¿Recuerdas cómo eras siendo adolescente? ¿Qué cosas te preocupaban? ¿Había aspectos de tí mism@ que no te gustaban? ¿Te veías diferente a l@s otr@s? ¿Son iguales todas las adolescencias? ¿Qué es para tí la identidad?
Ahí va la entrega final de esta serie:
"5. Quinto
ladrillo: la identidad
Desarrollamos
nuestra identidad durante la adolescencia. Las preguntas más importantes que
uno se formula durante estos años son:
- ¿Quién soy yo?
- ¿Cómo me veo con respecto a los otros de mi
edad?
- ¿Cómo son mis nuevas relaciones con mis padres
(y otras figuras de autoridad)?
- ¿Qué he logrado?
- A partir de aquí, ¿hacia dónde continúo mi
camino?
Cuando
obtenemos respuestas satisfactorias a estas preguntas estamos mostrando
nuestras habilidades para controlar nuestro propio comportamiento, para
comparar nuestras conductas con los estándares aceptados, para ser útiles y
poder brindar apoyo a los demás, para utilizar nuestra fantasía e iniciativa
con el objetivo de hacer realidad nuestros sueños y para reconocer la
importancia que tiene el idealismo en el momento de pensar y planear el futuro.
En otras palabras, los factores resilientes no solo deben estar desarrollados
sino que debemos estar disfrutando de ellos.
Muchos
adolescentes que no pueden obtener respuestas satisfactorias a estas preguntas,
comienzan a dudar de sí mismos y a sentirse inseguros en cuanto a quiénes son
verdaderamente. Sienten que nadie los comprende, incluso ellos mismos. Pueden
encontrarse totalmente confundidos en cuanto a las actitudes que deben tomar y
cuál es su papel en la vida. Estos sentimientos de inseguridad pueden generar
frustraciones, enojo, sensación de desesperanza. Observamos, cada vez más a
menudo, que muchos de estos jóvenes se vuelven agresivos y, de hecho,
depresivos. Un número importante de adultos continúa con estos mismos
conflictos, pasan incontables horas y pagan abultadas sumas de dinero tratando
de descubrir su identidad. Tal vez necesiten comprender que todos cambiamos
permanentemente como resultado de nuestras experiencias, de nuevos análisis
interiores y de las nuevas adversidades.
El pilar de
construcción de la identidad completa los cinco pilares fundamentales de la
resiliencia. Toma los factores resilientes importantes de cada etapa evolutiva
y los integra para utilizarlos en las situaciones donde debemos enfrentar las
adversidades de la vida.
Una puerta de
entrada para comenzar a promover la identidad puede ser ayudar en el desarrollo
de las capacidades interpersonales y en aquellas que ayudan a la resolución de
conflictos. Lo podrían hacer discutiendo acerca de las capacidades
interpersonales que tienen los individuos y aquellas que necesitan. Las
capacidades sociales incluyen el hacer amigos que nos desafíen de manera
constructiva, aprender a escuchar y a saber cómo expresar nuestro enojo,
decepción, desacuerdo y empatía. Tal vez tendremos que comenzar a trabajar con
un vocabulario sobre las emociones. Muy pocos adolescentes (y adultos) pueden describir
con precisión sus sentimientos y contarle a alguien cómo se sienten
exactamente. Algunos desconocen cómo ser un buen amigo y necesitan ayuda para
lograrlo: mostrar lealtad, compartir, ayudar, confiar.
Gran cantidad
de adolescentes necesita ayuda para llegar a un acuerdo sobre su tendencia a
involucrarse en actividades que los sobreestimulan. Casi todos ellos disfrutan
de la excitación, de las nuevas experiencias y de las conductas que involucran
correr riesgos. Sin embargo, esto puede volverse autodestructivo, y uno debe
ayudarlos a ver los potenciales peligros. Podemos sugerirles que busquen hacer
amigos para disfrutar de actividades excitantes y divertidas pero no
autodestructivas. Este tipo de amistades
pueden ayudarlos a evitar el aburrimiento mientras mejoran sus capacidades
sociales. Los adultos que no están seguros de su identidad o disfrutan de
seguir siendo “adolescentes”, generalmente continúan desarrollando conductas
riesgosas.
