"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"
"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

domingo, 16 de agosto de 2020

Dime que ves

Alberto tiene 11 años. No se ha esforzado nada para estudiar y aprobar este año, (aunque en un sprint final, en un par de semanas, ha recuperado todo lo pendiente y finalmente ha aprobado el curso, lo cual indigna aún más a su madre). Cuando le castiga sin la videoconsola por su mala conducta aprovecha cualquier descuido para cogerla y jugar. No parece tener la más mínima empatía cuando su madre le dice que no pueden seguir así, que está cansada, agotada. Muchas veces no respeta los horarios y llega tarde a casa. Ahora, además, comienza a perderle el respeto con palabras feas subidas de tono. Y le ha robado dinero justo después de, una vez más, haber “hecho las paces” con él.

 ¿Tú que dirías de este chico? ¿Tiene que tolerar la madre todo esto? ¿Qué tendría que hacer ella?

Y si te dijera que este chico está en acogimiento familiar desde hace años ¿cambiaría algo tu opinión?

“NO ES JUSTO”, dicen muchas de las personas cercanas a esta madre, quien se cuestiona en ocasiones si puede continuar con el acogimiento. Los que no han decidido acoger (o adoptar) e incluso muchos y muchas profesionales que desconocen los efectos del trauma como consecuencia de los malos tratos, la negligencia o el abuso sexual, solo pueden mirar con el prisma de juzgar “los hechos”. No es justo que un chico sea tan desagradecido y no valore todo lo que su madre de acogida hace por él. Es más, en un esfuerzo de compasión por esta madre, le dan consejos y opiniones (totalmente legítimas desde el prisma de la JUSTICIA) ante lo que supone el tan caro precio de un acto de amor como es el acogimiento, correspondido de una forma tan “despreciable” como todo lo descrito al principio (y muchas más no recogidas aquí). Si ahora es así, ¿Cómo será dentro de un par de años? Seguro que un delincuente en potencia.

Ahora te pido que dejes de leer y te pongas al otro lado de la habitación en la que estás y que te subas a una silla. Mira el centro de la habitación. ¿Ves lo mismo que antes? ¿Tienes la misma perspectiva? Imposible que me digas que ves lo mismo. Cambia el fondo. La perspectiva modifica lo que vemos¿Cuando leías al principio a quien "mirabas" mas, ¿a la madre de acogida o a Alberto?. Cuando miras el fondo teniendo delante de tí a Alberto, hay algo que no puedes ver porque con tu mirada llegas al límite que las paredes de la habitación imponen. Hay otras estancias, muchas veces desconocidas, en la vida de los niños y niñas victimizados por la incompetencia de los adultos que les dañaron, que gobiernan muchas veces sus actos. Hay que abrir la mirada para poder entender.

Alberto tiene 13 años. Es simpático, jovial, activo. Sus habilidades para relacionarse socialmente son asombrosas. El humor le acompaña siempre. Es cariñoso, pide que le abracen cuando se siente mal. Adora a su abuelo porque le enseñó a pescar. Le encantan los animales, principalmente los perros, no podría nunca hacerles daño. Ha aprendido a hacer crepes y se muestra ilusionado y contento porque ya no le pide ayuda a su madre y las hace él solo. 

Te habrás dado cuenta seguro que hablamos del mismo chico. Ese "predelincuente desagradecido" al que no pocas personas de su entorno cuestionan porque NO ES JUSTO que trate así a su madre de acogida haciendo esas cosas.

 


Si miramos desde la perspectiva únicamente de lo que se ve, focalizando la atención en el presente, en los hechos, seguramente veamos como en la primera fotografía, algo pinchudo. Si abrimos el foco, esa parte pinchuda también está, pero pierde fuerza su aspecto amenazante porque somos capaces de comprender que ese fragmento no es el todo, que su belleza es enorme si somos capaces de alejarnos y tomar distancia suficiente.


Afortunadamente esta madre de acogida de Alberto puede tener una mirada más amplia. No solo más amplia sino además diferente, y ha elegido, pese a que en algunos momentos el agotamiento es enorme y las fuerzas decaen, seguir el camino de la gracia, de darle lo que necesita que no es otra cosa que afecto desinteresado y límites.

