"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

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lunes, 6 de mayo de 2013

Los niños del “diente de león” (o de cómo resulta que Winnie the Pooh era un oso resiliente)

No penséis que me ha dado un ataque viral y que ahora me dedico a etiquetar a diestro y siniestro a seres reales e imaginarios como resilientes después de estar dándole muchas vueltas a este tema. Y eso que si se analiza la literatura infantil está repleta de protagonistas resilientes que sobreviven en circunstancias terribles, como la pobre Blancanieves que tenía una madrastra perversa cuya maldad perseguía su muerte; o el pequeño Rey León al que la ambición de un tío paterno le dejó huérfano; o la infeliz Cenicienta que vivía con una madrastra y unas hermanas que la rechazaban y humillaban continuamente…

Lo de que Winnie the Pooh es resiliente ni siquiera lo he inventado yo. Lo dice Stefan Vanistendael autor de la famosa casita de la resiliencia (podéis leer sobre ella en la entrada ¡Manos a la obra…construimos resiliencia!), y uno de los autores de referencia en el tema, en un artículo en la Revista Monitor Educador nº 131 (2009).


Habla Vanistendael en dicho artículo de la metáfora empleada por los noruegos con aquellos niños que pueden desarrollarse bien a pesar de tener dificultades muy grandes en su vida a los que les ponen el nombre de los niños del ‘diente de león’. Esta es una planta muy familiar por encontrarse habitualmente en cualquier jardín y en las praderas de cualquier campo. Aunque su flor central es amarilla, al madurar da lugar al famoso molinillo de viento blanco, que todos hemos soplado alguna vez pidiendo un deseo. Resulta curioso cómo de una planta que puede desarrollarse pese a las circunstancias adversas de su entorno, surge este molinillo tan frágil como hermoso.
 
En este artículo que os comento escrito por Vanistendael no hay párrafo que tenga desperdicio. A continuación transcribo algunos de ellos (lo que no está en cursiva son comentarios míos):
 
"Las bases de la resiliencia se dejan curiosamente explicar muy bien con la ayuda de un héroe de muchos niños, Winnie the Pooh.  Su historia es imaginaria, para niños, pero sin embargo sería válida para los propios adultos.
 
Dejémonos guiar por Winnie por un instante, muy seriamente.  Parece que Winnie es un osezno solitario, sin familia conocida. Así como todo osezno debe tener padres, no sabemos si se ocuparon de él. Podría haber sido educado en una institución. Sabemos también que no es muy brillante. Winnie se plantea regularmente su falta de inteligencia, pero sin considerarse un desgraciado o caer en la depresión. Su gran amigo Christopher Robin lo quiere mucho, pero a veces trata a Winnie con negligencia. No es muy agradable. ¿Qué futuro hay para un pequeño osezno en estas condiciones?
 
Winnie siempre nos sorprende porque parece que le gusta su vida. Acepta los límites de su inteligencia. Le encanta inventar pequeñas canciones. En cada situación se plantea la pregunta: ¿qué puedo hacer? Y si piensa que necesita ayuda va a buscarla entre sus amigos. Es muy atento con otros animales del bosque donde vive y, en caso de equivocarse, a menudo es él quien encontrará una solución. Los expertos pueden preguntarse quién le ayuda a salir de tales situaciones. Está bien rodeado, pese a la ausencia de su familia. Una magnífica descripción del mandala de la resiliencia: iniciativa, introspección, creatividad, capacidad de relacionarse, moralidad, humor, independencia. ¿Qué dirían Wolin & Wolin los creadores de este mandala sobre este Winnie resiliente?

Su amigo Christopher cree en él y le ayuda. Le da tareas, ni demasiado fáciles ni demasiado difíciles, desafíos ni demasiado duros ni demasiado ligeros. A veces Winnie y él deben descubrirlo juntos. Winnie está rodeado de animales que le quieren, cada uno a su manera. A Winnie le gusta participar en proyectos comunes, tiene sus pequeños placeres en la vida, como la miel y la leche condensada. Todo esto se puede concebir prácticamente como un mini tratado de resiliencia. ¿No os recuerda a Grotberg? “Yo tengo…Una o más personas dentro de mi grupo familiar en las que puedo confiar y que me aman sin condicionamientos, es decir, de forma incondicional; una o más personas fuera de mi entorno familiar en las que puedo confiar plenamente; personas que me alientan a ser independiente”… Vínculos afectivos y buen trato por parte de los que son importantes. ¡Miel que alimenta el corazón!
 
