"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"
"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

lunes, 23 de marzo de 2015

De repente..¡Dos años!

Así, de repente, casi sin darnos cuenta que el tiempo pasa...¡este blog cumple dos años! Desde que empecé a escribir la primera entrada no ha hecho más que crecer el entusiasmo y necesidad por mi parte de transmitir por este medio, casi de forma paralela a las muestras de afecto, apoyo y estima de las personas que lo seguís. ¡Si en el primer año llegamos a las 40.000 visitas, en sólo dos esa cifra se ha disparado de manera increíble a más de 116.000! Muchas gracias.

Quizás no escriba últimamente con la frecuencia con que me gustaría, ya que los pequeños espacios de dedicación al blog se han visto un poco mermados por otros buenos fines personales y profesionales, pero este medio es para mí como una ventana al mundo desde donde...
- Acompañar y agradecer su confianza a las personas que a través de sus comentarios en los post o escribiéndome relatan su sufrimiento pasado y presente y sus dificultades por no sentirse amado o no poder amar ni sentirse buen padre o madre (espero poder dedicar más entradas a este tema que tanto interés despierta y continuar siendo un punto de encuentro para ayudar a redescubrir, aliviar y reelaborar historias con la firme creencia de que una infancia infeliz no determina una vida, que la esperanza y la fortaleza ganan batallas por grandes que éstas sean). 
- Sentir el calor y el afecto de mis blogs amigos: Buenos tratos, Diseñando Pasados Recordando Futuros, Dando Vueltas sobre Vueltas que son mis "hermanos mayores" (un abrazo fuerte José Luis, Javier, Iñigo y Sagra) y otros muchos más que me consta reservan un lugar para mis entradas en sus propios blogs (que honor y responsabilidad estar con vosotr@s). Y también, aunque no pueda verles, tal como ocurre con las experiencias de apego seguro, sentir el afecto y cariño de Maryorie Dantagnan y Jorge Barudy, mis queridos profesores del Diplomado aún en la distancia.
- Expresar, contar, compartir lecturas e inquietudes, que si son compartidas saben mejor, se disfrutan más...sobre todo en mis grupos de facebook favoritos sobre resiliencia especialmente el administrado por Pilar Surjo pero también el de Addima, Comunidad de Resiliencia Quétaro, CEANIM, etc.
- Explorar y sentirme acogida en "nuevas tierras virtuales" como la web Adopción Punto de Encuentro con su excelente y entrañable administradora Mercedes Moya quien me abrió una puertecita en ella para colaborar y compartir así un interés común por los niños y niñas adoptados/as y/o acogidos/as.

Así es que, si me dejáis, seguiré estando en vuestros ordenadores, tablets, móviles o cualquier otro medio que facilite esta conexión especial, ese haz de luz que ilumina un espacio común. Aspirando a ser por mucho tiempo (quizás de forma pretenciosa) uno de esos rayitos de luz que entra en vuestras vidas, permitidme que os regale un pequeño cuento sobre un búho. Ya sabéis que me gustan y de ahí que sigan simbólicamente representando a este blog. Se titula "El búho y la luna", del escritor Arnold Lobel, editado dentro del libro "Búho en casa" Edición Ekaré:

"Una noche, el Búho bajó a la orilla del mar. Se sentó sobre una gran roca y miró las olas.
Todo estaba oscuro. Entonces, la puntita de la Luna apareció sobre el borde del mar. El Búho contempló la Luna subir cada vez más alto en el cielo.

Pronto la Luna estuvo brillando entera y redonda.
El Búho se sentó en la roca y miró a la Luna durante un largo rato.
—Si yo estoy mirándote a ti, Luna, tú debes estar también mirándome a mí.Tenemos que ser muy buenos amigos.
La Luna no contestó, pero el Búho dijo:
—Volveré a verte otra vez, Luna, pero ahora tengo que irme a casa. El Búho bajó andando por el sendero. Levantó los ojos al cielo.La Luna estaba todavía allí. Venía siguiéndole.
—No, no, Luna —dijo el Búho—. Eres muy amable por iluminarme el camino, pero debes quedarte arriba sobre el mar, donde estás tan hermosa.
El Búho siguió andando un poco más. Volvió a mirar el cielo. Allí estaba la Luna yéndose con él.
—Querida Luna —dijo el Búho—, francamente, no debes venir a mi casa conmigo.No cabrías por la puerta, y no tengo nada que darte para cenar. El Búho continuó caminando. La Luna se deslizaba tras él sobre las copas de los árboles.
—Luna —dijo el Búho—, creo que no me oyes.
El Búho subió a lo alto de una colina. Gritó todo lo fuerte que pudo:
—¡Adiós, Luna!
La Luna se metió detrás de unas nubes. El Búho miró y miró. La Luna había desaparecido.
—Siempre resulta un poco triste decir adiós a un amigo —dijo el Búho.
El Búho llegó a casa. Se puso la pijama y se fue a la cama. La habitación estaba muy oscura. El Búho se sentía todavía triste.
De repente, la habitación del Búho se llenó de luz plateada. El Búho miró por la ventana. La Luna estaba saliendo detrás de las nubes.
—Luna, me has seguido durante todo el camino a casa.¡Qué amiga tan buena y redonda eres! —dijo el Búho.
Luego, el Búho apoyó la cabeza en la almohada y cerró los ojos.La Luna entraba brillando por la ventana. El Búho ya no se sintió triste.