El acogimiento (o la adopción) no es (sólo) un acto de generosidad. Es un acto de fe…en el otro. De confiar en él o ella, de creer en su capacidad de sanación a través del afecto y la resiliencia secundaria. Pero también es un acto de fe en un/a mismo/a, de confiar en que, pase lo que pase, se va a tener la capacidad de responder a las necesidades del niño o niña, aunque nos equivoquemos en ocasiones, pero desde la firmeza que otorga seguridad a los actos y decisiones que se toman. Los y las padres y madres de acogida (y adoptivos/as) no necesitan consejos de aquellos que solo son capaces de ver los hechos. Necesitan consejos de quienes les ayudan a apreciar lo que no se puede ver con los ojos porque el trauma relacional temprano hizo que su sistema nervioso esté permanentemente preparado para defenderse, o que hayan perdido la confianza en ellos mismos y en los demás y sus memorias traumáticas le lleven a tener conductas inadecuadas.

El trabajo con un niño o niña severamente traumatizado no puede centrarse únicamente con el niño o niña, hay que trabajar con el sistema de cuidados, con los adultos acogedores o adoptivos, para que estos no pierdan el rumbo y acaben en la Isla de la Justicia donde habitan los “debería ser así…”, “no te mereces esto…”, “que desagradecido/a es…”. Muchos acogimientos frustrados tienen aquí sus restos.

Necesitan un catalejo que les permita mirar hacia atrás para comprender que la experiencia sentida por los malos tratos ha generado olas enormes que hacen perder la estabilidad. Pero también mirar hacia adelante, ver los problemas, solucionarlos y seguir rumbo a la Isla de las Necesidades, allí donde viven los “te acepto incondicionalmente, aunque tu conducta no sea buena…”, “puedo ver tu sufrimiento…”, “comprendo los efectos de tus vivencias…”. Donde la mentalización, la capacidad de interpretar el comportamiento propio y el del niño o niña a través de sus estados mentales, consigue calmar y calmarse. Interpretar en términos de pasado y presente, un pie aquí y otro allá. Escuchar lo que el corazón nos dice (por ejemplo, que si a un niño no le enseñaron a querer y dar afecto de una manera sana seguramente no pueda expresar afecto como quisiéramos, pero la responsabilidad no es del niño).

Cuando se presenten crisis, flaqueen las fuerzas y aparezca el fantasma del futuro (que es peor que el del pasado, ya que este anticipa y exagera cómo va a ser cuando sea un poco más mayor si ya es así ahora), curiosear para dentro puede ser necesario. Explorar cuales son también las necesidades del adulto acogedor /a. Generalmente nuestras respuestas tienen que ver con necesidades no satisfechas. Y no podemos ver con nitidez las necesidades del niño o niña si no tenemos satisfechas las nuestras. ¿Con qué conecta esto que está ocurriendo con mi propia historia? ¿Qué siento cuando me falta el respeto o no consigo que me haga caso? ¿Qué pienso de mí mismo/a ante los comentarios y consejos de los demás? ¿Qué siento que me ha faltado antes o me falta ahora? 

Para acabar, esta imagen que representa el acogimiento desde los ojos de un niño. "El acogimiento es como un lío, pero también una unión" dijo al terminar. Bonita metáfora.Ojala ningún/a acogedor/a se quede solo con la primera parte que impide entender el todo de este precioso trabajo.



Esta entrada va dedicada a tí, Ana, por tener un catalejo cubierto de amor y comprensión. 

 

jueves, 23 de abril de 2020

Expediente Covid 19. Comprendiendo nuestras emociones en la situación de emergencia social


Las semanas de confinamiento van pasando y a medida que ello ocurre todos y todas vamos notando los efectos que la situación está teniendo en nosotros mismos, provocando cambios en el estado de ánimo, en el cansancio e incluso en el umbral de tolerancia a la frustración, mostrándonos cada vez más irascibles o más emotivos. 

Dicen los que entienden que la resiliencia es la "capacidad de una persona o de un grupo para desarrollarse bien, para seguir proyectándose en el futuro a pesar de los acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves.” (Manciaux, Vanistendael, Lecomte, Cyrulnik, Barudy). No cabe duda que la situación que estamos atravesando desde hace semanas es la adversidad más grave de cuantas nos han tocado vivir.


