No es que me haya dado por filosofar ni mucho menos. Sobre todo porque está claro que lo obvio y lo evidente son sinónimos y no me voy a poner a hablar metafísicamente..pero bueno, entendiendo por obvio aquello que está muy claro, que es fácil de entender, y lo evidente como aquello que es patente, comprobable, quiero compartir una reflexión personal a la que doy vueltas estos días ayudándome a explicarla con dos ejemplos:
Marcos es un
niño de 10 años. Presenció cómo su padre hace tiempo maltrataba brutalmente a su madre antes
de marcharse definitivamente. Ante esa situación arremetió contra él por querer defenderla. Y eso
era solo una pequeña muestra de la cantidad de escenas de violencia de las que
fue testigo directo y en más de una ocasión protagonista involuntario. En el colegio tiene
problemas con sus compañeros y con los profesores. Insulta, pega, rompe cosas.
Ahora además roba. Su madre dice de él que es un mentiroso y que no es de fiar,
que nunca obedece, que ha de encerrarle en su cuarto para conseguir que haga la
tarea.
Es OBVIO que toda situación familiar y personal de un
niño que sufre y presencia violencia puede tener serias repercusiones en su
comportamiento y que cierto grado de afectación es incuestionable.
Es EVIDENTE
que Marcos tiene un problema no solo familiar y personal, también social. No
sabe controlarse. Lo que "se ve” es un
problema de conducta y de actitud. ¿Quiénes lo ven? Todos los de su clase, en
el patio, en el comedor.... ¿Saben todos los que ven lo evidente aquello que
decíamos que era obvio? Es decir ¿saben todos que Marcos es un niño maltratado?¿O
qué piensan de Marcos? Seguramente los tutores que le hayan tenido y el/la
psicólogo/a del centro y el director/a conocerán un poco la historia de Marcos
y podrán ser condescendientes o comprensivos con él (o no en el peor de los casos). Pero…¿y para el resto?
Marcos es un tirano, un maleducado y un niño agresivo.
Lo EVIDENTE
(la conducta) se antepone a lo OBVIO (la causa).
Cambiemos de
niño:
Pedro tiene
también 10 años. Vive en un pueblo pequeño, de esos en los que todos se
conocen. Por eso, cualquiera de allí nos contaría la historia familiar de Pedro:
que su madre fue abandonada por el padre de sus dos hijas mayores; que después
conoció a otro hombre con el que tuvo a Pedro y también se separaron; que las
hijas mayores, como la madre no tenía autoridad y estaba mucho tiempo con
depresiones y pasándose con el alcohol, la insultaban e incluso le habían
llegado a amenazar con un cuchillo y a pegar en varias ocasiones.
El padre de
Pedro cuando la mamá no se encuentra bien, los fines de semana alternos y algún
día entre semana se hace cargo del chico. …Todos dicen de Pedro que es un chico
muy maduro, responsable, que se defiende como puede en los estudios para
aprobar, que es sociable, obediente y muy muy mayor para su edad.
Es OBVIO que
una historia familiar como esta es un gran factor de riesgo para cualquier niño/a que la viva.
Es EVIDENTE
que Pedro no ha sufrido las repercusiones que podrían esperarse porque lo que “se
ve” es que es muy fuerte. ¿Quiénes lo ven? Todos los del pueblo que le conocen.
¿Saben todos los que ven lo evidente (que Pedro es muy responsable y buen
chico) también aquello que decíamos que es obvio (su historia familiar)?. ¿Qué piensan
de Pedro? Seguramente que “ha salido demasiado bien” para lo que se podía esperar. Y...¿El que todos sepan lo obvio y lo evidente ayuda a Pedro?. ¿Es Pedro resiliente? (la respuesta a esta pregunta más abajo).
A veces lo
obvio se aleja de la evidencia explícita. Es decir, lo visible, lo comprobable,
lo que está claramente a la vista no es necesariamente lo que por lógica o por
razonamiento o si quieres por conocimiento científico es lo esperable. Y
viceversa.
En el caso de
Marcos, lo que se ve, al no saber la mayoría de gente la causa que lo origina (unos malos tratos
obvios y evidentes de puertas para dentro) da pie a una interpretación errónea.
