Mientras trabajaba en una sesión con el papá de un niño,
pongamos que se llama por ejemplo Sergio de 8 años, debatía con él cómo podía
ser posible que, a pesar de que le repetía mil y una vez que no debía pegar,
que tenía que mantener ciertos hábitos, etc., el chico no hacía caso, mientras
que su otra hija, cuatro años mayor que él, era un encanto, obediente,
cariñosa, educada. Claro está, la historia de Sergio no era la misma que la de
su hermana.
Carla había nacido en un contexto en el que ni su mamá ni su
papá pudieron o supieron hacerse cargo de ella y había permanecido en
acogimiento familiar con sus abuelos maternos desde los tres meses
aproximadamente hasta el día de hoy. Desde ese momento la pequeña recibió el
afecto, atenciones y cuidados que le han permitido tener unas relaciones con su
entorno positivas, seguras, confiables.
Sergio, por el
contrario, nació de otra mamá diferente pero con importantes incompetencias
parentales igualmente. En esta ocasión el bebé permaneció en un contexto
familiar caótico, desorganizado, gobernado por la inconsistencia y la
improvisación. Sergio estuvo un año aproximadamente en ese entorno hasta que
intervinieron los servicios de protección, pasando entonces a una familia educadora
durante ocho meses; posteriormente un acogimiento en familia extensa año y
medio más, y…volvió con su progenitora porque “aparentemente” habían cambiado
las condiciones y competencias para proveerle de cuidados.
En todo ese tiempo su papá y su mamá habían decidido separarse, por lo que volvió a un hogar en el que no había una figura parental estable (sí muchas de ida y vuelta) y en el que no encontró su lugar porque la llegada de un hermano, fruto de otra relación de su madre, acabó por destronarle de un reino que nunca fue seguro. Y así permanecíó con una mamá que difícilmente podía hacer bien sus funciones durante ¡cuatro años más!
En todo ese tiempo su papá y su mamá habían decidido separarse, por lo que volvió a un hogar en el que no había una figura parental estable (sí muchas de ida y vuelta) y en el que no encontró su lugar porque la llegada de un hermano, fruto de otra relación de su madre, acabó por destronarle de un reino que nunca fue seguro. Y así permanecíó con una mamá que difícilmente podía hacer bien sus funciones durante ¡cuatro años más!
Y ahora, después
de que el padre recuperara no en sí una custodia, sino un hijo desconocido del
que se había perdido todos los años maravillosos en los que se va dotando a los
niños de las herramientas cognitivas, emocionales y conductuales para
interactuar en el mundo, se preguntaba por qué tenía esos comportamientos agresivos,
esas respuestas de desconfianza y mentiras, esas divergencias entre su conducta
y la de su hermana…. El padre afirmaba que todos en su familia querían mucho a
Sergio, que veía con frecuencia a sus tíos y abuelos, que él le decía que siempre
había sido importante en su vida a pesar de no haberle tenido: no entendía el comportamiento del niño.
Lo que Sergio tiene en la actualidad son personas que le ofrecen una vinculación afectiva en un entorno algo más estable y seguro
que antes, cuando como cualquier niño, y en base a una necesidad propia de todos los seres humanos, fue elaborando un estilo de apego. Pero la
ruptura relacional con las diferentes figuras de apego que han formado parte de
su universo afectivo desde que nació, posiblemente experimentadas como vivencias de abandono todas ellas (unido a la negligencia y abandono reales) han dejado una huella difícil de borrar.
¿Es lo mismo
vínculo afectivo que apego?
A lo largo de
la vida se van formando vínculos afectivos importantes con distintas personas:
-apego entre
una persona que recibe cuidados y su cuidador (de los hijos hacia los padres)
-amor
romántico
-amistad
-vínculo
fraternal entre hermanos o vínculo parento-filial de los padres hacia los hijos
-vínculo de
los abuelos hacia los nietos y de los tíos hacia los sobrinos.
Luego el APEGO es un tipo de vínculo
afectivo.
Todos los
vínculos afectivos poseen unas características en común como señalaba ya Mary Ainswoth, psicóloga de referencia en el tema del apego:
· Poseen una naturaleza esencialmente afectiva. En
las relaciones implicadas aparecen las emociones y sentimientos (tristeza,
alegría, celos, ira, seguridad, temor, ansiedad, etc) tanto en la etapa de
formación como a lo largo de su mantenimiento o con motivo de una separación,
ruptura o pérdida.
· Son perdurables en el tiempo. Cualquier vínculo
afectivo es persistente y no meramente pasajero. Si bien una relación de apego
pasado un tiempo puede que concluya si no ha estado bien establecido, no es en sí corta o transitoria. Un apego bien
establecido persiste en el tiempo aun cuando ocurra un alejamiento geográfico,
muerte,enfado, etc.
· Son singulares, porque se dirigen hacia un
núcleo reducido de personas, por el papel central que desempeñan las mismas y
por el trato especial y la preferencia con que se las distingue.
· Generan el deseo de búsqueda y mantenimiento de
proximidad y contacto hacia las personas con las que se ha formado.
· Producen ansiedad cuando ocurre una separación
no deseada. La ansiedad de separación es una respuesta intrínseca a cualquier
amenaza real o potencial de abandono, no sólo en la infancia, sino en cualquier
etapa de la vida.