                                        Autoría Foto: Ana Jiménez

Precisamente la promoción de la resiliencia infantil en estos momentos depende en gran medida de cómo los adultos que están al cuidado de niños, niñas y adolescentes sean capaces de aprovechar sus recursos personales, los recursos externos con los que cuentan (ahora limitado) y el sentido que le dan a la experiencia de superar esta terrible pandemia. Por ello, este post va dirigido a los que cuidan, a los mayores, para repasar brevemente algunos aspectos a tener en cuenta para poder hacer mejor tu tarea, principalmente comprendiendo y contextualizando el momento que estamos viviendo:

1. Una piedra no es una montaña


Las personas nos enfrentamos a veces, además de adversidades de distinto tipo, algunas de ellas muy duras, como las que hemos visto en los últimos años en los medios de comunicación, tales como una riada, un terremoto o un incendio forestal. A diferencia de todas estas adversidades, el COVID19 presenta unas características muy diferentes:

·    Su duración. Después de más de dos meses que comenzó en nuestro país la expansión nos encontramos aún atravesando la adversidad (y lo que nos queda).
·   Su peligrosidad. Puede afectar a cualquiera de nosotros/as, no solo de nuestra familia, sino de nuestra ciudad, de nuestro país, de nuestro continente, de nuestro planeta... pudiendo provocar incluso la muerte, por lo que se convierte en un estresor de orden mayor.
·    Su impacto. Nos ha cambiado los hábitos, la forma en que nos relacionamos, la necesidad de aprender nuevas formas de trabajar (o resignarse a perder el trabajo).

No es por tanto una adversidad más, es el Everest de las adversidades. 


 2. Expediente X. COVID19

No hay nada peor que la INCERTIDUMBRE, con mayúsculas. Sumado a lo anterior, la impredecibilidad del virus, su desconocimiento, la falta de evidencias científicas por su corto tiempo de vida, hacen que se convierta en el peor enemigo. Y aún más, enemigo invisible, del cual solo nos podemos defender con las medidas higiénicas recomendadas que se tornan insuficientes. 

Sin duda, la falta de control sobre el virus y su carácter de amenaza, puede generar en nosotros una ansiedad generalizada (muchas veces inconsciente en el caso de las personas evitativas, de esas que prefieren no pensar demasiado) que afecta a nuestros sistemas implicados en el autocontrol, entre otros.

El COVID19 es el mayor expediente X des-conocido.


3. Horizontes lejanos

Sumado a lo anterior, el futuro próximo -e incluso el presente cercano- peligra en muchos hogares, bien por la amenaza de la crisis económica que se avecina y el consiguiente temor de falta de solvencia o incluso por haberse visto ya afectados por expedientes de regulación temporal e incluso el desempleo. Pensar en futuro además de difícil ahora mismo resulta inquietante.

Estaréis de acuerdo conmigo que no es lo mismo cualquier otra adversidad que la pandemia actual. ¿Y porqué es importante tener todo esto en cuenta? Porque nuestro sistema nervioso no está preparado biológicamente para hacer frente a un estrés de esta magnitud, duración, impacto y peligrosidad ya que no estaba contemplado en nuestro fenotipo. 

Podemos soportar y sobrellevar el estrés que producen los conflictos interpersonales como un divorcio, la realización de trabajos que requieren mucha energía mental o soportar a un jefe estúpido. Pero nuestro cerebro no está acostumbrado ni preparado para simultanear tantas funciones como ahora estamos asumiendo (compaginar el cuidado de los hijos con el trabajo, aprender a teletrabajar) junto con el miedo y la necesidad de llevar extremo cuidado para no contagiarnos y cuidar de nuestra familia. Esto requiere un esfuerzo increíble para nuestro cerebro y tiene un coste a nivel de funciones: menor atención, menor memoria, menor capacidad de autocontrol, etc.

Y por ello pueden aparecer diferentes manifestaciones que son las consecuencias de que algunas de estas funciones no están, valga la redundancia, “funcionando” bien y aparezcan síntomas propios ante situaciones estresantes mantenidas a largo plazo son:

Los síntomas físicos:

  • alteraciones en el sistema digestivo,
  • problemas cardíacos,
  • alteraciones del sueño,
  • alteraciones dermatológicas,
  • y supresión del sistema inmunológico lo que va a hacer que seamos más vulnerables a las enfermedades.

