Por
aquello de la importancia de los encuentros que comentaba en la entrada
anterior, el pasado sábado (justo coincidiendo con la segunda participación de
Tim Guénard en Valencia y a la que no fui por tener otros menesteres igualmente
importantes que ahora sabréis) me disponía feliz a reencontrarme con un “personaje”
real pero no humano que me aportó, además de una bonita metáfora con la que
poder explicar el porqué de las conductas reiterativas e inadaptadas de niños y
niñas que han tenido vivencias de abandono o maltrato en sus primeros años(http://resilienciainfantil.blogspot.com.es/2013/06/resistencia-resiliente-porque-no-se.html),
un fuerte sentimiento de ternura y afecto. Se trata de RÓMULO, el rinoceronte
blanco de Bioparc.
Para
los que os hayáis perdido la anterior entrada que hablaba de él, solo deciros que Rómulo vivió 23
años en el antiguo zoológico de Valencia en un recinto de escasas dimensiones
lo que provocó el desarrollo de un comportamiento repetitivo o estereotipia que
consistía en caminar en círculos continuamente.
La
visita familiar a Bioparc prometía ser muy atractiva este sábado, no solo por
ver de nuevo a muchos animales tan interesantes y diversos, sino por volver a
ver a Rómulo y comprobar de primera mano que seguía saliéndose de ese círculo
maldito que le atrapaba, que seguía desafiando a su destino y se permitía
romper el círculo. Llegamos al lugar del parque en el que Rómulo habitaba y
hacía tanto calor que vimos un rinoceronte totalmente acalorado durmiendo ¡al
lado de otro de su especie! . La alegría fue mayúscula: tenía un amigo/a…
Continuamos
la visita a otras especies y de nuevo volvimos al recinto de los rinocerontes.
En ese momento dos rinocerontes, fuera de ningún círculo dichoso, permanecían
de pie un poco lejos, pero con la distancia suficiente como para saludarles.
Grité de manera instintiva: ¡Adiós, Rómulo, que estás con un amigo! (como si me
entendiese, ¡esto de la espontaneidad!…). Pasaba en ese momento una de las
personas que trabajan en Bioparc y…de repente el sol se apagó en ese momento:
me dijo que no era Rómulo, que se trataba de dos hembras que estaban ahora
ubicadas allí y…QUE A RÓMULO LO HABÍAN LLEVADO A UNA RESERVA NATURAL PORQUE
AQUÍ IMPEDÍA EL APAREAMIENTO DEL RESTO DE RINOCERONTES!!!!
Las
emociones no entienden de afectos humanos o animales. De repente sentí una profunda
decepción, una gran tristeza (que aún me dura) y un tremendo desencanto. Sin
quererlo, asocié la historia de Rómulo a la de los acogimientos o adopciones que
se han tenido que romper porque la conducta del niño o niña ha llegado a ser agresiva
o incontrolable, difícil de manejar por los adultos responsables. Cuando se
produce ese cambio, esa ruptura de referentes y de contextos ¿es una
oportunidad para que el niño esté mejor o es una liberación para quien quizás
no tuvo nunca las competencias necesarias para tenerlo?
¿El
porqué del destierro de Rómulo? Según explican en Bipoarc “desde su recinto
exterior tenía contacto visual constante con las dos hembras y el otro macho,
puesto que desde el programa de reproducción (EEP) del rinoceronte blanco sureño se consideraba que debía desempeñar
un importante como macho "encelador" . Los machos
de rinoceronte blanco se “encelan” de manera que la presencia de otro macho
promueve el desarrollo del comportamiento sexual que culmina con la cópula,
pero finalmente se descubrió que en lugar de cumplir su función estimuladora,
sucedía lo contrario y Rómulo inhibía la correcta reproducción del otro macho. Ante
este hecho y dada la importancia del grupo reproductor de Bioparc dentro del
programa europeo, se decidió trasladar a Rómulo a un nuevo destino, asegurándose previamente que fuese adecuado para que siguiese el proceso de mejora de su estereotipia. Su nuevo hogar es una reserva
natural dedicada hace más de 10 años a albergar animales en condiciones de
semilibertad. Situada en la localidad de El Castillo de las Guardas, a 58
kilómetros de Sevilla, dispone de 230 hectáreas de una frondosa masa forestal. Rómulo convivirá con diferentes antílopes y podrá disfrutar de un amplio recinto exterior de aproximadamente 13.000 metros cuadrados con una
charca natural donde podrá bañarse y repleto de vegetación natural entre la que
destacan los eucaliptos y pinos de gran altura.”.