Podemos también
brindar ayuda para que estos adolescentes mantengan sus lazos familiares, pero
con algunos cambios en sus relaciones. Podemos hablar con ellos sobre su
necesidad de mayor privacidad, sobre la necesidad de que sus ideas sean tenidas
más en cuenta y sobre su deseo de poder negociar algunas de las reglas de
comportamiento. Ayudémoslos a encontrar los caminos para poder dialogar con sus
familias sobre estas nuevas necesidades que ellos experimentan.
Las siguientes
pautas pueden ser tenidas en cuenta para promover la resiliencia en jóvenes
adolescentes:
1.
Equilibrar la autonomía con la ayuda, que debe estar
siempre disponible pero no impuesta.
2.
Moderar las consecuencias de los errores con
amor y empatía, de manera que el joven se permita el fracaso sin sentir
demasiado estrés o temor a la pérdida de la aprobación o del amor.
3.
Dialogar y negociar sobre algunos límites para
aumentar la independencia; conservar sobre las nuevas expectativas y los nuevos
desafíos.
4.
Incentivar al adolescente a aceptar la
responsabilidad de las consecuencias de su comportamiento, mientras se le
demuestra confianza y optimismo sobre el resultado esperado o deseado.
5.
Alentar y moderar la flexibilidad para elegir
distintos factores resilientes cuando una situación adversa cambia. Por ejemplo,
ante una situación muy difícil, buscar ayuda y no permanecer solo. Demostrar empatía
en lugar de continuar ofuscado y miedoso. Compartir los sentimientos con un
amigo en lugar de continuar sufriendo solo.
Un resumen de
indicaciones para promover la resiliencia en los jóvenes incluye que usted:
a) Construya confianza
b)
Se concentre en la persona, no en el conflicto
c) Mantenga una actitud positiva
d) Establezca grandes expectativas y provea la
ayuda necesaria para que el joven pueda alcanzarlas.
Examine la
resiliencia haciendo lo siguiente:
- Proporcione oportunidades para un trabajo serio
y un compromiso comunitario
- Comprometa a los padres
- Genere un sentido comunitario.
Podemos
también ayudar tanto a los jóvenes como a los adultos a trabajar en un plan de
amplio alcance. Necesitan planear no solo para mañana sino a largo plazo. Podemos
sugerirles que consideren sus opciones e identifiquen a aquellos que podrían
ayudarlos con sus planes a largo alcance. Debemos incentivarlos para que
consideren las adversidades a las que posiblemente se enfrenten –falta de
dinero, falta de cumplimiento con los requisitos solicitados, tener que asistir
a cursos distintos de las materias que desearían tomar- y ajustar sus planes
para enfrentar dichas adversidades. Los adultos que se encuentren en
situaciones similares en sus vidas podrán sacar beneficios de este tipo de
ayuda.
El temperamento
de cada persona determina, de alguna manera, cuáles son los factores
resilientes que les resultan más naturales para utilizar, cuáles resultan
difíciles de promover y cuáles fueron las acciones que se realizaron. Básicamente
el temperamento es la velocidad con la que una persona reacciona al estímulo.
En otras
palabras, ¿reaccionamos casi sin pensar cuando algo sucede? ¿O respondemos muy
lentamente, casi sin movernos a la hora de actuar?. La diferencia resulta muy
importante, ya que si reaccionamos de una manera rápida, necesitaremos promover
la determinación de límites y el manejo de la conducta con un control más
estricto que en una persona que reacciona de forma lenta y que, de hecho,
necesita aprender a reaccionar más rápidamente, en especial frente a
situaciones críticas. El temperamento es parte de nosotros y no cambiará. Sin
embargo, podemos aprender a reconocer nuestra tendencia a reaccionar muy
rápidamente y aprender cómo debemos manejar nuestras respuestas para no actuar
de forma precipitada. Si somos lentos para reaccionar, tal vez queramos
practicar formas de respuesta a situaciones amenazantes, de manera que no nos
veamos conmocionados por la velocidad en que suceden las cosas."
No hay comentarios:
Publicar un comentario