Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.
(Poema
de la Madre Teresa de Calcuta)
Quizás
no pueda describirse mejor que con este precioso poema la forma en que, de
manera explícita muchas veces y de forma velada otras tantas, los padres y
madres vamos cumpliendo la tarea de educar a los hijos.
Cuantas
veces nos hemos lamentado de lo ingrato de esta tarea, de que por más que se
repiten las cosas los hijos siguen actuando igual y no cambian, que las
enseñanzas caen en saco roto. Nada más lejos de la realidad. Todo llega, lo que
pasa es que a veces el tiempo está reñido con las circunstancias, que hacen que
aquel se alargue en muchas ocasiones dando lugar a procesos casi interminables
como la adolescencia tardía, o una infancia salpicada por la dificultad para
instaurar hábitos como la higiene, el orden, la planificación en el estudio,
etc. Eso no significa que las enseñanzas no impregnen de sentido las
experiencias de los hijos e hijas, sino que muchas veces se dan otros factores
que influyen en los resultados. La mayor o menor maduración emocional, el grado
de desarrollo cognitivo que facilita la planificación y el razonamiento, la
existencia de alguna alteración o trastorno en la infancia, por ejemplo, pueden
influir de manera positiva o negativa en ello.
La
madre Teresa de Calcuta tiene razón cuando resalta la importancia de lo
aparentemente imperceptible. La huella del camino enseñado por los padres
perdura en el mapa de vida los hijos, de tal manera que en función de cómo haya
sido su paso (la relación y las competencias parentales) se dibujará un camino
u otro. No es lo mismo el paso acompasado de una educación basada en la
coherencia educativa (disponibilidad, sensibilidad, flexibilidad, afecto,
normas y límites) que el paso de una apisonadora que arrolla cuanto hay en el
camino como ocurre en muchas familias en las que los padres no respetan y
humillan o maltratan a sus hijos desde una educación escudada tras el
autoritarismo.
¿Qué
puede hacer un niño o niña que crece en un contexto familiar violento,
acusador, tóxico? Sobrevivir en muchos casos, vivir en el horror en algunos
otros. Suerte que existen procesos casi mágicos resilientes que permiten que
emerjan las fuerzas suficientes con la ayuda de personas que valoran, protegen
e impulsan a niños y niñas a dar sentido a su vida, al autoconocimiento, a la
superación.
Y
en esto de equivocarse como padres y madres (que somos humanos y por ello no
estamos exentos de errores) es de ley tomar conciencia de qué es lo que nos
hace errar. No es lo mismo no saber hacer que pretender hacer con los hijos e
hijas aquello que no pudimos conseguir, intentar que cumplan sueños impropios e
inapropiados, mantener ceguera ante las verdaderas necesidades e intereses.
Los
moldes de escayola generan figuras idénticas. La educación sin embargo, moldea
sin moldes, sin hormas. Cada manifestación de afecto, cada vez que se hace
cumplir normas realistas y adaptadas a la edad, cada palabra de aliento, cada
enseñanza de valores mediante el ejemplo, va moldeando, van abriendo un camino
de vida. Que va a ser distinto para cada hijo e hija. Otra cosa distinta será qué derroteros o rumbos van seguir, no lo podremos saber. De ahí la
importancia de darles suficientes herramientas personales para que superen los
posibles baches o dificultades con que necesariamente se van a encontrar.
Como
en otras ocasiones, comparto con vosotros un material que creo que puede ayudar
a conseguir esto de darles herramientas. Se trata de una publicación de UNICEF
(2008) que tiene por título “Ayudemos al niño a crecer feliz”(http://www.unicef.org/uruguay/spanish/Ninos_Contentos_1_final_20070706.pdf) y que ofrece
orientaciones dirigidas a padres o tutores de niños y niñas de 6 a 12 años. ¡Qué título más bonito por cierto!
A continuación se recogen algunas pautas interesantes, inteligentes y
apropiadas que ofrece la publicación:
“AYUDARLO A SER INDEPENDIENTE
1. Aceptar su individualidad. Debemos evitar las comparaciones porque,
por lo general, son muy dañinas. Y debemos aceptar que el niño pueda querer
para sí mismo algo diferente de lo que nos gustaría para él. Aunque nos cueste,
debemos admitir que es una persona distinta y tiene derecho a elegir entre
opciones, así como a desarrollar gustos diferentes a los nuestros.
2. Incentivarlo a explorar su mundo. Es importante alentar la curiosidad y el
interés del niño, en especial a través del juego y la lectura. Y en tanto
explora el mundo, debemos enseñarle a confiar en sí mismo permitiéndole tomar
decisiones paulatinamente.
