Esta entrada
no tratará sobre el divorcio y los niños continuando con lo de la semana
pasada, sino precisamente de todo lo contrario, del encuentro, de la unión…Me
entenderéis enseguida.
Hay cosas en
la vida que no ocurren porque sí, sino que pasan porque tenían que pasar.
Encuentros con personas que pasan por nuestra vida y que sin haber planificado
nada, sin la más mínima acción intencional, te aportan algo difícil de
describir. ¿Recuerdas a alguien del que quizás ya no sepas ni cómo ni donde
está pero que fue importante para ti conocer? ¿Qué te aportó? ¿En las últimas
semanas has conocido a alguna persona que te ha impresionado por su fortaleza,
su forma de hablar, su interés por ti? ¿Tienes héroes cotidianos en tu vida que
te sirven de espejo en el que mirarte?
El viernes
pasado fue un día especial para mí y creo que para quienes tuvieron como yo la
oportunidad de asistir a un acto que tenía por título “¿Quién no desea ser amado?. La aventura de la adopción y el
acogimiento familiar”, organizado por la Asociación “Familias para la Acogida”. (http://www.familias-acogida.es/).
Un acto donde presentar públicamente en Valencia esta asociación y para el que
contaban con Tim Guénard y su mujer Martine para hablar de su experiencia de
acogida. No me lo podía perder…
Conocer la historia de Tim Guénard es una de esas cosas que
no te deja indiferente. Conocerle en persona, escucharle y ver sus gestos
cargados de bondad y respeto a los demás es todavía más impactante.
Quienes habéis oído cosas sobre él, sabréis
que Tim Guénard tuvo una infancia y adolescencia terribles. La contraportada de
su libro Más fuerte que el odio (Editorial Gedisa, 2010) dice textualmente
sobre él: ”Tim fue un niño con el corazón y el rostro destrozados. Un patito
feo. A los tres años su madre le ata a un poste de electricidad y lo abandona
en medio del bosque. A los cinco, su padre le propina una brutal paliza que lo
desfigura. Atendido en el hospital en el que ha ingresado para iniciar una
larga reeducación, apenas puede hablar. A los siete entra en un orfanato, sufre
el “maltrato institucional”. En el reformatorio aprende a pelearse. En un mundo
gobernado por la humillación, su violencia se convertirá en el único orgullo;
la venganza en su única dignidad. Sólo el odio le mantiene en pie. Tiene doce
años… y la fatalidad le arrastrará a la fuga, al robo, a la pelea, a la
violación y a la prostitución. Carne de cañón.”
¿Puede haber más desgracias en una vida?
Leer su libro es altamente recomendable. Recuerdo que cuando
lo tuve en mis manos lo leí de un tirón porque el relato en sí, la forma en que
escribe y describe retazos espinosos de su vida engancha, pero la trama y sobre
todo el desenlace aún más. Hacen pensar en la esperanza y en la confianza en
las personas. En la POSIBILIDAD.
He de decir que, siguiendo a mi admirado profesor Jorge
Barudy, el aprendizaje experiencial es el mejor de los aprendizajes. Y doy fé
de ello ya que una cosa es leer un libro y otra lo que transmite la comunicación
a través de un ENCUENTRO como el que tuvo lugar el viernes.
La conferencia trataba como he dicho el tema del
acogimiento y Martine y Tim bordaron con hilo de oro la historia de amor y
entrega a los demás que llevan a cabo como responsables de la Casa de Acogida
“Ferme Notre Dame” en Francia desde hace 33 años.
Martine es una de esas personas a las que aunque no
conoces parece que haya formado parte de tu vida siempre. Dulce, amable,
sencilla…cargada de un amor que transmite con sus gestos y palabras. Su
infancia ha sido opuesta radicalmente a la de Tim, con una familia muy unida y bientratante.
¿Pueden los extremos formar parte de algo que funcione bien? Parece ser que sí,
y mucho. Decía Martine que ambos, Tim y ella, llegaron a la acogida en su vida
compartida POR EL MISMO DESEO PERO
POR RAZONES OPUESTAS.