Ójala os pueda seguir acompañando mucho tiempo. Gracias.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Yo no tengo, yo no puedo, yo no soy: el modelo Antigrotberg (la relación de ayuda en contextos de riesgo)

Imagina. Una mesa, unos cafés, unos amigos sentados alrededor conversando plácidamente sobre un tema que les gusta. Podría ser el último best seller, el estreno de una reciente película, el partido de fútbol del sábado…¿fácil imaginar, no?. Pero no, te pediré que imagines más allá: unas mesas, unos portátiles (o tablets), unos amigos sentados frente a los mismos conversando en la distancia plácidamente sobre un tema que les gusta. Eso es lo que tuvimos la ocasión de experimentar mis amigos de los blogs Dando Vueltas y Diseñando Pasados Recordando Futuros, junto con otros amigos más, hace algunas semanas en lo que se llamó “Looking for…la relación de ayuda en contextos de riesgo:¿puede el afecto potenciar el efecto?”, algo así como un Café Gijón virtual para debatir, compartir, aprender y sobre todo disfrutar haciendo lo que nos gusta. No pudo emitirse en directo tal como estaba previsto, pero la tecnología y sus fallos no nos impidieron pasar un buen trato y guardarnos un bonito recuerdo y algunas palabras que intentaré hoy compartir aquí.

Para el que quiera contextualizar un poco más el contenido dejo aquí el enlace del documento preparado expresamente para este encuentro en el que yo fuí quien propuso el tema a mis compañeros, del cual todos participaron pero yo tenía encargada la tarea de abrir y cerrar el debate ese día.


Como mi intención no es transcribir literalmente lo que allí pasó, lo que a continuación viene son ideas, reflexiones y alguna que otra pregunta que lancé entonces y aprovecho para volver a haceros, esta vez a gran escala (espero, ¡si es que los lectores de este post son muchas más de lo que fuimos allí!).

Algunas premisas:

-En contextos de riesgo se da la paradoja de que existen menores "en situación de riesgo" bajo el cuidado de adultos responsables de los mismos que no satisfacen sus necesidades bien por incompetencia parental o bien por incapacidad….y en ambos casos se dan con mucha frecuencia una falta de afecto en la infancia de estos adultos. El cuidador no cuidado.

-A mi modo de ver, aun dándose esto, tenemos una noticia positiva: EL AFECTO SE PUEDE INOCULAR A CUALQUIER EDAD. ES POSIBLE LA REVINCULACIÓN AFECTIVA, a través de relaciones con referentes (profesionales o no) empáticos, respetuosos y afectivos.

-¿Puede el afecto formar parte de la relación de ayuda? Yo creo que sí, pero un sí condicionado. Es decir, no cualquier tipo de afecto. Yo puedo estimar al niño o la niña con los que trabajo, al igual que a sus padres, pero no del mismo modo en como lo hago con mis propias hijas. Quizás sea necesario concretar más..¿Qué entendemos por afecto?

-El afecto no son solo besos y abrazos, se acaricia con la palabra, con gestos, con la actitud. Es más,  afecto es igual a ACTITUD.

-Carls Rogers habla de tres actitudes relacionales que se convierten en el fundamento de la intervención desde el enfoque que él defiende centrado en la persona: la escucha activa y la empatía; la aceptación positiva incondicional y la autenticidad o congruencia del facilitador. O lo que es lo mismo, percibir el mundo interior del otro, aceptarle como es creyendo en sus recursos y respetando sus decisiones (aunque no se esté de acuerdo en todo), y ser uno mismo con nuestras propias emociones y sentimientos.


