La flor de loto crece en lugares pantanosos,
en el fango, y a pesar de ello su flor se alza sobre la superficie para florecer elevada, fragante,
estilizada e impecable con remarcable belleza. Sus pétalos lanceolados y
cóncavos están dispuestos en forma de rayos y contiguos entre sí, ordenados en
varios niveles de tal manera que los pétalos superiores cubren los espacios
intermedios de los que están inmediatamente por debajo. Por la noche, la flor
se cierra y se hunde bajo el agua, cuando amanece se alza y abre nuevamente.
Mientras leías la definición anterior posiblemente
hayas pensado en la estructura de una familia como me pasó a mí. Esos pétalos mayores
con forma acogedora, organizados de manera muy cercana, protegiendo a los otros
más vulnerables. Cada día es un reto, un desafío. Expuestas a factores
externos, entre ellos el propio fango, el contexto, familias y flores de loto
se repliegan sobre sí mismas posiblemente para almacenar la fuerza que
necesitan para abrirse cada día cuando sale el sol.
Según la mitología griega, una hermosa diosa huyó al bosque
asustada y fue a parar a un lugar llamado Loto donde se hundió, lugar llamado
así por los supremos dioses destinado para los fracasados y perdedores en la
vida. La joven diosa luchó durante siglos y logró salir en forma de una hermosa
flor, de largos pétalos. Por ello, para los griegos significaba el triunfo
después de haber luchado incansablemente en contra del fracaso. ¿Resiliencia?
¡Pero aún hay más! La flor de loto es la única flor que es fruto y flor a la vez, encerrando
un principio budista de causa y efecto, de que toda acción que hacemos es una
causa que tiene ya en potencia en sí mismo el efecto…así como la flor de loto
que es causa (semilla) y efecto (flor) a la vez. O lo que es lo mismo....la importancia de los buenos tratos, de un apego como seguridad de base a
partir de la cual el niño llega a ser una persona capaz de vincularse y
aprender en la relación con los demás, a desarrollar su empatía, a modular sus
impulsos, a construir un sentimiento de pertenencia. De semilla a flor. Y esa
flor (de loto) será así mismo semilla en una relación diádica especial y única.
De causa a efecto y viceversa.
En ese proceso
de crecimiento permanente es importante que la familia, los adultos
responsables de cuidado y protección de los niños y niñas, desplieguen todos
sus recursos internos y del entorno para que sus miembros desarrollen actitudes
y conductas resilientes con las que hacer frente a las adversidades y salir
incluso fortalecido.
Virginia Satir,
una terapeuta sistémica, propone una serie de enunciados terapéuticos
para fomentar la resiliencia en las familias. A continuación recojo un extracto
de los mismos (lo que no está en negrita son comentarios míos a cada uno de
ellos que me he permitido hacer):
1.
Las
personas son únicas. No sólo únicas sino además irrepetibles y con una
variabilidad interpersonal que va a condicionar la respuesta a las situaciones.
Ser únicos nos lleva a no poder hacer uso de un manual de instrucciones como los
electrodomésticos para resolver todos los posibles problemas. Ser padre o madre
puede ser una aventura- en algunos casos extrema- que tiene un mapa con líneas
borradas sobre el que hay que interpretar a veces los caminos a seguir.
2.
El cambio
es posible; aun si el cambio externo es limitado, el cambio interno puede
lograrse. No podemos controlar todo lo que nos afecta (economía,
enfermedades, desempleo, etc.), pero podemos reelaborar el sentido que le damos
al impacto de lo que nos afecta. Puedo vivir ser madre como una experiencia
maravillosa pese a tener la nevera poco llena y eso va a hacer que la mirada
que le dirija a mi hija sea otra. Si además recibo su sonrisa no todas mis
emociones serán negativas y quizás podré pensar en otras soluciones más
optimistas.
3.
Los
padres hacen lo que pueden en todo momento. Aun cuando no hagan, digan o
piensen cosas apropiadas. Posiblemente factores externos o internos estén
bloqueando su capacidad parental y limitan sus competencias. Explicarle a un
niño adoptado o en acogimiento que sus padres no pudieron cuidarle es algo
difícil de entender, y sobre todo de aceptar, pero es el primer paso para
emprender el camino hacia el sentido del sinsentido, para admitir que otra
oportunidad le dio la vida para tener lo que él o ella necesitaba.
4.
Todos
contamos con los recursos internos necesarios para enfrentar las situaciones de
la vida y crecer. Hay que saber mirar para dentro con las gafas de la
aceptación. Hay muchos caminos para llegar a Roma dicen. Unos serán directos y
cómodos; otros serpenteados y largos. Pero lo más importante no es el camino,
sino el caminante y las fuerzas para llegar al destino. La confianza en las
posibilidades es la brújula. Y lo que viene a continuación, el musgo de los
árboles que indican el sendero cuando la brújula falla…
5.
La
esperanza es un componente o ingrediente importante para lograr el cambio.
Para los escépticos, el cuento de las ranitas en la nata (pincha aquí).
6.
El
problema no es el problema en sí, sino la manera de enfrentarlo. Grotberg
dice: “Tú puedes dejar que la adversidad defina quien eres o puedes
sobrellevarla y decir “este soy yo, no soy la adversidad, soy un ser humano”. Otra
buena frase de Vanistendael: “Ser responsable de la solución, no del problema”.
7.
No
podemos cambiar el pasado, solo la forma en que nos afecta; podemos transformar
aquello que ya no nos sirve. Jean-Paul Sartre decía “Lo importante no es lo
que hacen de nosotros, sino lo que nosotros hacemos de lo que hicieron con
nosotros”. Aprender de lo que sirve. Comprender el pasado para no reproducirlo.
8.
El
proceso es la avenida para avanzar hacia el cambio; el contenido forma el
contexto en el que se dará ese cambio. Las relaciones se enmarcan siempre
en un proceso. La relación afectiva desde el nacimiento hasta que son
adolescentes los hijos requiere de cambios que se adapten a las necesidades de
cada etapa. Si no hay cambio por parte de los padres, no se produce la
adaptación necesaria.
9.
Toda
conducta tiene un objetivo: necesitamos separar la conducta de la persona y la
intención del resultado. ¿Cuantas veces nuestros hijos llaman nuestra
atención con un comportamiento inadecuado cuando lo que busca es que le
escuchemos o abracemos después de un mal día? Importante sintonizar con sus
emociones, entender antes lo que sienten que lo que hacen realmente.
Disponibilidad, empatía, sensibilidad, sincronía.
10.
La
interacción de una gran cantidad de factores determina un resultado. Factores
personales, recursos del entorno y sentido de la adversidad: un complejo cóctel
que puede darse con los ingredientes en distintas cantidades, obteniendo
brebajes más dulces, más secos, más afrutados...
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