Los síntomas psicológicos:

  •        presentar sentimientos de miedo, de confusión,
  •         dificultades de concentración y de memoria,
  •         irritabilidad y enfado,
  •        cansancio y fatiga,
  •         aislamiento social y familiar,
  •         evitación de emociones, pensamientos o conductas,
  •        tristeza, pensamientos negativos o catastrofistas,
  •        enfado y sentimiento de culpa.

Con un panorama así, mantener la calma es algo complicado. En algunos casos será necesario la ayuda de un profesional, siempre en función de las características individuales de cada persona y de sus antecedentes en cuanto a historias previas de problemáticas de tipo emocional o por la exposición intensa a factores de estrés relacionados con el virus. Pero la gran mayoría podrán activar sus recursos resilientes y atravesar esta gran adversidad e incluso salir fortalecidos/as.

Algunas orientaciones para poder tener una mejor gestión emocional y un mayor autocontrol pueden ser las siguientes:

  • - No negar las emociones, sean cuales sean. Estamos viviendo una situación excepcional y las emociones que podamos sentir (miedo, rabia, impotencia, inseguridad, etc.) SON NORMALES, lo anormal es la situación. Reconocer nuestras emociones sin evitarlas ni negarlas permite que nuestro cerebro pueda procesarlas e integrarlas como parte de esta experiencia. Darnos permiso de manera voluntaria posibilita que no tengan que salir de otro modo en forma de malhumor, irritabilidad excesiva, agresividad o intolerancia. Revisa cada día cómo te sientes, pasa tu ITV emocional pero sin temor a lo que puedas encontrar. Eso si, como dicen mis estimados profesores Maryorie Dantagnan y Jorge Barudy, tenemos derecho a enfadarnos pero no a expresarlo de cualquier manera.
  • -  Realizar algo de ejercicio físico. El cortisol, que es la hormona del estrés, está en estos momentos pluriempleada, porque a lo largo del día “trabaja” en todos nosotros influyendo en como nos sentimos, en como pensamos y en como actuamos, circulando libremente y sin semáforos por todas nuestras estructuras cerebrales. Hacer deporte favorece la liberación de tensiones y mejorará nuestro estado de ánimo. Aquí te dejo una Oca del Confinamiento, que seguro que te ayudará a practicar ejercicio en familia de una forma divertida que puedes descargar en este enlace:   https://drive.google.com/file/d/1KvzmynllASXjmZh3bjJuSn6e_xivH0x/view

  • - Identifica cuales son tus necesidades y compártelas con los tuyos…para que te ayuden a satisfacerlas. Tener necesidades no cubiertas pone de mal humor además de generar sensación de insatisfacción. Pide un abrazo si te apetece, o media hora para descansar en el sofá, ver una película de las que te gustan, pedir que te hagan un bizcocho o lo que tú quieras y sea posible en el confinamiento. Una buena propuesta es la que escuché el otro día en el curso de Ana M. Gómez donde proponía una actividad que es el Rincón de las necesidades y que puedes hacer con una cuerda, unas pinzas de la ropa y unos poss-itt o papelitos en los que cada miembro de la familia puede colgar cada días 2-3 necesidades poniéndolas colgadas todas juntas y a la vista (por ejemplo en la cocina o en un rincón de la casa) y dedicar todos unos minutos al día para leerlas, ponerlas en común y....¡satisfacerlas si es posible!
  • - No olvides tener espacios de intimidad. Todos necesitamos tener nuestro momento, bien sea para leer o para no hacer nada y en el confinamiento esto puede ser algo difícil de conseguir y con ello, ponernos más irascibles. Pero no hay nada imposible y ese momento que ha de ser individual (en el cuarto, en el baño o incluso en el balcón) puede convertirse en una verdadera válvula de escape. Poder disfrutar de uno mismo de su soledad buscada puede ser un factor de protección en estos momentos, sin restarle importancia con ello a los espacios familiares. Simplemente son espacios diferenciados aunque el contexto no sea diferente.
  • - Practica relajación o yoga. Seguro que tengas la edad que tengas te ayudará a sentirte mejor. Te recomiendo el siguiente vídeo de relajación que puedes ver pinchando el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=Q4ODsJ7ryUA


También este otro vídeo te puede ayudar a ti y a tu hijo/a si lo veis juntos: https://www.youtube.com/watch?v=WRnfqtpjkNg 




Es importante no perder de vista que no podemos evitar que las adversidades sucedan, pero sí cambiar la forma en que nosotros las interpretamos y por tanto le damos respuesta. Como personas necesitamos no perder el control en el sentido literal de no enojarnos desmesuradamente, pero también en el sentido de poder controlar algo de nuestras vidas. Estas actividades que te propongo u otras que tú plantees pueden ayudarte para OCUPARTE más y preocuparte menos, depende de ti. 

domingo, 22 de marzo de 2020

Fomentando resiliencia infantil en tiempos de coronavirus


Es tiempo de solidaridad, es momento de resiliencia. En estos días en los que el mundo entero se ha visto invadido por una pandemia que afecta a todos y cada uno, toca activarse y poner en marcha nuestros recursos personales y comunitarios.