De aquello que Martine compartió con todos los que
tuvimos la oportunidad de escucharla fue muy especial sobre todo observar la
templanza, serenidad y seguridad con que contestaba acerca de las dificultades
que conllevan la acogida, como el tener que compartir el amor de sus hijos, el
tener que atender las necesidades de cada uno y darle lo que le corresponde, los
riesgos a los que se exponen, o cómo las heridas que traen los acogidos redespiertan
sus propias dificultades o limitaciones. El cómo nos afectan las cosas según como
cada uno las ha vivido.
Todo un descubrimiento el conocer a Martine. Solo por
ello mereció la pena el ENCUENTRO. Pero aún había más….
Llegó el turno de Tim y casi que la pregunta inicial era
obvia ¿Qué es lo que ha posibilitado que
se haya convertido en lo que es hoy? ¿Qué es lo que le ha reconstruido?
Con una naturalidad increíble, pero sobre todo con una
humildad y sabiduría encomiables, Tim respondió que aunque el arranque de su vida
había sido difícil, hubo abandono, violencia, etc., el Big Boss (como él llama a Dios) acarició su vida con "múltiples encuentros imprevistos. Todos necesitamos ejemplos y estos son como
las corrientes de aire que soplan en cualquier lugar". Algo así como que en
cualquier momento, en cualquier lugar, puede haber personas que pueden ser
importantes para nosotros.
“Hay gente que va al cine a ver a los héroes
pero está muy bien encontrarse a personas sencillas que no están en la pantalla”. Relató la historia de su encuentro con un hombre para
el que trabajó y el cómo esa persona le aportó un impulso importante en un
momento decisivo de su vida, en el momento mismo de casarse al poner la alianza
a Martine porque tenía miedo de
reproducir lo que había sufrido, tenía miedo de pegar a sus hijos o no saber cómo
tratarlos, de convertirse en alcohólico. Este hombre y lo que significó
para Tim fue muy importante aunque nunca supo que le había ayudado hasta tal
punto.
Continuaba diciendo Tim: “Por la simple existencia cualquiera de nosotros podemos ayudar a otros.
Cuando uno es pobre tiende a ver los
escaparates de las tiendas, pero existe también el escaparate del amor, verlo
en los otros. Es bueno ver a la gente que se quiere, que está en el escaparate.
Hay gente que sueña con cosas materiales pero es mejor soñar las cosas humanas.”
Esta idea de Tim de ver escaparates afectivos me resulta francamente
ilustrativa de cómo muchos niños y niñas que no tienen en sus familias el
afecto y cariño necesarios, puede encontrar en otras familias de su entorno un
modelo a imitar, una meta que alcanzar, una posibilidad de amor diferente.
No sólo las personas en sí, sino lo que nos enseñan,
sirven para el cambio. Sobre su aprendizaje en el mundo de la construcción
Tim utilizaba una metáfora aplicable a sí mismo: “Si soy quien soy es porque el Big Boss me ha llevado a encontrar a
personas distintas. Yo era un mal edificio pero a base de construir casas para
los otros he podido reconstruirme a mí mismo”. ¿Qué pensarían muchos de los
chicos y chicas que conocemos que son hoy carne de cañón -como lo fue Tim- si
pudieran imaginarse un futuro más alentador? ¿Por qué nos cuesta tanto confiar
en ellos? Detrás de un o una adolescente feroz, en mi experiencia profesional,
hay siempre una infancia dura, una actuación de los adultos inadecuada o insuficiente.
Pero si hablas con ellos y ellas
mostrándoles confianza y respeto, te lo devuelven con creces.
Cuando Tim fue acogido en el Arca por unos religiosos
decía de sí mismo que era un marginal, que le
daba miedo a todo el mundo. Era boxeador, motorista, con una imagen provocadora..pero
CONFIARON EN ÉL, y eso, de algún, “domesticó al chico malo” como él decía.
Tener la RESPONSBILIDAD de cuidar minusválidos le ayudó a aprender a obedecer. Sentirse útil y capaz.
“Todos en la vida
necesitamos que nos empujen. Ese es el valor de los encuentros. Un empuje para
seguir adelante” continuaba diciendo. ¿Quién no desea sentirse amado?