Hay muchos niños en dificultades - y también adultos - que nos dicen en cambio que una vida mejor es posible. La cuestión es: ¿qué podemos construir juntos, con el niño, y con su familia? Un niño, como todos nosotros, se crea en encuentros positivos que están en un marco formal y profesional, también en la red de amigos, de vecinos o de la familia. La importancia de la red social. Lo que mis amigos Sagra e Iñigo del Centro de Preservación Familiar llamarían experiencias cristalizadoras. La resiliencia es un concepto intersubjetivo, sólo puede nacer y desarrollarse en la relación con el prójimo...la importancia de los tutores de resiliencia.
 
Y como Winnie, hay un niño en todos nosotros, necesitamos por lo menos a una persona alrededor nuestro que quiera nuestro bien, que verdaderamente crea en nosotros, que nos acepte siempre, aunque hagamos tonterías y no esté de acuerdo con nuestro comportamiento.
 
Como Winnie, cada niño - y cada equipo – necesitará cosas positivas que le aten a la vida:

- proyectos,

- pequeños placeres creados,

- de la belleza,

- de indicaciones y normas,

- responsabilidades según sus posibilidades,

- el contacto con la naturaleza,

- las historias,

-  su propia historia…

Esto es lo que da una sensación de que tu vida tiene sentido. Este principio de sentido en la vida diaria no se debe descuidar. Está bien que este sentimiento esté rodeado de humor y amor, aunque con demasiada atención estos dos conceptos pueden destruir el fin buscado. La importancia de encontrar el sentido, que junto con los recursos internos y los recursos externos forman parte del modelo sináptico Romeu de la resiliencia (¿no, Javier?). Además, amor y humor en su justa medida, como acompañantes en la senda de la vida para encontrar un sentido o una resignificación.
 
Otros elementos que contribuyen a la resiliencia se incorporan sobre esta aceptación fundamental y sobre este descubrimiento de sentido: el aprendizaje de competencias, la estima de uno mismo, la alegría de vivir y el humor.
 
Todo esto no es verdaderamente revolucionario. Todos lo necesitamos, hasta en la vida ‘normal’. Pero ahora también sabemos que lo necesitamos especialmente en las situaciones difíciles. Esto supone que cambiemos nuestra visión sobre los niños, los adultos, la vida, que busquemos con inteligencia, con pasión, con paciencia, los puntos positivos que permiten construir algo por encima de los problemas. A su vez supone que nos neguemos a reducir a un niño a sus problemas. Un niño nunca es un problema. El niño tiene problemas. Separar la persona de la conducta, reconocer su valor, su dignidad. Alejarnos de visiones culpabilizadoras y focalizar la atención abriendo el objetivo, situando al niño en el centro de su entorno como ser capaz y con fortalezas, en lugar de acentuar sus debilidades o puntos débiles.
 
Este punto positivo puede ser pequeño e insignificante a nuestros ojos, pero para el niño puede significar mucho, como la miel para Winnie. En lugar de ver la vida como un taller donde hay que reparar averías y defectos, deberemos aprender a situarnos en la vida como un niño con elementos de una caja de construcción. Con posibilidades, con metas de crear una construcción resistente. Cada mirada de aprobación, cada gesto de cariño, cada palabra de elogio… constituyen el cemento que va uniendo esas piezas de edificación.

Por lo tanto, poco a poco la resiliencia nos invita a articular la esperanza y el realismo, de acuerdo con la hermosa fórmula del profesor alemán Friedrich Loesel. El realismo y la esperanza son la vida. Si falta el realismo, vivimos en peligrosas ilusiones; si falta la esperanza, podemos caer en la trampa del cinismo que ahoga a la vida.
 
