"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

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domingo, 30 de marzo de 2014

Un libro sobre resiliencia: Ping, la rana en busca de una nueva charca


 El viaje de la vida es mucho más que simplemente sobrevivir”.
Esta es una de las preciosas frases del libro Ping, una rana en busca de una nueva charca, escrito por Stuart Avery Gold de la editorial Martínez Roca (2006)
¿Qué por qué os hablo de este libro? Hace unos días, en el grupo Resiliencia (grupo de Facebook muy recomendado si aún no lo conoces y administrado por Pilar Surjo de Bunes, excelente persona y mecenas de la Resiliencia) surgió la propuesta de elegir un libro o película, canción, etc. que hubiera sido importante en nuestro encuentro con la resiliencia. Cabe decir que la invitación se encuadraba dentro del RESITEQUE, un neologismo gracioso que nació en una divertida conversación virtual en el grupo, y que viene a ser algo así como un guateque de resiliencia (este es el mejor ejemplo de cómo unas cuantas mentes con sentido del humor y apasionadas por el paradigma de la resiliencia, van elaborando ideas afines y eliminando las barreras geográficas para encontarse). Bueno, para no desviarme del tema, Pilar sugirió a los miembros del grupo que compartieran la siguiente propuesta:

la idea es que propongamos, algo así como un tutor "cultural" de resiliencia. Algo como una canción, un libro, una película, una afición, una obra de arte, que haya provocado en nosotras/os, aunque haya sido de forma efímera, ese encuentro con una/o misma/o y un renacer psicológico ante la adversidad o trauma.  Como dice Vanistendael, cuando se refiere a la capacidad para descubrir un sentido en la vida como una clave para la resiliencia, la belleza, bajo todas sus formas, bajo todos sus gustos como vínculo con la vida puede contribuir al sentido." La naturaleza, la puesta del sol, la música, la poesía, la pintura...El gusto por la belleza no es una cuestión de élites ...y puede ser vital para los más desposeídos".
Preciosas palabras para una preciosa idea que rápidamente tuvo respuesta de algunas personas que siguen el grupo y que por supuesto me invitó a mí misma a pensar cuál era ese libro que yo recomendaría. Y la respuesta me surgió rápidamente: Ping, la rana en busca de una nueva charca. Cuando leí por primera vez este libro me cautivó. Y eso que entonces no era consciente de que la narración del mismo tiene mucho que ver con la resiliencia, esa palabra que más tarde incorporaría no solo a mi vocabulario sino también a mi profesión, vida personal y aficiones.
 
Os animo de verdad a que leáis la historia de Ping, una rana que vivía en una charca que estaba quedándose poco a poco sin agua y que, a diferencia de otros animales conformistas, decidió buscar el modo de cumplir su sueño, de encontrar un lugar donde poder ser más feliz.

A esta rana a la que le gustaba pegar enormes saltos le faltaba el agua que en otro tiempo tuvo en la charca y no se resignaba, sino que deseaba tener lo que ella llamaba una vida de gracia, para lo cual hay que poseer dos cosas: un fuerte deseo de vivir la mejor vida posible, y la voluntad de vivirla así, todos y cada uno de sus días. Ping tenía ya ambas cosas. Lo que no tenía era agua. Y necesitaba agua para saltar. Por lo que decidió emprender el camino. Hacer frente a la adversidad.

Si tomáis la decisión de leer el libro, veréis que en ese camino Ping encontró alguien que resultó ser significativo para él, un búho que representa las cualidades que posee un tutor de resiliencia. ¿Por qué pienso esto de Búho?. Para que lo entendáis compartiré tan sólo algunas de las citas que se recogen en la obra respecto a la relación de Búho con Ping:
-“Como mentor, Buho era consciente de que su trabajo consistía en proporcionarle no sólo lecciones, sino también infundirle ánimo y enseñarle a ser paciente.”
 
- "Búho le explicó que para experimentar lo asombroso hay que aceptar riesgos. Estos transforman la oportunidad en realidad. De todas maneras, tuvo mucho cuidado en hacerle entender la importancia de ser totalmente consciente de las consecuencias de arriesgarse".
-Decía Búho a Pig: “No rechaces la posibilidad y atesórala, has de entender que los errores se pueden superar, pero la falta de acción encarcela el alma. Recuerda que siempre sentirás más aquello que no has hecho que lo que sí. De nuevo te digo que debes hacer para poder ser”.
-“Haz tuya la filosofía de que errar es uno de los más fantásticos maestros de la naturaleza. Del mismo modo que el agua alimenta a todo sin esfuerzo, equivocarse enriquece, imparte verdad, sabiduría, intuición y conocimiento que te ayudarán a crecer. Considera los errores como aprendizaje, ni más ni menos.”
-"Para controlar tu destino, antes debes controlar tus pensamientos. Lo que piensas y cómo lo piensas determinará tu futuro".