Un blog que trata sobre resiliencia infantil no puede quedarse al margen de esta tremenda y dañina adversidad, y arranca de nuevo motores para apoyar a padres, madres y cuidadores en la difícil tarea de hacer que los niños, niñas y adolescentes sean capaces de atravesar esta situación con el menor impacto posible.

Son muchas las publicaciones y mensajes que circulan estos días en las redes sociales dando consejos o recomendaciones. Este es un granito más en esa enorme montaña en que deben convertirse las relaciones interpersonales en momentos de emergencia social, porque es a partir de ellas donde surgen los elementos que hacen posible la promoción de las mejores cualidades, de las mayores potencialidades y de la capacidad de cuidar y autocuidarse.

Tenemos mucho que aprender con este virus, y lo vamos haciendo sobre la marcha. También vosotros y vosotras, principalmente en la comprensión de lo que supone un evento traumático y la importancia de una respuesta controlada por parte de los adultos.

Si os parece, como si de empezar a aprender a leer se tratara, vamos a comenzar por el AEIOU básico que puede ayudaros a tener herramientas a la hora de hacer bien vuestro trabajo.

  • Aprende y aplica las recomendaciones que desde las autoridades sanitarias están pautando. No podemos pedirles a los niños, niñas y adolescentes que cumplan con el confinamiento, estudien y colaboren en casa cuando los adultos se saltan a veces las restricciones. Sentaos con vuestros hijos e hijas y revisad juntos estos vídeos que encontraréis en la página web del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social porque la mejor prevención es la información (os pongo el enlace  https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/ciudadania.htm). Allí encontraréis mucha información veraz, pero hay un vídeo especialmente útil que nos ayuda a aprender y enseñar un poco más sobre este virus que tanto daño hace. Información sí, pero la justa y de forma controlada: 


Fuente: Ministerio de Salud Pública, Consumo y Bienestar Social


Otra información de interés es la que aparece en este otro vídeo que enseña cómo lavarse muy bien las manos (https://youtu.be/jPqlHzfrl8k o también se lo podéis explicar con esta infografía tan interesante: 







  • Escucha con los ojos. Los niños y niñas están viviendo una situación anormal que les causa inquietud y temor. Seguramente no digan lo que piensan porque no les gusta lo que pueden oír. Pero muchas otras veces adoptarán mecanismos de respuesta al estrés que tienen que ver con la evitación (o huida de lo que que causa temor o malestar), bloqueo, o agresión (empujar a su hermano/a, contestar mal, etc.), que tienen que ser entendidas como una respuesta normal, ante una situación anormal. Dice B. Perry "Lo que determina cómo sobreviven los niños al trauma, física, emocional o psicológicamente es si la gente que les rodea -en particular los adultos que deberían poder apoyarse y confiar- está de su lado dispuesta a ofrecerles amor, sostén y estímulos (pág, 14)". No todos vuestros hijos e hijas van a desarrollar un trauma por la experiencia que estamos viviendo con el coronavirus, pero si no les ayudáis a procesar bien esta vivencia puede aparecer después estés post traumático. Atiende a su comunicación no verbal, a lo que dice su lenguaje corporal, sus gestos, su sonrisa nerviosa en ocasiones. Y aprende a escuchar con los ojos y oír con el corazón.

  • Evita que vean las noticias o información de forma indiscriminada y sin filtrar. Los más pequeños no deberían ver ninguna noticia, porque cuando algo no se entiende y además se observa miedo en los adultos y comentarios catastrofistas, se activa su sistema de alerta. Los y las más mayorcitos tendrían que tener mensajes tranquilizadores que pudieran segurizar, transmitirles que están a salvo, sin mentirles pero no dando toda la información (algo así como que hay un bichito muy malo, que es invisible y que hace daño a las personas, pero que hay mucha gente investigando para poder combatirlo). A los más mayores preguntarles qué información tienen de otras fuentes (por amigos mediante redes sociales o por consulta en fuentes no fidedignas) y detectar información falsa pidiéndoles también que no difundan nada no contrastado. Como se escucha estos días, la información falsa es tan viral y dañina como el propio virus.