3. Ayudar a que encuentre alternativas para lo que quiere. Explorar las
ventajas y desventajas de las opciones que se le ofrecen permitirá al niño no
sólo tomar decisiones, sino también formar su propio criterio en base a las
pautas y los valores que los padres le trasmitimos. En un mundo plagado de
mensajes ambiguos -y hasta engañosos-, la exploración será una herramienta
fundamental en su vida.
4. Darle libertad para resolver sus problemas. El niño necesita
desarrollar actividades solo, por más que le resulten difíciles. Si se lo
permitimos, contribuiremos a que aumente la confianza en sí mismo.
5. Respetar su ritmo de crecimiento. Se habla mucho de la importancia de
la estimulación, y los logros de nuestros hijos nos llenan de orgullo. Sin
embargo, no debemos forzar al niño a hacer determinadas cosas -como andar en
bicicleta o aprender a escribir- antes de lo debido. Su capacidad para hacerlo
dependerá de su madurez física, psíquica y emocional. Cada niño tiene sus
ritmos. Si estimulamos a nuestros hijos respetando sus tiempos, ellos podrán
desarrollar sus habilidades en forma paulatina y de acuerdo con sus edades.
AYUDARLO A SER MÁS FUERTE
1. Mostrar que tenemos una imagen positiva de él. Debemos reconocer ante el niño los aspectos positivos de su personalidad y de sus actitudes, así como sus logros, por más “pequeños” que éstos parezcan. Felicitemos a nuestro hijo por su esfuerzo, independientemente de los resultados que logre. Y evitemos atacarlo o condenarlo por sus fracasos. Sigamos su desarrollo con interés, para que perciba lo importante que él es para nosotros.
2. Enseñarle a expresar sus sentimientos. La manera ideal de lograrlo es expresando nuestros propios sentimientos, tanto los de alegría y felicidad por nuestro hijo como los de enojo o frustración por algo que nos ocurrió.
3. Ante un comportamiento que nos parece malo, demostrar que nos molesta el acto, pero no el niño. Delimitando claramente lo que nos molesta de su actitud, ayudaremos al niño a cambiar el comportamiento negativo.
4. Mostrar la incondicionalidad de nuestro amor. El niño necesita sentirse seguro y querido, aun cuando “nos saque de quicio”. En casos así, conviene esperar a que el enojo pase para tratar de entenderlo. La comprensión debe predominar en las buenas y en las malas; y debemos ser capaces de apoyar a nuestro hijo tanto en sus alegrías como en sus tristezas. Expresiones como “no te quiero más” no educan y, por el contrario, tienen un efecto devastador en el niño.
5. Evitar criticarlo por su forma de ser. Cada niño tiene su propio carácter y su forma de ser. Aunque en ocasiones a los padres nos cueste aceptar la forma de ser de nuestro hijo, debemos hacerlo. Un buen ejercicio para lograrlo es recordar el alivio que sentimos cuando a nosotros mismos nos aceptan con nuestros defectos e imperfecciones.
6. Evitar el rezongo constante. A nuestros hijos les cuesta asimilar todas las reglas de los adultos. Si los rezongamos permanentemente, acabarán siendo niños cohibidos o dejarán de prestar atención a lo que les decimos como estrategia de adaptación.
7. Evitar las amenazas. La amenaza no es el camino indicado para que el niño haga caso. Es más sencillo y respetuoso explicarle qué comportamiento esperamos de él, y las ventajas de comportarse de ese modo, que amenazarlo."
Estas y otras muchas cosas interesantes podéis encontrar en la publicación, os invito a que la exploréis.
Espero que sean de vuestro interés.
enhorabuena por el post y por tu regreso que nos tenías ya un poco preocupados jejej. la verdad es que el poema es precioso, pero la manera en que lo has resonado es lo que lo hace aún más interesante. El día a día, las rutinas, las pequeñas nadas son las que van esculpiéndonos (a padres e hijos) y renunciar a ellas es la peor de las decisiones. Sigo viendo a padres y amdres obsesionados por el colegio trilingüe, las extraescoalres de calidad, ... y abandonan esos espacios naturales de crianza que están por encima de cualquier metodología pedagógica formal,
ResponderEliminarun besazo.
Hola Iñigo!! Qué bueno leerte por aquí y más para recoger esa bonita frase que dices "El día a día, las rutinas, las pequeñas nadas son las que van esculpiéndonos (a padres e hijos) y renunciar a ellas es la peor de las decisiones", que pone el acento en la idea central del post. Mi "regreso" tardío responde más a ocupaciones varias que a falta de ganas de escribir, espero que sea circunstancial!. Un super abrazo para tí!!
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