No sigo contando más, prefiero que descubráis vosotros/as la historia que aún hoy después de haberla leído varias veces continúa conmoviéndome. Podríamos decir que este libro y sus enseñanzas serían como el germen que un día, hace muchos, muchos años, acabaría relacionándome con esta bonita palabra llamada RESILIENCIA. Una historia en la que se entremezclan adversidad, esperanza, introspección, iniciativa, confianza en el otro, superación...
Y el que sea un búho el tutor de resiliencia del protagonista coincidiendo con el nuevo diseño del blog puede o no ser coincidencia…

P.D. Hay en internet otra traducción en español del libro original que tiene por título "Ping, una rana en busca de una nueva laguna" y en la que no existe una total concordancia en la traducción con el que se comenta en esta entrada, por lo que , aunque el sentido es el mismo, las frases no lo son.

domingo, 23 de marzo de 2014

¡¡¡El blog cumple 1 año!!!

¡Parece que fue ayer y ya ha pasado 1 año! Han sido semanas y meses de entusiasmo, alegría, ganas de compartir y aprender junto a vosotr@s. Y no puedo más que daros las GRACIAS por esas casi 40.000 visitas a las páginas de este blog en un solo año, por sentiros cerca a pesar de los océanos que nos separan a veces, por hacerme presente en vuestras vidas profesionales y/o personales.

Escribir un blog es también una forma de expresar, de comunicar, de sentir y sentirse conectada a otras personas con las que se comparten intereses.
Y además tengo la necesidad de renovar el diseño del blog. Durante este tiempo me ha acompañado una imagen, el cuadro de Gustav Kilmt “Las tres edades de la mujer”, que representaba el amor a un niño, el apego, el buen trato. Ahora visto mi blog de nuevo con otra simbología que siempre me ha llamado la atención: los búhos. Representan la sabiduría, la observación, la paciencia, la intuición, la reflexión y la vigilancia…todas ellas capacidades necesarias en el cuidado y protección a la infancia.

Permitidme que comparta con vosotr@s la reseña de un cuento de Robert Fisher, una fábula que tiene por título “El Búho que no podía ulular”. La historia trata de un pequeño búho que no es capaz de emitir el sonido propio de su especie, sino un sonido que ofende a los búhos ancianos de su aldea. El protagonista, un bebé búho, a pesar de los esfuerzos de sus padres y de su propio empeño, no lograba decir el sonido esperado  de los búhos,  “who” (que en inglés se traduce como “quien”), sino que no dejaba de repetir “why” (traducido del inglés “por qué”).  Y por ello, por esta incapacidad de ser como el resto, es  expulsado del bosque y con tristeza abandona a sus padres, encontrando en su camino a un patito que tiene su mismo problema, ya que en lugar de decir “cuac” sólo sabe decir “cuic”. Inician una interesante aventura en la que comprueban que los hombres no son felices, sino que se empeñan en tener dinero para gastar sin apreciar lo esencial. Entonces, descubren que deben aceptarse como son y valorar su verdadera identidad como búho y pato, que debemos amarnos tal cual somos y aceptarnos para lograr la felicidad.

Al igual que el búho protagonista, reafirmo la importancia de caminar en busca de la propia identidad, de lograr que este blog tenga un espacio definido, dentro de una diversidad de temas que tienen que ver con la infancia. Saber quién o qué se es (Who) en este universo virtual. Pero al mismo tiempo, desde la misma ingenuidad e incluso el desconocimiento de cuestiones, no perder nunca la curiosidad, las ganas de saber más, el deseo de compartir los descubrimientos (Why). Ser uno más (y diferente) entre todos y seguir preguntándome cada día cómo hacer un mundo más feliz para nuestros niños y niñas. Mientras sigamos preguntándonos el por qué de muchas cosas, seguiremos descubriendo el cómo mejorarlas.

Espero poder seguir compartiendo con tod@s vosotr@s muchas más entradas con la misma ilusión y entusiasmo . Por todo lo andado hasta ahora y por lo que nos queda por descubrir, GRACIAS.