¿Nueva
oportunidad o nuevo fracaso? ¿Es la solución vivir libre con otras especies con las que nunca podrá identificarse porque no habrá nadie como él? ¿Solución para él o para los que se quedan en Bioparc?
¿Dónde
van los niños y niñas quienes a los que el acogimiento o adopción no venía
manual de instrucciones y fueron devueltos porque no supieron entender cómo
funcionaban y por qué? ¿Es responsabilidad únicamente de las familias de
acogida a las que muchas veces se les insta a acoger recurriendo a aquello del
vínculo “ de sangre” mientras que el vínculo afectivo no ha estado y puede que
nunca esté?
Allá
donde esté espero que Rómulo pueda disfrutar de una libertad que no eligió
cuando nació y que ahora la misma puede ser su castigo/oportunidad (¿tú como lo ves?).
A
todos los niños y niñas que han vivido acogimientos o adopciones truncadas les
deseo que encuentren en su vida personas sensibles que puedan conocerles,
comprender cómo y porqué funcionan así. Con el amor no basta. Es (muy) necesario
pero no suficiente. La sensibilidad, la sintonía, la incondicionalidad, el autocontrol, la empatía,la paciencia, más paciencia....
A
los que acogen o adoptan les deseo que encuentren personas de su entorno,
profesionales, recursos y redes que les apoyen, alienten y orienten antes y
durante para que no tenga lugar un después.
Me parece Conchi que Rómulo sigue dando mucho juego como metáfora. El valor de la misma para explicar que los niños que vienen de la desprotección tienen en su cabeza "surcos" similares a los de Rómulo cuando pasó de un zoo clásico a un zoo moderno.
ResponderEliminarPero tu post nuevo me hace reflexionar.... A Rómulo se le llevó a un zoo mejor porque la ciudad se dio cuenta de que el zoo "de toda la vida" no reunía condiciones ni para el bienestar de los animales ni, por supuesto, para las arcas y el prestigio de la ciudad.
Pero este segundo traslado no ha sido efectivamente para ayudar a Rómulo sino porque "Rómulo ers el problema".
Y... ¿no es esa la dinámica de algunos acogimientos?
Colocamos a niños en familias porque estamos convencidos que es la mejor opción (y también porque es infinitamente más barato que el acogimiento residencial) y porque encontramos familias que parecen un verdadero y maravilloso "bioparc" (así se llama el nuevo zoo de Valencia). Pero poco a poco se descubre que el niño o la niña que ha entrado en esa familia tiene alguna característica que dificulta el "normal" funcionamiento de la familia. Y claro está... ¿quien va a salir? El niño o niña acogido o alguno de los miembros de la familia.
Lógicamente al "Bioparc" le interesa más que sus rinocerontes se reproduzcan que tener a Rómulo.
Aunque me gustan los animales no voy a ponerme sentimental y decir que ¡pobre Rómulo! pero si esto se hubiera previsto Rómulo habría ido directamente al parque donde está ahora.
Si no medimos bien las decisiones que tomamos con los menores quizá obliguemos a un niño a pasar por más estaciones que las que serían deseables.
No sé. Me parece.
Javier eso que tú dices es precisamente lo que yo pienso y siento. ¿Es problema del niño/a o del contexto contenedor que ha de reunir características que hagan del acogimiento/adopción sino un éxito, al menos un recurso adecuado?
EliminarHay niños y niñas que llegan a una familia y ésta, cuando aparecen los problemas graves, no es capaz, o siguiendo la famosa frase, no sabe, no puede o no quiere hacer frente y seguir. Quién falla ahí ¿el niño/a? ¿la familia de acogida/adopción? ¿el sistema de protección que no ofrece los apoyos necesarios?
Un abrazo