..como decía el título del acto. ¿Quién no necesita palabras de ánimo cuando
las fuerzas flaquean?
Cuando hablaba de cómo se embarcaron él y su mujer en la
acogida decía: “Eramos de ambientes totalmente distintos. Ella se prestó a la
acogida como consecuencia de un exceso y yo por el vacío que había en mí. Somos
dos extremos, pero tenemos un punto en común: nos podemos encontrar.” “No
tenemos la misma forma de reaccionar. Martine lo hace con mucho amor, pero el amor que yo ofrezco es un amor que nace
desde el dolor. A veces cuando ves a alguien que sufre, que está cerca del
vacío, no le dices ten cuidado porque se puede caer, sino que el único remedio
que tiene es agarrarle y luego le demuestres que es peligroso”. ¿Cuántas veces
insistimos en avisar de los riesgos, sin pararnos a “agarrar” al chico o chica
haciéndole sentir que le sentimos y comprendemos? El miedo invade el cuerpo y
la razón y a veces los avisos verbales o los límites son necesarios pero no
suficientes. ¿Es agarrar al otro abrazarle con el corazón sea cual sea su
conducta?
Hubo también tiempo en su conferencia para destacar la importancia de la pareja: “Lo importante en la pareja es que exista
siempre una parada de autobús en la que te encuentres con el otro, y esa parada
se llama perdón.” (Con esta metáfora tan sugerente invito desde aquí a
Javier Romeu a dedicarle al menos una entrada, pues lo hará magistralmente
seguro).
El mensaje final de su intervención fue excepcional:
“Si alguien ha
sufrido en su vida que no tenga miedo de ser padre o madre porque no somos
reproducciones. Se copia la ropa, pero ningún hombre es copiado. Dios no copia.
Una pequeña parte de nosotros es de nuestro padre, otra de nuestra madre. Durante
9 meses hay un cóctel que se agita y por eso no se puede ser el mismo. No hay
que tener miedo de ser padres. Nadie es copia de nadie por eso cada uno de
nosotros somos importantes.”
Importante mensaje.
Como os decía. Pasan por nuestra vida personas que dejan
huella y yo encontré dos el pasado viernes. ¿Qué me aportaron?
Lo primero
volver a la comprobación irrefutable de que el cambio es posible, algo que
necesito transmitir en mi trabajo y vida personal.
Lo segundo, reconfirmarme que
mi modelo, el paradigma de la resiliencia, el apego y los buenos tratos es un
modelo valioso y aplicable para todos, especialmente para los que se encuentran
aún mirando el escaparate de los afectos para que puedan algún día diseñar el
suyo propio.
También que la fe no solo mueve montañas, sino también personas
capaces de hacer montañas.
Que seguramente yo misma pueda ser importante por mi
mera presencia o existencia en el vida de algunos otros u otras y ello me hace
partícipe de su proceso de construcción o reconstrucción.. luego sin saberlo
resulta que quizás soy ayudante proyectista de planos de otras vidas (¡con lo mal que se me da a mí el
dibujo!). Una responsabilidad de la que soy consciente desde hace tiempo y que asumo de manera realista y positiva.
Que amor, humor, confianza, respeto, y responsabilidad se confirman
como los ejes capaces de hacer girar la rueda de la resiliencia. La exposición de Martine y Tim rebosaban a rabiar de ellas.
Y…que pasó lo que
tenía que pasar: conocer experiencialmente lo que los libros no pueden explicar.
Gracias a la Asociación Familias para la Acogida por haber posibilitado este encuentro.
Me emociona, admiración y un abrazo por ese estupendo trabajo.
ResponderEliminarMuchas gracias María. Fue muy bonito escuchar a Tim Guenard como también lo es compartir lo aprendido en ese encuentro. Un abrazo
EliminarAsí lo veo también yo y eso intento con mi hija Irene Weisi! Gracias
ResponderEliminarHola Nuria. ¡Es tan importante confiar en el cambio y valorar lo que las personas que se cruzan en nuestro camino y en el de nuestros/as hijos/as pueden aportar!
EliminarTe deseo todo lo mejor para ti y para tu hija Irene Weisi.
Un abrazo