 

jueves, 20 de marzo de 2014

La armonía emocional en la infancia como sinónimo de resiliencia


Esta semana continúo compartiendo la lectura del libro Educar las emociones de Amanda Céspedes (Ediciones B.S.A). Esta neuropsiquiatra infantil chilena transmite de forma sencilla muchos aspectos relacionados con el apego y la resiliencia siendo lo más destacado que lo hace sobre la base de las emociones y el papel que estas tienen en la vida desde que nacemos.
Y además, podemos descubrir cosas en su obra que complementan lo que podemos leer en otros autores ya comentados en este y otros blogs y que vienen a corroborar la importancia del entorno y de los adultos con los que el niño o la niña participa en contextos sociales como promotores de resiliencia y buen trato (sin olvidar la cara oculta de los efectos que la negligencia o el maltrato pueden tener a la inversa).

Una frase que me encanta del libro es : “El niño llega al mundo perfectamente programado para la felicidad. Cada uno, incluso quienes por algún azar nace con determinada minusvalía, trae consigo una espléndida dotación biológica diseñada para conquistar dicha felicidad y vivir en armonía. Pero será la impronta ambiental, en especial durante los primeros años, la que en definitiva selle el destino de ese niño, esculpiendo en aquel flamante sistema de la felicidad un guión de fortalezas o de vulnerabilidad para erguirse ante la vida y sus desafíos.” Que maravillosa programación!!! Saber que todos somos potencialmente seres felices o al menos capaces de serlo, abre una visión de optimismo, de esperanza, de posibilidades. TODOS, podemos ser felices, todos podemos ser resilientes. El guión, no es la obra acabada, es el esbozo inicial de lo que podemos ser y conseguir. La “escritura”, el argumento, se construye en esa combinación de elementos personales, relacionales y trascendentales que van dan paso a la construcción de la persona.

Y en todo esto, una palabra clave: EMOCIÓN. Para Amanda “una emoción es un cambio interno pasajero que aparece en respuesta a los estímulos ambientales. Las emociones básicas humanas nos acompañan desde el nacimiento y se organizan en un eje polar: rabia y miedo versus alegría y quietud. Un recién nacido experimenta un miedo extremo al cambiar el cálido y protector útero materno por un ambiente externo plagado de estímulos nuevos y desconocidos para él: ruidos, olores, temperatura, luces. Estos estímulos le perturban y su cerebro transforma esta incomodidad en rabia. Una vez que se atienden sus necesidades, se calma y experimenta la alegría de ser confortado; los cuidados recibidos le permiten dormirse en un placentero estado de calma.”

A partir de estas emociones básicas van apareciendo otras más complejas y sofisticadas, que se construyen dinámicamente durante la vida y sus experiencias: sobre la plataforma de la alegría y de la quietud surge el júbilo, la euforia, el éxtasis, el arrobo, mientras que sobre el miedo y la rabia se construye la vergüenza, el disgusto, la frustración, la ofuscación, el recelo, entre otras. A medida que el niño va creciendo, las emociones se van haciendo conscientes y se integran al guion biográfico de cada individuo, con su particular bagaje de vivencias. De este modo se establecen esquemas emocionales más duraderos que interactúan conscientemente con la personalidad en formación: son los sentimientos…"
Y todo esto tiene que ver con lo que en otra entrada (, yo, nosotros. El modelo mental de relación (I)  pincha encima si quieres leerla) comenté: crecemos acumulando experiencias cargadas de emociones, sensaciones y pensamientos que van registrándose en nuestra mente y una gran parte de ellas tienen que ver con nuestros padres o cuidadores. La forma como fuimos amados, protegidos y sentidos va conformando desde los primeros momentos el estilo de apego. El modelo mental de la relación (o working model) viene a ser el conjunto de representaciones mentales dinámicas interrelacionadas, que presenta una cierta estabilidad y que se resiste al cambio. Dicho modelo mental constituye un ensamblaje de recuerdos, pensamientos, reglas, etc., conscientes.

