitidez, y transparencia de esa imagen mental va a estar condicionada a la forma en que el cuidador o figura de apego le ofrezca una seguridad de base y un afecto de calidad que le posibilite reconocerse como alguien valioso y suficientemente "guapo/a" para sí mismo y los otros.
En cambio, un niño cuya figura de apego es cariñosa, cooperadora y accesible forjará una imagen positiva de sí mismo como un ser valioso, competente y digno de ser querido."
Claro, aquí complementario no significa compensatorio únicamente como pudiéramos pensar en otros contextos lingüísticos, sino que lo que viene a decir es que el mensaje que se transmite al niño en forma verbal, gestual,conductual,etc., actúa como un reflejo en el que el niño se mira, una forma de verse a través del otro. La claridad, nitidez, y transparencia de esa imagen mental va a estar condicionada a la forma en que el cuidador o figura de apego le ofrezca una seguridad de base y un afecto de calidad que le posibilite reconocerse como alguien valioso y suficientemente "guapo/a" para sí mismo y los otros.
¿Cómo se forma el modelo mental?
Dicen la autoras que "el modelo mental se origina de
las interacciones diádicas interpretadas por el niño. Desde el nacimiento en
adelante el niño interactúa con sus cuidadores y va conociendo aspectos de sí
mismo, de las figuras de apego y de su relación con ellas, al mismo tiempo que
va aprendiendo qué estrategias de conducta son más útiles para lograr ver
satisfechas sus propias necesidades de apego."
En el siguiente video (Still Face, que seguro que muchos de vosotros conocéis) se puede apreciar clarísimamente como la respuesta de la madre va a actuar de reflejo en la conducta del bebé de manera que mientras que la relación entre ambos es afectiva, cariñosa, y agradable, el pequeño muestra una conducta tranquila y segura. Sin embargo, cuando la actitud gestual de la madre es estática, el bebé llega a un estado de angustia e inseguridad que solo recobra cuando la respuesta materna vuelve a ser afectiva. ¿Curioso y digno de reflexión, no?
Según se recoge en el libro "en la cronología de la formación
del modelo cabe destacar las siguientes fechas:
·
Al final del primer año de vida surgen y se
elaboran posteriormente las expectativas sociales fundamentales sobre los
atributos de los cuidadores y otros oponentes diádicos.
·
Un niño de dos años puede explicar y predecir
ciertas situaciones.
·
A partir del tercer año de vida se retienen en
la memoria a largo plazo las representaciones de sucesos que componen los
recuerdos generales y específicos de las experiencias con el apego.
·
En el tercer y cuarto año de vida el niño
empieza a comprender que los demás pueden tener sus propios sentimientos,
planes y metas, los cuales no tienen por qué coincidir con los suyos,
progresando en la comprensión de otras personas y de sus características
psicológicas (pensamientos, motivos e intenciones).
·
A partir del cuarto año de vida aparecen los
recuerdos autobiográficos por medio de los cuales se establece una conexión
conceptual entre sucesos específicos, gracias a su relación con una narrativa
personal, continuada y gracias también a la autocomprensión evolutiva.
·
Desde los cuatro a los cinco años se produce uno
de los cambios más rápidos en el conocimiento de cuestiones relacionadas con el
apego."
Algo muy importante es que "las
interpretaciones que hacen los cuidadores de los sucesos importantes de la
infancia influyen en el significado que el niño le da a sus experiencias. Por
tanto, las figuras de apego influyen en los modelos mentales tanto a través de
la calidad del cuidado que proporcionan, como a través de las interpretaciones
que realizan de los sucesos que ocurren a los niños, en el contexto de
conversaciones mantenidas con ellos."
Cuando alguno de los padres o madres con los que trabajo me cuentan delante de su hijo lo "bicho" que es, lo "desastre" que es, lo "burro" que es desde pequeño...y al preguntarle por algo bueno que tengan sus hijos me responden que no tienen nada bueno...no sé si me entristece más la cara de resignación y aceptación del niño o niña o la falta de sensibilidad de esos padres. El modo en como le contamos que es al niño, la lectura que hagamos de sus conductas,la devolución que le ofrecemos de sus intentos de acercarse a nosotros, son demasiado importantes...
Continúan las autoras diciendo que "del modelo mental depende la
calidad del apego. Una persona que tiene un concepto positivo de su figura de
apego y de sí mismo, unos buenos recuerdos sobre las relaciones pasadas, y
consecuentemente unas buenas expectativas sobre las relaciones futuras,
mostrará un apego de buena calidad, es decir, un apego seguro. En cambio, una
persona que forma un concepto negativo de su figura de apego (rechazadora, poco
accesible, distante, inconsistente) y consecuentemente un concepto negativo de
sí mismo (incompetente, carente de valor), que tiene malos recuerdos de sus
relaciones pasadas y genera malas expectativas respecto a las futuras,
desarrollará un apego de mala calidad, es decir, inseguro."
Siempre nos queda la famosa frase de esperanza de Cyrulnik que creo que enmarcaré en la puerta del despacho para que los niños al entrar reciban al menos un mensaje de aliento: una infancia infeliz no determina una vida (a lo que yo añadiría , "pero hay que ver lo que duele.."). Bueno, y luego están los turores de resiliencia...
Siempre nos queda la famosa frase de esperanza de Cyrulnik que creo que enmarcaré en la puerta del despacho para que los niños al entrar reciban al menos un mensaje de aliento: una infancia infeliz no determina una vida (a lo que yo añadiría , "pero hay que ver lo que duele.."). Bueno, y luego están los turores de resiliencia...
Por otra parte, en relación a los diferentes cuidadores que puede llegar a tener un bebé desde que nace, según las investigaciones realizadas, un niño "puede interactuar con
diferentes cuidadores que actúan con él de forma diferente, y eso puede
conducir a interiorizar modelos internos divergentes, aunque siempre existirá
un modelo predominante. Es decir, cada persona tiene un sistema de apego único,
caracterizado por una forma relativamente estable de relacionarse, actuar,
sentir y procesar, pero adaptado en gran medida a cada una de las relaciones
significativas: un solo sistema y diferentes vínculos."
La semana que viene abordaré las
repercusiones emocionales, conductuales y cognitivas del modelo mental de relación.