· Los vínculos surgen de la interacción continuada
y prolongada. No nacemos vinculados a nadie.
· Los vínculos surgen entre dos personas. Aunque
se hable en el lenguaje cotidiano de que uno puede vincularse o apegarse a un
animal, a un objeto o a un lugar.
· Su calidad depende de la calidad de la
interacción.
Junto a los requisitos compartidos con
los demás vínculos afectivos, un vínculo de apego debe cumplir adicionalmente
un requisito más: la búsqueda de protección, cuidado, seguridad y bienestar
dentro de la relación (Ainswoth, 1989).
Por otra parte, amor y amistad son dos
tipos de vinculación que generalmente comparten un buen número de atributos con
el apego (búsqueda de proximidad, ansiedad de separación, perdurabilidad, etc.)
pero solo se puede hablar de vínculo de apego si hay una búsqueda de protección
y proporciona la sensación de seguridad y bienestar.
La principal función del apego es
obtener la protección frente al peligro. Por tanto, podemos hablar de vínculos
afectivos de padres a hijos y en cambio de vínculos de apego de los hijos hacia
los padres.
Cuando se activa en el niño un estado de
insatisfacción, se promueve un comportamiento que actúa como señal para que el
cuidador responda. Este ciclo se repite constantemente a lo largo de los
primeros años, generando unas expectativas acerca del cuidador en función de la
lectura que éste haga de las señales, el tipo de respuesta que aporte y su
eficacia a la hora de promover la regulación emocional en el niño. Sensibilidad, disponiblidad, aceptación
y valoración del niño son las palabras clave para el establecimiento de un
apego seguro.
Cuando los adultos responsables del
cuidado y protección del niño no cumplen sus funciones y se aplica una medida
de protección, el paso de un contexto negligente o maltratante a otro en el que
se le ofrece una atención acorde a sus necesidades (ya sea adopción o
acogimiento familiar) viene acompañada de una separación y pérdida de figuras
de referencia y la creación de nuevos vínculos, como en el caso de Sergio.
La experiencia de maltrato introduce una
distorsión en las relaciones emocionales básicas, y afecta a distintos niveles
de desarrollo infantil como el funcionamiento cognitivo, el rendimiento
escolar, el desarrollo emocional y el social. Es por eso que Sergio desarrolla
en la actualidad respuestas que tienen que ver con su historia de supervivencia
en tiempos pasados, con mecanismos de defensa que se han gestado en base a las
representaciones que de sí mismo, de los otros y de las relaciones se han ido
construyendo en su mente.
Pero aunque su estilo de apego primario inseguro seguirá mediando en su
desarrollo cognitivo, social y emocional, afortunadamente en la actualidad se encuentra
vinculado afectivamente con otros familiares y personas cercanas a él que pueden contribuir
al desarrollo de la resiliencia secundaria que confío le permitirá, a su vez, establecer vínculos afectivos sanos con los demás.
Clase magistral y encima gratis. Me ha encantado.
ResponderEliminar¿Para que está el saber si no es para compartirlo?
ResponderEliminarUn abrazo
Muy interesante y me es muy útil en este momento...gracias...
ResponderEliminarMe alegra que te sea de interés. Un abrazo.
Eliminarmuy interesante,me ha gusado mucho como lo explicas, si que es verdad que en la realidad, la calidad de interacción....tiene que ver sobre todo con paciencia y tiempo, a veces fallan y es normal, necesitan de tanto tiempo y tanta calidad de buenos tratos....y el progreso es muy pequeño...y la vida de estos peques en sociedad es muy hostil muchas veces... llevo 8 años con mi pequeño, llegó con 18 meses y cuanto daño hace 18 meses de vida...seguire con mi master en tdah o trastornos del apego, vinculo,buenos tratos, etc... deje de enfadarme por la falta de profesionalidad que hay en esto, tanto en medicos, psicologos, maestros, psicopedagogos quizá es algo tan nuevo aquí...que a las familias adoptivas ...pasamos un pequeño calvario hasta que encontramos a alguien que nos entiende..gracias por compartir tu saber a mi me hace bien.
ResponderEliminarAntonio gracias por tu comentario. Ciertamente existe todavía hoy mucho desconocimiento por parte de profesionales de la importancia de los primeros años y el impacto de la negligencia o malos tratos posteriormente, desestimando el valor de la memoria emocional y los patrones de relación que se forman y condicionan su interacción con los otros.
EliminarHay mucha etiqueta de TDAH y de otras que se están poniendo de moda, porque algunos síntomas son comunes, pero afortunadamente la ciencia avanza y hoy se sabe más y la información llega también más.
Además pienso que los papás y mamás adoptivos y acogedores deberían estar más informados antes de la llegada del niño/a, y apoyados antes, durante y después, y no lo digo para señalar deficiencias en los procesos de selección (que en algunos casos las hay) sino porque yo lo considero un DERECHO de los niños y niñas pero también de las familias. La adopción no es un acto de altruismo, es una elección de parentalidad que puede y debe darse en las mejores circunstancias y con los apoyos específicos que requiere cada caso de especialistas formados. ¡¡¡No todas las adopciones son iguales!!!
Me alegra saber que encontrasteis alguien que os entiende y apoya y os deseo todo lo mejor en esta bonita y apasionante tarea de ser padres.
Un abrazo
un abrazo, gracias.
ResponderEliminarAntonio.