Algunas cuestiones:

-¿Es posible y necesario que las personas con las que trabajamos nos acepten e incluso nos tengan estima?
-¿Si hay mucha confianza con el/la profesional se difuminan los límites y los roles?
-¿El afecto impide la relación de ayuda?
-¿Se puede establecer una relación afectiva en todos los casos? ¿y si no es así entonces no hay ayuda?
-¿Cómo hacer compatibles los planes de intervención establecidos por los propios contextos de trabajo-con sus exigencias y limitaciones-con una forma de trabajar desde una relación de ayuda y compromiso con la familia?¿Dónde están los límites de la aceptación de sus actos si, por ejemplo, sabemos que su negligencia está afectando al menor?
-¿Qué hace que las personas/familias se sientan comprendidas en un recurso que puede suponer una amenaza para la pérdida de la custodia de sus hijos?


Algunas respuestas:

   -Desde mi punto de vista no siempre es posible expresar afecto explícito con todas las personas ni en todas las situaciones, pero SI es posible siempre mostrar un afecto en forma de reconocimiento, de escucha, de sonrisa, de asentir con la cabeza cuando se destapan ante nosotros con sus mejores y peores experiencias y sentimientos.

   -Yo me siento mejor en aquellas sesiones en las que disfruto y me río con (no de) las personas, ya sean adultos o niños, algo que practico siempre que es posible. Y sobre todo con las que siento más afecto. El poder liberador del afecto dirigido hacia quien tengo frente a mí genera una atmósfera de confianza y de tranquilidad que es más eficaz para la intervención que mil protocolos guiados de forma aséptica en plan pregunta-respuesta. Y luego está mi propio ego, por qué no reconocerlo: si me estiman y elogian retroalimentan mi necesidad de agradar y de hacer bien mi trabajo.

   -Aun cuando la persona con la que trabajo no despierta en mí ese afecto tan deseado (por ejemplo un padre o madre que maltrata de manera brutal a su hijo y no lo reconoce), debo respetar su condición de persona que necesita ayuda dejando, en la medida de lo posible, valoraciones y juicios personales (esto no siempre es fácil, al menos para mí).

Una propuesta de modelo:
(Lo que viene a continuación puede sonar a sarcasmo de un modelo conocido por todos, pero nada más lejos de mi intención, es simplemente un sucedáneo del mismo)

Edith Grotberg es conocida por el modelo de autoverbalizaciones que propone “Yo tengo, yo puedo, yo soy”, basado precisamente en aquellos factores que aparecen en las narrativas de niños y niñas resilientes (pincha en este enlace si no conoces el modelo).

En mis inicios como psicóloga en un servicio de atención a familia e infancia en riesgo hace ya muchos años la inexperiencia y los propios prejuicios me llevaban, supongo que como a otros muchos, a estar más pendiente de las técnicas que tenía que emplear, el cómo, cuándo, para qué hacía o decía tal o cual cosa. Cuando me presentaban una familia para trabajar se ponía ante mí un reto centrado en lo profesional, en lo técnico.

Con el tiempo, además de más arrugas he de reconocer que me he convertido en más “sin-vergüenza”, cada vez con menos máscara profesional, y dejo entrever en mis intervenciones a quien tengo delante una gran parte de cómo soy, sin más. Ahora después de varios años me permito “pensar en voz alta”, como les digo a la familia o al niño o niña para compartir con ellos lo que pienso sin jugar a ser adivina. También suelo ser clara utilizando la asertividad  aunque eso suponga parar la sesión en un momento dado diciéndole al otro que me gustaría que explicara ese gesto suyo que me ha descolocado o que me parece que su actitud hacia mí o hacia el servicio no es positiva. 

Pero una de las cosas que más me agradan de mi evolución profesional (reconozco que porque las características de mi puesto de trabajo me lo permiten) es explicarles en la primera sesión (y siempre que haga falta) a las familias, principalmente a las que llegan con resistencias, algo particularmente frecuente con adolescentes, lo que yo no soy, o el MODELO ANTIGROTBERG:

-          YO NO TENGO…ayudas económicas para paliar sus carencias de este tipo, ni tramito becas, subvenciono gafas ni nada por el estilo

-          YO NO PUEDO… sustituirles a ellos haciendo lo que les corresponde, no es mi tarea suplir a nadie en sus funciones

-          YO NO SOY… ni juez para juzgarles, ni policía para detenerles ni detective para controlarles…solo ayudo a que ellos consigan todo lo anterior.

    Ello me da la posibilidad de poder ser más auténtica, menos impostada, simplemente una profesional de ayuda resiliente y a la vez afectiva.



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