Parece ser, según confirma la autora del libro que durante los primeros dos meses "el bebé y su madre (o cuidadora) experimentarán un estado de enamoramiento mutuo, una suerte de danza de interacciones cargadas de emoción; se irán conociendo, descodificando mutuamente, aprendiendo sutiles códigos de señales, identificándose olfativa, táctil, auditiva y visualmente. Con cada interacción exitosa entre ambos, la intensa tormenta emocional inicial va cediendo paso gradualmente a una preeminencia de la emocionalidad positiva: el péndulo del temperamento del bebé, que inicialmente oscilaba entre rabia/alegría, miedo/serenidad, se va inclinando hacia la emocionalidad de predominio positivo. Es el nacimiento de la más poderosa fuerza generativa humana: la armonía emocional. Dos meses después de nacer, el bebé ya ha fortalecido suficientemente su capacidad de confiar en ese “otro” que calma sus ansiedades e inclina una y otra vez su péndulo del temperamento hacia la emocionalidad positiva: un estado calmo, de quietud, de serenidad; un predominio de la alegría confiada por encima del miedo al desamparo y de la rabia, y una incansable curiosidad por su entorno.”  Lo cual le va a permitir poder explorar el mundo sintiéndose protegido/a y sobre la base de un apego seguro. Parece casi mágico que en sólo dos meses, y a través de múltiples interacciones con su figura cuidadora, el bebé, ese ser tan vulnerable e indefenso, sea capaz de aprender a confiar en los otros.
 
"El apego es el guión relacional en que se basarán las vinculaciones futuras y sentará  al mismo tiempo los cimientos para construir la confianza básica, un sentimiento profundo de fe en la capacidad de ser amado por otros, que  en el imaginario arquetípico infantil, son buenos y saben amar."
                                 

"La armonía emocional es el resultado visible de un guión vivencial ontogenético, que se construye sobre una plataforma biológica por efectos de la experiencia social."

La plataforma primaria de la armonía emocional, tan importante desde la primera infancia y desarrollada evolutivamente, está constituida por tres potentes sentimientos:      
   "-Alegría existencial: sentimiento de gozo permanente que estimula a su vez la fantasía e imaginación, lo lúdico, el hedonismo, el sentido del humor y las destrezas comunicativas al servicio de la inteligencia interpersonal. Esta alegría existencial mueve a explorar, a pensar divergentemente, a crear, y favorece los procesos de afiliación. Sobre ella se construye el optimismo. Ha sido denominada la “dicha de vivir” y se caracteriza por un sentimiento independiente de gratificaciones específicas como obsequios, viajes, ganancias, adquisiciones, bienes de consumo, entre otros.

  -Motivación: estimula la curiosidad, el asombro ante el misterio y lo novedoso; promueve la apertura a nuevos aprendizajes, la necesidad de explorar, de descubrir, de pensar excitadamente y de abrirse a recursos cognitivos sofisticados. Es la base de las destrezas metacognitivas y es independiente de recompensas específicas como títulos académicos, premios, distinciones, diplomas, ascensos y otros.

  -Serenidad: es un sentimiento de confianza básica que engloba el saberse aceptado incondicionalmente, protegido y amado. Es la base de la entrega afectiva y es independiente de recursos específicos destinados a la protección, como inmunizaciones contra agentes infecciosos, casas o coches con alarmas, vigilancia policial, inmunidad diplomática, linajes sociales, etc."
 
Vemos, según lo anterior, que estos tres sentimientos son independientes de refuerzos materiales o sociales en sí mismos, es decir, se basan más en la relación, en la emoción, en la protección afectiva, promoviendo todo un conjunto actitudes ante la vida y la adversidad que ayudan al niño o niña a desarrollarse de una manera más sana y adaptativa.
 
Para finalizar por hoy, incluir el apartado donde Amanda concluye con esa similitud entre armonía emocional y resiliencia:
"El poder de la armonía emocional está en la fortaleza para enfrentar las adversidades-conocida como resiliencia-; para afrontar creativamente los problemas; para ampliar el dominio cognitivo y la capacidad reflexiva; para adaptarse  condiciones extremas de vida y salir airoso de situaciones límite; para adquirir de forma temprana un corpus de valores y principios éticos rectores; para desarrollar conductas prosociales; para abandonar de manera oportuna el natural egocentrismo infantil y tener en cuenta las perspectivas de los otros, y para acceder a la conciencia de sí y a la conciencia universal o sabiduría.
La armonía emocional se construye día a día, en una tarea cuyas reglas son siempre las mismas, pero que es progresivamente más compleja y sofisticada.  A medida que el niño va creciendo, su armonía emocional va dependiendo en parte de su biología, proclive a la resiliencia o a la vulnerabilidad, y en parte, no menos decisiva, de un número cada vez mayor de actores en cuyas manos está el acompañar a este niño en sus tareas de crecimiento en escenarios cada vez más amplios y multidimensionales."
 
