Si, ya sé. No existe la palabra “ghosting”
en el diccionario, pero quizás se añada como neologismo próximamente. Para mí es lo
contario a bullying, pero en el ámbito familiar. Si en el bullying te acosan, lo que caracteriza al ghosting es la invisibilidad que los otros te hacen sentir.
Ser una buena estudiante, una
buena hija, una buena amiga, una buena compañera….es una tarea fácil para quien
tiene suficiente recursos personales y los sabe emplear a fondo en cualquier
momento. Pero ¿cómo serlo cuando las circunstancias y las personas te
convierten en un fantasma, en un cero a la izquierda? ¿Es la adversidad siempre
algo muy desastroso como tener padres alcohólicos que no te atienden, que se
queme en un incendio tu casa o que se haya muerto un familiar cercano?¿Hay
adversidades cotidianas que impactan tanto o más que los grandes eventos comentados?
Carla es la pequeña de dos
hermanos, y es como lo descrito anteriormente. Es la BUENA. Tiene once años y nunca ha dado
problemas. No así Pedro, su hermano mayor de catorce años, quien desde hace año
y medio tiene una conducta agresiva cuando se enfada, le han expulsado varias
veces del colegio, discute y grita todos los días con su padre, desobedece a su
madre…Es el PROBLEMÁTICO.
Todos tenemos roles en la familia
que de manera implícita y explícita marcan lo que se espera de cada uno. De
Carla se espera que siga siendo una chica agradable, que siga estudiando como
siempre, que sea como ella es. De Pedro se espera que sea un adolescente
desagradable, que empiece a tener problemas con los estudios porque no le
dedica tiempo, que sea como él es. Todo ello en una familia competente, con
valores, con una cohesión familiar como centro de interés pese a los
conflictos.
Desde que empezaron los problemas
con Pedro parece que en esa casa no exista otro tema. “Pedro desobediente,
Pedro no va a cambiar. Pedro dice cosas pero no las cumple”. Siempre Pedro. La
situación se ha ido agravando en las últimas semanas en las que el conflicto ha
aumentado y por tanto la tensión familiar y el desconcierto.
Las sesiones familiares con todos
reflejan que Pedro tiene unos padres que se preocupan de él pero que están
desbordados. Pedro está agobiado pero quiere cambiar y reconoce su falta de
control. Carla…¿qué papel tiene ella en este conflicto?
La implicación y necesidad de
cambio de toda la familia les lleva a acudir muy motivados a las sesiones,
donde se mezclan reproches con reconocimientos, críticas con elogios,
esperanzas con desesperanzas. Parece haber un monotema. Desde el principio en
las sesiones se intenta por parte de la psicóloga que Carla participe, que pueda opinar, que aporte
cosas. Pero ¿qué puede aportar un fantasma en un conflicto viviente?
En la tercera sesión aparece un
nuevo mini-problema. Carla está presentando un comportamiento poco habitual,
más desobediente y contestona (que por supuesto se atribuye por los padres a
modelado de su hermano). El foco, centrado únicamente hasta ahora en Pedro, de
repente gira en la sesión a la BUENA.
Y algo ocurre cuando la luz
apunta directamente al miembro fantasma de la familia, cuando al ser preguntada
por cómo está viviendo ella lo que ocurre en casa, responde –previa mirada con
cierta vergüenza a sus padres- que siente que no existe, que no la tienen en
cuenta. Que cuando comienzan a discutir la mandan al cuarto o que se vaya a
pasear. Que se esconde cuando comienzan a elevar el tono de voz para ver qué
pasa. Que hace cosas graciosas para intentar que estén contentos…Y sobre todo,
que tiene mucho miedo y rabia.