El ‘diente de león’ crece en lugares sorprendentes e inesperados. Es como un símbolo de  realismo que se une con la esperanza.”  
 
Como habéis podido comprobar, todo un mini tratado de resiliencia infantil expuesto magistralmente por Vanistendael.
 
 
Y ahora soplemos todos imaginariamente uno de esos remolinos de diente de león y pidamos un deseo compartido: que el compromiso social de todos consiga mantener la ilusión y la esperanza de un mundo sensibilizado con la infancia.

 

8 comentarios:

  1. Conchi:
    A mi con los modelos me pasa lo mismo que a Groucho Marx con los principios.... si no te gusta el mío... ¡tengo más!
    Fuera de bromas el texto de Stefan y el tuyo me gusta porque me recuerda a cosas que la gente sabía y de la que hablaba hasta que llegamos los licenciados, los universitarios, los profesionales.... a complicarlo y tecnificarlo todo. Al final esto de la vida es mucho más sencillo: quieres, te quieren, quieres que te quieran, te quieren querer... y con todo ese entramado la vida se tiñe de sentido (o no)
    Esta mañana una conocida que se plantea acoger (no mayor pero tampoco jovencita) me decía "Necesito que mi vida tenga sentido"
    Cuando quede con ella le explicaré que eso está muy bien pero que no se olvide que si ella lo necesita, el niño o niña que acoja más todavía (porque de momento la vida ha sido más borde con él que con ella)
    En el fondo esta chica quiere querer y quiere que le quieran. Como todo el mundo.
    Gracias por tanto por combinar tu sapiencia terapéutica con tu sensibilidad humana.

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    1. Javier,aunque tengas más modelos en la chistera...el que tienes nos sirve,ya que además me consta que sufre las transformaciones propias del que profundiza más en el tema (hablo de taburetes y esas cosas).

      Sobre lo de querer, que te quieran,que quieras que te quieran y que te quieran querer...he echado en falta ..y "que puedan o sepan querer". Es así,el afecto es una necesidad universal y básica, pero a veces la forma en que se quiere no es sana (por ejemplo esas relaciones fusionales y asfixiantes parentales o de pareja)porque no saben querer bien; y otras veces es difícil o no se puede querer cuando entran en juego otras emociones negativas contrarias que difuminan los afectos (desengaños, maltrato, violencia de género).
      Reto: una entrada sobre las formas de querer y resiliencia
      Un abrazo

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  2. yo leí un libro sobre esto, el MASKROSSBARN y habla de las formas en que puede crecer el niño-cardo, cómo ayuda el tener una mascota y una planta para cuidar, es mucho más amplio y mas serio como diagnóstico, además Puh tiene la miel mágica y los niños, no. Saludos

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    1. Gracias por tu comentario.Yo no había leído nunca ese término que comentas sobre el MASKROSSBARN al igual que fue un descubrimiento para mí lo de los "niños diente de léon" por parte de Vansitandael. Efectivamente como dices tú el tener una mascota, un libro, la música...pueden hacer de tutores de resiliencia como dice Cyrulnik. Indagaré más ese concepto que nos aportas.

      Y estoy de acuerdo en que los niños no tienen la miel mágica que les libre de apuros como Winie, pero quizás lo que podamos hacer los mayores que estamos a su lado es ayudarles a descubrir su propio tesoro interior (sus fortalezas), los recursos de su entorno y a encontrar un sentido a su vida.