¡Feliz semana!

jueves, 13 de marzo de 2014

¡Que suene la música!...educando emociones

Tal como os decía en la entrada anterior, en esta ocasión quiero compartir una preciosa metáfora que se recoge en el libro de Amanda Céspedes que os recomendaba leer la semana pasada: "Educar las emociones".
 
Hoy en día está de moda hablar de educación emocional. Incluso en ocasiones se plantea la misma como la panacea para lograr que los niños sean exitosos académica y socialmente. Y por supuesto que es importante educar las emociones de las que todo el mundo habla pero en el fondo siguen siendo grandes desconocidas para padres y educadores.
 
Amanda otorga un carácter fundamental a las mismas, pero haciendo una llamada de atención a los adultos, tanto a los profesionales de la educación, quienes niegan muchas veces las emociones en el aula cuando en realidad forman parte del repertorio conductual y de aprendizaje de los niños y niñas, centrándose en lo cognitivo e ignorando el papel de la emocionalidad en la construcción integral de la persona. Y por otra parte a los padres y madres, quienes a veces sobrevaloran la disciplina como único medio de manejar la conducta a través de un control y supresión de las emociones negativas.
 
La metáfora de las emociones para Amanda es la siguiente:
 
"La caja de resonancia es una parte primordial de la gran mayoría de los instrumentos acústicos, principalmente de cuerda y percusión. No solo cumple la función de amplificar el sonido, sino que es un factor decisivo en el timbre del instrumento. Para ello, es importante la calidad de la madera, el número de piezas con las que está hecha y su estructura. En la mayoría de los instrumentos de cuerda, la caja de resonancia está formada por dos tapas y una sección de madera con formas curvadas que las une. En el interior se encuentran el bastidor-estructura de refuerzo de las tapas que sirve para controlar la vibración- y el alma.
En los instrumentos de cuerda, el alma es una pieza de madera en forma de cilindro en el interior del instrumento y cuya función, además de otorgarle resistencia a éste, es mejorar la resonancia transmitiendo las vibraciones del puente al conjunto.
 
En el ser humano, el alma es también el elemento central que permite "resonar" con los matices de la vida al tiempo que asegura la resistencia a sus adversidades. El alma es un finísimo soplo que se nutre o debilita al contacto con la dimensión emocional, la que sería equivalente a la caja de resonancia; todo nuestro ser resuena con la vida, experimentando ante sus desafíos variaciones fisiológicas que denominamos emociones, construyendo a partir de ellas un complejo mundo psíquico que se va a expresar en conductas."
 
O dicho de otro modo, los adultos, es decir, la caja de resonancia de los niños y niñas podemos posibilitar la amplificación de sus emociones (teniendo sensibilidad para detectar cómo se sienten, identificar qué emoción están teniendo, devolverles feedback de lo que les está ocurriendo y porqué, que se sientan sentidos) pero también para modular su conducta (lo que en la metáfora es el timbre),que puede ser desde muy estridente hasta muy controlada y armoniosa, ofreciendo modos alternativos de respuesta.
 
Por aquello del símil de la calidad de la madera, piezas y estructura, si lo aplicamos al contexto familiar donde desde que se nace se van educando las emociones (padres, hermanos mayores y familiares cercanos son los primeros maestros) y siguiendo lo que plantea la autora, se deben cumplir una serie de condiciones indispensables para llevar a cabo de manera exitosa la tarea de educar las emociones:
  • tener un conocimiento intuitivo o informado acerca de la edad infantil y adolescente, particularmente de sus características psicológicas y de sus tareas de cumplimiento (yo diría saber leer e interpretar las partituras)
  • conocer la importancia de los ambientes emocionalmente seguros en el desarrollo de la afectividad infantil (todos sabemos que una melodía solo se escucha bien en un lugar tranquilo, capaz de contener las vibraciones y aislado de ruidos que distorsionen el sonido)
  • presencia de un razonable equilibrio psicológico en cada uno de los miembros de la familia, ausencia de psicopatología (añadiría que para ser músico hace falta un buen conocimiento de uno mismo y de los instrumentos)
  • cohesión familiar (¡cuando suena la orquesta acompasada la melodía se magnifica!)
  • afrontamiento adecuado de conflictos (si una cuerda se rompe o se desafina el instrumento y comienza a sonar mal, hay que tener paciencia y tacto para seguir tocando o reparar el daño)
  • estilos de administración de la autoridad y el poder (el director siempre será el director y nunca el músico principiante)
  • comunicación afectiva y efectiva (pasión, entrega, armonía...que suene la música...)
 
En la siguiente entrada hablaré de las emociones básicas y su importancia.
Feliz semana. 
 