Parece que el fantasma se quiere
hacer visible pero no le dejan. Se ha cansado de ser invisible y ahora necesita que la vean aunque para ello tenga que portarse mal. En un intento de buena intención su familia
quieren mantenerla al margen sin atender que ella también siente y sobre todo se
siente parte de la familia. El vacio que supone dejarla al margen es para ella
una adversidad seguramente mayor que la crisis económica de la familia, o la
enfermedad grave de su madre, o el acoso que unas niñas de su colegio le hacen
en el patio. La adversidad del no sentirse visible es fuente de sufrimiento no
solo en Carla sino en muchos niños y niñas.
Soluciones a la invisibilidad:
mientras el foco siga centrado sólo en su hermano pocas. Hasta las plantas más
robustas y resistentes necesitan un rayito de luz que les alimente.
La invisibilidad total o parcial
conlleva emociones que hacen sentir muy mal a los niños y niñas. Recientemente
lo he podido constatar en varios casos como en la niña a la que su familia no le
hablaba de la muerte de un familiar muy cercano para evitar los malos momentos,
cuando el resultado es que, al ver llorar a escondidas a su mamá, pensaba que era
porque estaba enfadada con ella porque se había portado mal –además de llorar
ella en silencio y en su cuarto porque se había enterado escuchando una
conversación de la muerte de su tía-.
Por no hablar de los conflictos de pareja en los que los niños
forman parte muchas veces activa aunque los padres dicen “discutimos sólo
cuando ellos se acuestan” (como si la comunicación no verbal no existiera o las
paredes no fueran tan finas como para no escuchar, seguro que con miedo y rabia
también, las discusiones de los mayores).
Los niños y las niñas no son fantasmas. Es cierto
que no podemos implicarles de manera directa en temas que sólo los mayores han
de resolver, hay que transmitirles seguridad y fortaleza, pero no hablar de los
temas no supone que no existan, sino que se vivan como una adversidad de mayor
grado. Es importante que sientan que les escuchamos, les comprendemos
y sobre todo, que les sentimos parte de la familia. Darles voz no significa darles voto para que se posicionen o decidan. Darles voz significa hacerles visibles y visibilizar las relaciones y los eventos que envuelven a la familia porque tienen derecho a ello y porque a los humanos no nos gusta que los otros nos vean como fantasmas, sino parte de un grupo imperfecto llamado familia que nos ayuda a crecer y desarrollarnos y a experimentar, ya desde pequeños, adversidades que, si son compartidas, se llevan mejor.
REALMENTE LE FELICITO.... MIL GRACIAS,,POR SU ENSEÑANZA,, ES NECESARIO QUE CONOZCAMOS TODOS DE ESTOS Y TODOS SUS TEMAS,,
ResponderEliminarmuy buenos comentarios..gracias por las enseñanzas,,,
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Shirley Méndez!!! Lo cierto es que si los adultos no nos damos cuenta de este sufrimiento por parte de los niños y niñas y nos centramos sólo en lo evidente, aumentamos sin saberlo su dolor. Es importante contar con ellos, ofrecerles un espacio de escucha y de expresión de sentimientos. Las emociones no son en sí mismas ni buenas ni malas, pero si no pueden expresarlas difícilmente podrán integrarlas en su día a día.
EliminarUn abrazo!!
Brillante, feliz santo
ResponderEliminarMuchas gracias, por el comentario y por la felicitación!!!
ResponderEliminarUn abrazo
Interesante, muy interesante. Los adultos a menudo pensamos que protegemos cuando en realidad negamos la posibilidad de crecimiento a través del acompañamiento frente a situaciones adversas. Qué útil sería que acompañaramos a nuestros hijos en ese proceso de enfrentarse a las cosas difíciles y complejas del vivir, les ayudaríamos a tener herramientas para manejarlas en el futuro. Insisto, gracias por hacernos pensar...
ResponderEliminarGracias por tu comentario Montyfa. Tus palabras son muy bonitas y las comparto totalmente. Como dice la frase "a veces con las mejores intenciones se obtienen los peores resultados". Por evitar que sufran callamos su voz y no les enseñamos a hacer frente a algo tan humano como las emociones y a superar dificultades, ya que no siempre podremos evitar las adversidades.
EliminarUn abrazo.