En la entrada
anterior Re-descubriendo a Edith Grotberg: los ladrillos de construcción de la resiliencia (pincha encima si quieres leerla) la semana pasada comencé a compartir
con vosotros una aportación poco conocida de Edith Grotberg acerca de lo que
ella llama “ladrillos de construcción de la resiliencia” y comenzamos por la
CONFIANZA, el primero de los cinco
ladrillos que la autora propone (le siguen la autonomía, la independencia, la aplicación
y la identidad).
Antes de empezar, un apunte, bueno, mejor dicho una afirmación: Confianza(como ladrillo de resiliencia) y
apego están firmemente relacionados. ¿Qué es si no la confianza más que una
esperanza firme que se tiene de alguien o algo (una relación)? ¿Y no es el apego lo que otorga
esa seguridad que los niños y niñas tienen de sí mismos a partir de la
seguridad de base que le proporcionan sus figuras de apego?.RESILIENCIA Y APEGO: INEVITABLE Y
PODEROSO TANDEM!!!
Esta semana
seguimos construyendo resiliencia de la mano de Edith Grotberg con dos nuevos
ladrillos que paso a transcribir extraidos del libro “La resiliencia en el mundo de hoy” (Editorial Gedisa, 2006) :
“2. Segundo
ladrillo: la autonomía
La autonomía
se define como independencia y libertad, la capacidad de tomar nuestras propias
decisiones. Comienza a desarrollarse a los dos años de edad, momento en el que
el niño se da cuenta de que es alguien separado de aquellos que tiene a su
alrededor y que la gente responde a lo que él hace y dice. A través de este
sentimiento de separación, el niño comienza a entender que existen
consecuencias para cada comportamiento, aprende acerca de lo que está bien y lo
que está mal, experimenta la sensación de culpa cuando daña o decepciona a
alguien.
La autonomía
es fundamental para promover los factores resilientes y reforzar aquellos que
ya se han activado. A medida que los niños y jóvenes se vuelven autónomos, la
voluntad y el deseo de aceptar límites en sus conductas se ven fortalecidos (YO
TENGO), se promueve el respeto por ellos mismos y por los demás, se activa la
empatía, la solidaridad, así como también el hecho de saberse responsables de
sus propios actos (YO SOY). También desarrolla el manejo de sus sentimientos y
emociones (YO PUEDO). La confianza y la autonomía, como factores resilientes, pueden promoverse en
conjunto, para que de esta manera hagan del proceso de promoción de la
resiliencia un todo integrado.
Un gran número
de niños y jóvenes no logran ser autónomos. Algunos de ellos viven en hogares
donde las expresiones de autonomía significan temor a ser castigados o sufrir
daños físicos. En ocasiones cometen errores que generan respuestas de tal burla
y ridículo que estos niños y jóvenes no volverán a intentarlo. Muchos adultos
tuvieron estas mismas experiencias durante sus infancias y, en consecuencia,
nunca intentaron ser autónomos; siempre recurren a alguien más confiado, más
seguro. La confianza en sí mismos resulta destrozada. Generalmente, estas
personas son presas fáciles para los líderes que desean lograr cosas dañinas y
peligrosas.
Un punto para
comenzar a promover la resiliencia en este tipo de niños, jóvenes y adultos es
hacerles ver que está bien que cometan errores, que pueden aprender de estos.
Podemos hacer que lean historias o contárselas nosotros mismos, sobre los
fracasos que todos tenemos. Muchas personas pueden contar historias sobre sus
fracasos antes de convertirse en personas exitosas. Podemos asegurarles que los
errores no son algo de lo cual uno deba avergonzarse y, entonces, alentarlos a
correr el riesgo de cometer errores. Nosotros estaremos allí si fracasan o si
salen exitosos.
3.Tercer
ladrillo: La iniciativa
La iniciativa
es la capacidad y la voluntad de hacer las cosas. Comienza a desarrollarse
entre los cuatro y cinco años de edad, cuando el niño comienza a pensar y hacer
cosas. Probablemente hayamos comenzado todo tipo de proyectos o actividades que
no hemos podido o no hemos terminado. Pero el punto a considerar no es si lo
logramos o no; la voluntad de probar es lo realmente importante para generar la
iniciativa. Las ideas creativas en el arte y en las ciencias, los inventos y la
resolución de los problemas en todos los ámbitos de la vida requieren de
iniciativa. La creatividad se afirma en los primeros años de nuestra vida.
Necesitamos de
la resiliencia para promover aquellos factores que se relacionan con esta. Cuando
de hecho incentivamos la iniciativa, se refuerzan nuestras relaciones de
confianza con los otros, reconocemos límites para nuestros comportamientos y
aceptamos ese aliento para ser personas autónomas (YO TENGO); además, la
iniciativa refuerza la sensación de sentirnos tranquilos y bien predispuestos, y
demostrar empatía y solidaridad, mostrarnos responsables de nuestras conductas
y estar optimistas, seguros de nosotros mismos y esperanzados (YO SOY).También
nos estimulan así las nuevas ideas o modos de hacer las cosas, expresando
nuestros pensamientos y sentimientos, solucionando problemas, manejando los
sentimientos y conductas y pidiendo ayuda a los demás (YO PUEDO)….
Muchos niños y
adultos no desarrollan la iniciativa. A menudo, son reprendidos por todo el
revoltijo que generan con sus proyectos inconclusos. Se les hace sentir
culpables por haber molestado a los demás; se sienten demasiado rechazados por
aquellos a quienes pidieron ayuda y, en consecuencia, sienten que no merecen
ser ayudados. Nadie se preocupa; nadie estaba interesado en ayudarlos. Con el
tiempo, dejan de querer o tratar de tomar la iniciativa para hacer algo…
Para intentar
desarrollar la iniciativa podemos incentivar a los niños y jóvenes a decidir
qué es aquello que les gustaría hacer. Podemos hablar acerca de las maneras de organizar planes con sus
amigos, ayudarlos a reconocer diferentes posibilidades de poner en práctica
estos planes, considerar las consecuencias que pueden aparecer y cambiar lo que
sea necesario. Estaremos allí para ayudarlos a sobrepasar los obstáculos y
aprender tanto de sus éxitos como de sus errores. Por supuesto, podemos también
orientar a los adultos utilizando un lenguaje más apropiado para la edad, pero
con el mismo propósito. Ayudémoslos para que puedan ver en el fracaso una gran
experiencia de aprendizaje; les permitirá abrirse a nuevas ideas para encontrar
el éxito.”
¿Cómo expresar
mejor algo tan obvio y contundente de una manera tan clara? Edith Grotberg no
deja de sorprenderme…. Creo que el pararse a leer con detenimiento
estas reflexiones sencillas pero importantes puede facilitar ese proceso de promoción de la resiliencia
dándonos pistas acerca de como acompañar a niños y niñas en este camino serpenteado de sus
vidas (en mayor o menor grado) construyéndose como persona.
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