"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"
"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

martes, 21 de abril de 2015

Relación (de) con-fianza

Hoy he recibido una visita muy agradable en el trabajo. Un adolescente y su madre, después de mucho tiempo sin saber de ellos -más allá de tener conocimiento por parte de un conocido común de que habían vuelto a venir a vivir al municipio del que se marcharon-han venido a verme. 

Pudiera parecer que las relaciones profesionales han de ser asépticas por definición, distantes o al menos, poco afectivas. ¡Cuanto me hubiera gustado que vierais los abrazos intercambiados y las miradas sonrientes por ambas partes que nos hemos regalado!

Trabajar en un servicio que actúa dentro del sistema de protección de menores te da por definición una etiqueta de servicio de riesgo, es decir, trabajamos sobre el riesgo de los menores pero somos a su vez un riesgo, una amenaza para ellos. Nos convertimos en profesionales a los que es fácil temer y en los que es difícil confiar a veces.

Esta familia que me ha visitado ha tenido una vida muy dura, de las duras de verdad, esas que decimos que la realidad supera la ficción. En su momento se propuso una medida de protección para este adolescente porque se valoró como lo más adecuado..eso pensábamos todos, menos él. La relación entre este hijo y su madre desprende un enorme rastro de afecto, comprensión y buen trato mutuo. Las circunstancias les unieron más allá del cordón umbilical, en la infancia, en la adolescencia temprana, y por supuesto ahora que él está a punto de cumplir la mayoría de edad. Simplemente "se tienen" el uno al otro

Cuando se propuso que este joven saliera de su núcleo familiar y fuera a un centro la familia optó por una dura decisión que el tiempo parece haber demostrado que quizás fuera necesaria, para poner a prueba ese "tenerse" mutuo. Se marcharon a su país de origen pensando que el apoyo de la familia de la que aquí carecían podría ser un refugio afectivo y económico. Pero no fue así y volvieron hace ya algunos meses. Me decían un poco avergonzados que querían haber venido antes, que se sentían ingratos hacia el trato recibido por mi parte y en general por el servicio. Y ahora se sentían mejor porque ya estaban ante mí. Precioso ¿verdad?

Su objetivo solo era verme. Así, sin más. Y nada menos, eso, verme para contarme que estaban bien. La madre me preguntó varias veces si me daba cuenta lo que su hijo había cambiado ¿Cómo hacerlo si solo sabía de ellos lo que me estaban contando? ¡Si además aún necesitan de un gran soplo de suerte y un montón de esfuerzo para conseguir una mínima estabilidad económica y laboral! Ciertamente estaba cambiado pero seguía siendo el mismo. La misma actitud de alegría, el sentimiento de cohesión familiar (varios gestos de afecto y palabras bonitas cruzó con su madre), metas como querer conseguir el Graduado en Secundaria en la Escuela de Adultos, la aceptación incondicional de su amigo de siempre, la confianza que desprendían sus palabras y miradas. 

Con-fianza, es decir, con aval, con garantía, es la relación que pudimos generar mientras trabajamos juntos. Decían esta mañana que yo siempre les había mirado bien, que encontraban en mí ayuda. El aval, la fianza que se paga en una relación profesional es como en otros contextos, un anticipo en este caso de estima, de creer en el otro. No paro de decir allá donde voy que no existen los niños malos, que todos son buenas personas aunque su conducta sea inadecuada. Y no es que yo me considere Teresa de Calcuta e intente moralizar o ponerme medallitas.

Este joven apreció que en nuestra relación, con-fianza desde el primer momento. Podrían darse todo tipo de circunstancias, incluido cuando yo misma le explicaba hace tiempo que lo mejor era que se fuera a un centro de menores, sin que con ello mermara su confianza en mí. Fue un bonito trabajo, respetuoso desde ambas partes, difícil en ocasiones, con emociones y emocionante.

Si dijeran de los casos que he trabajado que nombrara alguno en el que yo pienso que he podido ser tutora de resiliencia, sin duda -y a pesar de que los tutores no se autodesignan, sino que son elegidos por el otro-,  diría que en este es uno de ellos.

