Hay encuentros que dejan huella, que calan en lo más hondo del ser. Una parece haber visto muchas cosas, vivido muchas situaciones, saber mucho después de haber leído tanto...pero llega un guiño del destino y te coloca frente a frente en una situación única. Me vais a permitir que la entrada de hoy sea diferente y le dedique unas palabras a un niño muy especial que he conocido.
Carta para un niño herido
"Hoy mi carta es para ti, niño
herido. Apenas me conoces y extiendes tu mano para coger la mía, confiado y extrañado,
cercano y temeroso. Apenas unos minutos
bastan para que esperes de mí un gesto de cariño, una palabra que acaricie tu
mente, que te confirme que puedes confiar en mí. El dolor es grande y la herida
profunda, pero tú no puedes expresarlo, no hay palabras, no hay historia
coherente que pueda explicar el daño que te hicieron los que debieron
cuidarte. Cuando no se puede dar sentido
a la experiencia de sentirse abandonado, cuando el temor paraliza los sentidos,
cuando no existen palabras sino hechos dañinos y emociones, solo queda el
desgarro de la vida, el vacío, la nada.
Tus ojos tienen un doble fondo. Cuando
me miras no ves solo mi cara, ni mi ropa, ni mis gestos. Penetras en mi alma
lanzando una mirada lejana, como ausente, que no es más que la reminiscencia de
tus peores momentos, de tu angustia, de tu miedo en los primeros años de vida.
Pero al mismo tiempo tus ojos transmiten vida, esperanza, ganas de jugar
conmigo, de tocar mi brazo para comprobar que estoy ahí contigo. Te quedas
quietecito, mirando, analizando sin observar nada concreto. Esos mismos ojos que
miran al cielo desde tu columpio mientras tu mamá, la que te quiere y te cuida
desde hace un tiempo, consigue hacer que llegues alto, muy alto, casi al cielo,
quizás para poder preguntar allí el porqué de tu historia.
Sonríes extasiado en cada uno de
los movimientos que te impulsan balanceándote hacia arriba, con la mirada fija
en la copa de los árboles que se mueven aleteando al ritmo que a ti te marcó
la vida, sin una dirección. Tus papás biológicos no pudieron enseñarte el
frescor en la cara de la brisa del mar, ni el perfume de las flores, ni el
sonido de los pájaros al despertar cada mañana. Te enseñaron a temer los
sonidos estridentes de los adultos que gritan, el dolor de no sentirse calmado
cuando se tiene hambre o frío, la incertidumbre del entorno cambiante, ahora aquí,
luego allá, pero siempre lo mismo. Soledad, abandono, desidia, miedo.
El precio de esa vida es muy
grande. Arrastras carencias imposibles de borrar. No podemos llenar de agua un
colador, al igual que no podemos llenar tu mochila con bonitas experiencias,
como las que tú mereces. ¿por qué tuvo que sufrir tanto un niño como tú? ¿acaso
eres responsable de tener unos padres que no supieron cuidarte?
Y corres, sonríes, buscas
continuamente la mirada y el abrazo de quien sabes que te quiere. Y en cada
movimiento tuyo, una lágrima de impotencia cae desde lo alto del cielo,
lamentando tu sufrimiento, tus temores nocturnos, tus rabietas, tu incapacidad
para expresar cómo te sientes. Diluvios
de amor desde el cielo para expiar la pena.
Pero aunque la vida no es justa
para alguien como tú, la esperanza te
acompaña a ti y a los que te rodean, quienes tienen la suerte de disfrutar de
tu risa, de comprobar tus avances, de recibir tu ternura de mil formas
diferentes. Nadie sabe hasta dónde llegarán tus logros, pero el camino es largo y vas bien
acompañado ahora. Solo espero que ese brillo de tus ojos y esa sonrisa inocente
estén siempre contigo, y que sigas encontrando en la vida personas que te
quieran y te cuiden. Gracias por regalarme unas cuantas sonrisas y una tarde difícil
de olvidar."
Palabras dichas desde o más hondo. Se ve que, por más experiencia que se tenga siempre hay alguien que te toca de cerca. Tu puedes y estoy segura que conseguirás mucho. Marga
ResponderEliminarGracias Marga por tu comentario.
ResponderEliminarAsí es, hay personas que te tocan muy adentro, encuentros que suponen un pararte y pensar, mirar de otra manera. Son muchos los años que llevo trabajando con niñ@s y familias, y si de algo estoy contenta es de no inmunizarme con el dolor ajeno, de seguir conmoviéndome con historias de personas que no merecieron sufrir (nadie lo merece, pero sin duda, los niños y niñas menos).
Esta historia se ha grabado en mi mente y en mi corazón. Pero además estoy feliz de saber que el presente de este niño y seguramente su futuro, le brindan todo el amor y atenciones que necesita, y eso, es una buena razón para confiar, para tener esperanza.
Un abrazo
Comprendo perfectamente el contenido del escrito. Mi hijo nació en el lugar equivocado, pero ahora conmigo la luz ha vuelto a sus ojos. Es la mejor decisión que he tomado en mi vida y él es lo mejor que me ha pasado nunca.
ResponderEliminarEstimad@ anónim@, me alegra saber que tu hijo ha encontrado una familia que le cuidada como merece y necesita y que le quiere. Ojalá muchos niños y niñas encuentren esa oportunidad y que puedan crecer felices aunque arrastren heridas del pasado. El brillo en sus ojos, sus sonrisas y abrazos, no tienen precio. Un abrazo grande!
EliminarQUE MARAVILLOSA CARTA, GRACIAS POR COMPARTIRLA. LLEGA AL INTERIOR. GRACIAS.
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