Tampoco es plan de pregonar a los cuatro vientos que Marcos es un niño
maltratado y decirlo a todo el mundo, pero no dejan de ser muy injustas las
etiquetas que le van colgando y que le van a acompañar por mucho tiempo.
Cuando le pregunté a Marcos por sus problemas
minimizaba, es más, negaba que siguieran existiendo. Acababa de conocerle hacía
poco y me aseguraba que todo eso que decían de él ya no era cierto. Necesitaba
que yo me creyera que no era cierto porque de lo contrario…era muy probable que
su mamá se enfadara con él aún más si yo hablaba con ella. Y él no sólo no quería que su mamá se
enfadara sino que intentaba agradarla haciendo el payasete, intentando que le
hiciera caso, protegiéndola, porque siempre decía que su padre había sido malo
con ella. Por eso “comprendía” cualquier cosa que hiciera su mamá por él. Decía
“me encierra en el cuarto por mi bien, para que yo aprenda”, “es que yo soy muy
nervioso porque tengo hiperactividad y por eso me riñe”. Al explorar quien
podía ser una persona significativa para él…nadie, absolutamente nadie de su
entorno tenía confianza en él, nadie le aceptaba incondicionalmente. O al menos el lo percibía así.
Volvamos a
Pedro. Lo que “se ve” es lo que Pedro ha logrado mostrar a los demás poniéndose
el traje de superhéroe. Bueno, poniéndose no, poniéndole. Su madre dice que se
apoya en él y que le cuenta todo porque es su pilar ya que sus con otras hijas no
se puede contar (¿un niño de 10 años puede ser el pilar de una madre
y contarle todo???). En el colegio no pueden decir cosas malas de él las
profesoras, es un niño digno de admiración (pero desconocen que se vuelve loco
cuando le llaman ese insulto tan feo de hijo de p… y que en varias ocasiones se
ha pegado con niños como él y que no se siente aceptado). Su padre dice que hace lo que
puede. Se lo lleva cuando hay situaciones de mucho conflicto en casa de su
madre o cuando ésta no está bien, o cuando le toca.
Le pregunté a
Pedro qué tal la relación con su padre y lo más que fue capaz de hacer es encogerse de
hombros y soltar un “¡pufff!, saqué un 9 en un examen y le dije muy contento que
si se alegraba de mi buena nota y me dijo ¡pues vale!”. Su padre pasa el tiempo viendo la tele o jugando a
la play. Su abuela y tías paternas pasan de él cuando le ven. Le pregunté también a Pedro que en quien se apoyaba y me dijo que en
nadie. Nadie hablaba con él de cómo estaba, de qué le interesaba.
¿Es Pedro un
niño resiliente? No. Es un niño que ha desarrollado sus propios mecanismos de
defensa para pasar desapercibido. Y lo peor. ¿Dónde están los adultos que
puedan darse cuenta que no es oro todo lo que reluce y que Pedro se siente muy
solo y triste y preocupado por su madre, y abandonado y…? Y ahí me incluyo yo.
¿Por qué no lo he visto antes si conozco a Pedro mucho tiempo? ¿Porque me dejé
llevar por lo EVIDENTE en lugar de lo OBVIO y confundí resistencia resiliente con
resiliencia? ¿Por qué no exploré con más detalle la realidad percibida desde su
mirada de niño dañado y miré con los ojos de adulto que da por hecho que si su
padre le salvaba de las peores situaciones era suficiente?
Porque di por
OBVIO LO EVIDENTE. Pensé que si lo que “se ve” es un padre protector, era obvio
que Pedro estaba así de bien por ello. Me equivoqué. Centré mi intervención profesional en "la otra parte evidentemente más conflictiva de la madre y las hijas mayores" descuidando algo tan importante como es escuchar más a Pedro. Y ahora Pedro cuando se siente escuchado y comprendido por mí en una sesión después de muchísimo tiempo, llora
desconsoladamente y desde la impotencia de no poder cambiar su vida y sus
etiquetas (positivas aparentemente pero que le pesan)dice que ya se ha acostumbrado a vivir así, a ver violencia en casa de su madre y a que nadie se interese por él.