      Un abrazo

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  3. Mi hija acaba de morir después de más de un año de cáncer...Dejó tre niños de 14, 13 y 10 años y me interesa enormemente conocer acerca de procesos de resiliencia en casos de orfandad. El padre ha sido maravilloso, se ha encargado de estar permanentemente estos dos meses con sus tres varoncitos, realizando todo lo que Carola, mi hija hacía: colegios, deportes, deberes,ropa,juegos, reunión de familia extensa...en fin,veo que su dedicación a ellos es total. Pero...no logro entender bien a los chicos, que pareciera nada ha sucedido. Mi hija era muy autoritaria, un poco bastante violenta con los niños,(mucho grito, mucha exigencia escolar, de apariecia,horarios,etc) muy estructurada- como buena ingeniero que era. Veo a los chicos más relajados, liberados,compinches con el padre, y sin muchas ganas de ver a sus abuelas. Los varones de la familia (mi hija tenía 6 hermanos entre míos y del padre;los primos,los abuelos), los ecantan y hacen felices dado que juegan y bromean a gusto... Veo un tema de género, que es difícil de manejar y me temos bque se den procesos subterráneos en estos niños que no sea detectados. Ignoro que es "lo normal" en el duelo infatil, y desde mi disciplina - soy antropóloga-se manejan muy diversas teorías.
    Te agradecería una orientación,alguna recomedación de lectura o lo que te parezca.
    Desde Santiago de Chile,recibe mi saludo cordial.
    Adriana Goñi Godoy
    https://www.facebook.com/HIJXSMEMORIACHILE
    @antropomemoria

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    1. En primer lugar mandarte un enorme abrazo y expresarte mi más sentido pesar por la pérdida de tu hija. Es,supongo, una de las adversidades más grandes que una persona puede atravesar. Pero la vida no nos deja elegir lo que nos pasa y no podemos más que adaptarnos, rehacernos y seguir caminando con lo que nos queda.
      Sobre tus nietos, por lo que comentas, es posible que estén aún en la fase de negación. Es una experiencia tan devastadora que es muy dificil asimilar y surgen los mecanismos de defensa propios para evitar el sufrimiento. Hay que respetar sus ritmos, tanto si quieren hablar como si no, pero hay que estar muy atentos a los indicadores que muestren. Estar siempre disponibles para hablar con ellos, hacerles partícipes y tener mucha paciencia para no confundiar aspectos conductuales (como malas contestaciones, agresividad, desobediencia, etc) con una dificultad en el manejo y expresión de sentimientos. Sería aconsejable que un/una profesional trabajara con ellos la comprensión, redefinición y asimilación de su historia, sobre todo por lo que comentas de cómo era el funcionamiento y carácter de la mamá.

      Te envío la referencia de una guía sobre duelo ( http://multiblog.educacion.navarra.es/iibarrog/files/2010/05/guia_para_familiares_en_duelo.pdf) y hay una entrada en mi blog sobre el tema que contiene otra guía(http://www.fundacionmlc.org/web/uploads/media/default/0001/01/guia-duelo-infantil-fmlc.pdf). En ellas apararecen lo que se considera "normal" en procesos de duelo.

      Como referencia bibliográfica, hay un libro de Froma Walsh, Resiliencia familiar.Estrategias para su fortalecimiento, de la editorial Amorrortu, que dedica un capítulo a la pérdida, pero yo no conozco más bibliografía específica sobre resiliencia y duelo.

      No existe nada que pueda calmar un dolor así, pero la expresión del mismo a través de cualquier medio (escritura, pintura, modelado con plastilina,juego simbólico, etc) puede ayudar a hacerlo explícito y por tanto a integrarlo.

      Te mando otro gran abrazo y cuenta conmigo para lo que, desde la distancia, esté en mi mano para compartir, conversar o reflexionar.

      Conchi Martínez

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  4. Gracias por todas las entradas. He llegado hasta aquí buscando información y la manera en que la he encontrado ha sido mejor de lo que esperaba. Antes había pasado por el Instituto español de resiliencia,había solicitado información y me habían devuelto un email con publicidad de de un libro. Por eso, cada vez que encuentro un blog como este en el que las personas comparten sin pedir nada, casi se me cae una lagrimilla. Muchas gracias de nuevo. Un saludo muy cordial
    arancha

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    1. Arancha gracias por tus palabras. Me alegra que las entradas de este blog te resulten de interés. ¿qué sentido tiene un blog si no es para compartir, debatir y aprender juntos? Si tienes algún tema que te interese especialmente sobre la resiliencia compártelo, bien para indagar juntas un poco más o bien para utilizar este blog con tus propias aportaciones. Este espacio es de todos/as y para todos/as.
      Un abrazo

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