  • Inventa juegos, idea actividades.Todo lo que se sea fomentar la creatividad sirve (si eres de los afortunados que encontraste papel higiénico en el supermercado guarda los rollos de cartón del interior, que hoy son un bien preciado y saldrán bonitas manualidades (el humor, como este también es un factor de resiliencia).
  • Invita a los niños y niñas a imaginar un lugar seguro desde donde poder encontrar calma y poder relajarse. No lo emplees solo cuando está nervioso, sino que puedes invitarle a hacerlo cada día, como una rutina. De esta forma podrá disponer de un recurso interno para lograr calmarse en otros momentos incluso más allá cuando todo vuelva  a la normalidad. En este enlace os dejo un vídeo para ayudarles a buscar ese lugar seguro en su fantasía (https://www.youtube.com/watch?v=GSdds04BGiw)


  
  • Organiza su tiempo con actividades que les recuerden a su día a día antes del confinamiento, procurando mantener horarios y tareas. Mantener las rutinas ayuda a su cerebro a procesar que no hay motivo de alarma ya que este órgano tan complejo, tiene la propiedad de establecer asociaciones enlazando las señales sensoriales con los estados internos. Si somos capaces de ofrecerles una estructura permitiendo que combinen sus tareas escolares, con juegos (imprescindible que jueguen y tengan momentos de ocio) y con tiempo en familia, podrán llevar mejor esta situación tan atípica. 
  • Observa tu propio cuerpo, tus emociones, lo que estás sintiendo estos días...y cuidaté. Un capitán o una capitana de barco debe estar en condiciones de tomar el timón en las mejores condiciones para que no vaya a pique. La intensidad de las emociones, la falta de espacio personal, el cúmulo de tareas (teletrabajo, familia, organización) son los nubarrones, por lo que escucha también lo que tu cuerpo te dice y date permiso para tener emociones, pero siempre de forma controlada. El balcón, la ventana o el cuarto de baño pueden ser espacios sagrados donde pensar bien antes de aplicar castigos (no me gusta esta palabra, prefiero decir consecuencias), responder de forma malhumorada a la misma pregunta viente veces o despegar de un manotazo tu brazo a tu hijo/a quien, cual monito pequeño no se aparta de tu lado. Párate, siente,piensa, actúa


  • Utiliza tu red sociofamiliar como válvula de escape. Es inevitable que los adultos estemos nerviosos y preocupados. Para que este tema no monopolice nuestro tiempo, energías y pensamiento, tendremos que estar ocupados para estar un poco menos preocupados. Los niños y niñas no pueden ser nuestros confidentes ni nuestras figuras de apego con los que compartir lo mucho que nos preocupa la situación, máxime si tenemos algún familiar afectado. Eso no significa que tengamos que no podamos expresar nuestros sentimientos, sino que para ello echemos mano de los adultos que son de nuestra confianza, que pueden calmarnos o que pueden ayudarnos a aliviar la angustia. Tener emociones es de humano, pero que los niños y niñas perciban en sus referentes que no están suficientemente autocontrolados, que verbalizan continuamente frases catastrofistas o que no se despegan del televisor y acaparan comida en la despensa....eso no va a ayudar mucho a transmitir calma.

Quisiera acabar con la definición de resiliencia infantil más compartida por los profesionales del tema, a la que me sumo, desde la que se entiende como  “la capacidad de un niño o niña para desarrollarse bien, para seguir proyectándose en el futuro a pesar de los acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves”. Hagamos entre todos y todas que los niños, niñas y adolescentes puedan atravesar esta adversidad y salir fortalecidos gracias a la existencia de adultos sensibles, atentos y capaces de transmitir seguridad.   



Referencias:

- Ministerio de Salud Pública, Consumo y Bienestar Social. recuperado de https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/ciudadania.htm

- Perry, B y Szalavitz, M. (2016). El chico a quien criaron como perro : y otras historias del cuaderno de un psiquiatra infantil. Madrid : Capitán Swing

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