Si es tan
importante la información que se maneje de los niños y niñas hasta el punto de
etiquetarles en un sentido u otro, y lo evidente no es siempre lo cierto ¿qué
tenemos que hacer los adultos para poder ayudarles? ¿Quién está ahí cuando nos
necesitan?
Quizás lo peor que puede preguntar un niño o niña es "¿Hay alguien hay para escucharme y ver cómo estoy?" y no tener respuesta.
Muy interesante, habrá que aprender a ver más allá de lo evidente.. y siempre hablar con nuestros niños, y más que hablar escuchar. Gracias Conchi, siempre aprendo con tus valiosas entradas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Alejandra.
EliminarEfectivamente no ha realidades universales sino realidades sentidas, percibidas. Si damos por hecho muchas cosas perdemos la perspectiva de quien las siente. De ahí la importancia no solo de hablar con ellos como dices, sino también escucharles mucho, ya que con sus verbalizaciones nos dan pistas de cómo están. Y no dejar de preguntarles para asegurarnos que lo evidente es lo cierto. Un abrazo
Sabia reflexión Conchi. Yo creo que siempre hay que hablar y escuchar a los protagonista y su versión de los hechos. "La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla", como decía García Marquez. Por eso es preciso dejar de asumir y sobretodo dejar de celebrar virtudes que no son validadas por quienes se supone que deberían hacerlo. Porque de alguna manera se minimiza su dolor y se magnifican sus pretendidas fortalezas...Muy ilustrativa la reflexión a través de los casos.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Montse. A veces las suposiciones basadas en lo que "vemos" de forma aparente nos nubla...de ahí la importancia de preguntar y sobre todo de no dejarnos llevar de nuestros criterios autorreferenciales basados en nuestra experiencia.
ResponderEliminarA los niños y niñas les encanta ser escuchados y comprendidos,pero a veces no les dedicamos suficiente tiempo pensando que hay otros asuntos más importantes.Solo el hecho de escucharles es terapéutico para ellos,les ayuda a organizar su historia, sus pensamientos...si además de escucharles les brindamos afecto, consejos positivos,reconocimiento,etc., contribuimos de alguna manera a su bienestar sin grandes inversiones y con enormes beneficios.
Un abrazo
No cabe duda que disfruto especialmente (no únicamente) de los post donde te basas en tu experiencia de acompañamiento a niños dañados.
ResponderEliminarY lo que no sé es como se puede pretender (así lo propugnan tus maestros/as) la permanencia estable del terapeuta cuando los propios adultos que rodean al niño dejan bastante que desear en reponsabilidad.
Te imagino colgada de un hilo intentando estar al lado del niño y esperando que en cualquier momento te deje de venir por cualquier movida de los adultos.
Supongo que es quí donde debemos hacer un ejercicio de Fe y esperar que nuestro contacto quizá pasajero sirva para al menos plancharle algunas arrugas como diría Tim Guenarda.
No te canses nunca.
Gracias Javier
EliminarLo de la permanencia es importante,pero no tanto en cuanto a frecuencia (puede que no los vea en algún tiempo pero se que sigo "estando" en su vida. Para ello, desde el minuto 0 invierto gran cantidad de esfuerzo en que reciban tres mensajes: "te comprendo", "te acepto como eres" y "puedes contar conmigo". Te sorprenderías de la rapidez con que constato que lo captan (yo a veces me asombro). Así,aunque sus adultos responsables no lo sean tanto,y nolos traen con la frecuencia que debieran,ellos saben que cuando vuelvan a verme (si vuelven) sigo estando,permaneciendo.
En cuanto a la Fe...profeso la Fé católica y la Fe metódica (la del método de creer en ellos y en sus posibilidades haciendo de espejo unidireccional para que sepan mirarse para dentro y de farolillo para que tengan un poco de luz). No hay mejor plancha para no tener arrugas del corazón que encuentros genuinios y auténticos con ellos, aunque sean puntuales.
Un abrazo (y no creo que llegue a cansarme nunca, no te preocupes)