 
 

jueves, 6 de marzo de 2014

Ser resiliente depende en gran medida de los otros significativos

"Ser resiliente depende en gran medida de los otros significativos". Así de claro y contundente dice Amanda Céspedes en su libro Educar las emociones, (editorial Grupo Zeta, 2013).

Descubrí este libro casualmente hace algunas semanas, me llamó la atención la portada, lo ojeé y me pareció una publicación atractiva, pero al explorarlo con más detenimiento en casa aún descubrí algo mejor. De su autora, una psiquiatra infantil y juvenil chilena, dice la contraportada del libro que "plantea la necesidad de cambiar el paradigma del adulto autoritario y dominante de los siglos anteriores por uno empático, comprensivo, intuitivo, que sabe utilizar las herramientas para una comunicación afectiva y efectiva, tan necesaria en el mundo moderno". Sobran comentarios, totalmente de acuerdo.
Todo el libro en sí es interesante y está escrito en un lenguaje claro y muy emotivo (en la siguiente entrada os comentaré una preciosa metáfora sobre las emociones como preciada caja de resonancia), pero hoy os quiero compartir uno de los apartados en el que aborda el tema de la resiliencia infantil.
Señala Amanda que "la fortaleza ante las adversidades es un rasgo de la personalidad humana que se sustenta en una particular conjunción de factores biológicos, psicológicos y sociales ampliamente abiertos a la impronta de la experiencia. En otras palabras, ser resiliente depende en gran medida de los otros significativos.


-En lo biológico, lo esencial es el potente efecto neurotrófico del amor prodigado al niño desde antes de nacer y durante los primeros cinco años de vida. Son factores neurotróficos todos aquellos que fortalecen el cerebro desde sus inicios en el útero materno, produciendo neuronas sanas y fuertes y conexiones interneuronales sólidas y precisas.

Los tres principales factores neurotróficos son:
  • El amor incondicional hacia el niño desde su gestación, lo cual enfatiza el papel crucial del apego y de los primeros vínculos.
  • La protección activa, permanente y comprometida contra los dañinos efectos del estrés, en especial la negligencia afectiva y de cuidados básicos, y el maltrato psicológico y físico.
  •   La estimulación temprana centrada en la calidad de la entrega afectiva y la riqueza, oportunidad y equidad en el traspaso de estímulos y experiencias enriquecedoras.
-   En el aspecto psicológico, la resiliencia de un niño va a depender del adecuado fomento y fortalecimiento de la autoestima; del temprano despertar de una sólida conciencia moral y espiritual y de la fuerza interna que obtiene cuando establece una fuerte vinculación afectiva con el adulto que despierta y nutre, en ese niño, el asombro ante la belleza de la vida y logra grabar con sabiduría en su alma los grandes valores éticos humanos."

En su libro Amanda hace referencia a lo que Boris Cyrulnik llama tutores de resiliencia y que ella denomina "adultos de mirada diáfana", dando un protagonismo especial en ello a los abuelos/as. Con un vocabulario lleno de sensibilidad dice de ellos:
"En cada encuentro con el niño, ese adulto crea escenarios mágicos propicios para la charla, la reflexión, el cambio de mirada, el cuestionamiento crítico y la comprensión empática de las debilidades de otros adultos significativos, cuyas acciones centradas obsesivamente en el disciplinar, controlar y corregir provocan dolor, rabia e impotencia en el niño. La infinita riqueza de estos encuentros entre ese adulto y ese niño va sembrando en este la simiente de la grandeza:
-capacidad reflexiva como senda hacia el autoconocimiento
-sentido de la trascendencia como camino a la sabiduría
-comprensión empática de la tragedia de la vida como vía hacia el amor compasivo".

Finalmente, acabar con la definición que Amanda hace sobre los niños resilientes (en mi opinión algo limitante pues se refiere básicamente a la resiliencia primaria, dejando fuera a un gran número de niños y niñas que no han podido disfrutar del amor y atenciones de sus padres o cuidadores, pero no por ello deja de ser interesante e incluso la definición más bella de resiliencia que he encontrado):
 
“Resiliente es aquel niño nutrido en el amor de sus padres que logra, gracias a ese amor, mantener intacta su armonía emocional en un mundo donde acecha el estrés y que algún día fue invitado por un loco soñador y poeta a imaginar mundos posibles, a creer en la belleza del misterio y a conquistar la verdadera libertad, que consiste en descubrir en su interior ese soplo sutil llamado alma.”

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