Los prejuicios nos nublan, las fianzas de estima previa son un riesgo necesario. La confianza no surge de la nada, se va gestando con puntadas de afecto, límites, sinceridad y esperanza. Merece la pena (aunque no siempre pueda darse).

jueves, 16 de abril de 2015

Busy Dizzy..o pensamientos intrusos, un vocecita traviesa

¿Cuántas veces nos asaltan pensamientos negativos que no paran de resonar en nuestra cabeza haciéndonos sentir mal o no valorarnos lo suficiente? Esas vocecillas que parecen las encargadas de molestarnos, de insistir en hacernos pensar cosas que nos desagradan no solo las tenemos los adultos, los niños y las niñas también las tienen. 

Cuando trabajo con ellos, muchas veces identificamos juntos cuáles son esos pensamientos, a los que yo les pongo el nombre de “PENSAMIENTOS INTRUSOS” porque se inmiscuyen en su mente sin pedir permiso y además son muy difíciles de echar. Esos pensamientos intrusos son los responsables de que en muchas ocasiones los niños queden bloqueados, atrapados pensando en algo que les incomoda y les hace sentir incapaces de lograr pequeñas metas, limitando así su respuesta, o distorsionando las situaciones haciendo interpretaciones erróneas. 

¿De dónde surgen? Yo creo que de la propia representación que el niño o la niña hace de sí mismo con la devolución que los demás le ofrecen acerca de sus cualidades, de su forma de ser, de sus limitaciones o dificultades. Los adultos son los espejos donde los niños se miran, pero muchas veces la imagen que perciben está distorsionada, difusa, no les permiten conocerse de una forma nítida, o focalizar demasiado en lo negativo. Mensajes que pueden parecer sin importancia para quien las dice del tipo "qué torpe eres", "déjame a mí que tú vas muy lento y no sabes", "siempre te pareces a tu padre/madre/abuelo haciendo .."van formando las fichas de un puzzle de su propio autoconcepto que resultan difíciles de encajar porque no encuentran la forma que coincidan integrándose en una percepción del sef sana y positiva, y que permanecen ahí, dando vueltas y mareando a los pequeños haciéndoles sentir que no pueden o no saben. 

Pero también esos pensamientos intrusos provienen de la imagen que de sí mismo van construyendo, más allá de lo que los otros dicen de él o de ella, de la confianza o no en sus posibilidades, de la posibilidad de desplegar recursos resilientes que les permitan afrontar las pequeñas dificultades que desde muy temprano van a tener. A montar en bicicleta se aprende montando, a construir una imagen de sí mismo como persona capaz se aprende teniendo oportunidades en las que puedan ponerse a prueba la propia capacidad, los recursos.

El otro día, llegó a mis manos un cuento que precisamente trata de lo que yo venía llamando pensamientos intrusos y que al parecer tienen otro nombre: las Busy Dizzy…o voces negativas. Se trata de un cuento escrito por la Dra. Orly Katz y traducido al español por José Luis Cortés, dirigido a niños y niñas de 4 a 8 años y que me parece interesante para compartir con vosotros. La Dr. Orly Katz es autora de varios libros y es una experta en el empoderamiento para los jóvenes y en las habilidades para la vida. Es también la fundadora del centro "Simply Me" (“Simplemente Yo”) para liderazgo, empoderamiento y autoestima.



Con ilustraciones que ayudan a entender más el mensaje, el cuento Busy Dizzy explica a los niños y niñas que en ocasiones puede aparecer como una vocecita interior o preocupaciones (la autora utiliza la metáfora de un zumbido en la oreja) que pueden conducir a tener emociones negativas como estar triste, pensar que no saben hacer las cosas bien, que no merece la pena el esfuerzo, que los otros se pueden enfadar si no sabemos responder bien cuando nos preguntan, etc.

Las Dizzies vienen  a ser una especie de diablillos traviesos que consiguen hacer cambiar la visión que sobre ti mismo o los otros puedes tener, pero hay algo más…¡todos las tenemos! (en este punto me permito preguntarte ¿acaso tú no has pensado últimamente que no puedes lograr tal o cual cosa, que los demás no te hacen caso o mil posibles ejemplos más de vocecita interior negativa?)

Lo interesante del libro además es que, al estar dirigido a niños y niñas de corta edad (4 a 8 años) utiliza como recursos didácticos el contenido en forma de rima (con lo que le otorga una ritmicidad que consigue captar más su atención), y propone para vencer a las traviesas Dizzies dibujarlas o incluso cantándoles una canción para que se marchen una vez que los pequeños las identifican junto con sus padres o educadores.


Si te pidiera que dibujaras tu Dizzy…¿qué dibujo harías?

Contacta conmigo

resilienciainfantil@gmail.com