"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

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"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

martes, 25 de junio de 2013

Del "yo tengo un problema" al "yo soy un problema" hay un paso...o muchos círculos.

Por aquello de la importancia de los encuentros que comentaba en la entrada anterior, el pasado sábado (justo coincidiendo con la segunda participación de Tim Guénard en Valencia y a la que no fui por tener otros menesteres igualmente importantes que ahora sabréis) me disponía feliz a reencontrarme con un “personaje” real pero no humano que me aportó, además de una bonita metáfora con la que poder explicar el porqué de las conductas reiterativas e inadaptadas de niños y niñas que han tenido vivencias de abandono o maltrato en sus primeros años(http://resilienciainfantil.blogspot.com.es/2013/06/resistencia-resiliente-porque-no-se.html), un fuerte sentimiento de ternura y afecto. Se trata de RÓMULO, el rinoceronte blanco de Bioparc.


Para los que os hayáis perdido la anterior entrada que hablaba de él, solo deciros que Rómulo vivió 23 años en el antiguo zoológico de Valencia en un recinto de escasas dimensiones lo que provocó el desarrollo de un comportamiento repetitivo o estereotipia que consistía en caminar en círculos continuamente.

La visita familiar a Bioparc prometía ser muy atractiva este sábado, no solo por ver de nuevo a muchos animales tan interesantes y diversos, sino por volver a ver a Rómulo y comprobar de primera mano que seguía saliéndose de ese círculo maldito que le atrapaba, que seguía desafiando a su destino y se permitía romper el círculo. Llegamos al lugar del parque en el que Rómulo habitaba y hacía tanto calor que vimos un rinoceronte totalmente acalorado durmiendo ¡al lado de otro de su especie! . La alegría fue mayúscula: tenía un amigo/a…

Continuamos la visita a otras especies y de nuevo volvimos al recinto de los rinocerontes. En ese momento dos rinocerontes, fuera de ningún círculo dichoso, permanecían de pie un poco lejos, pero con la distancia suficiente como para saludarles. Grité de manera instintiva: ¡Adiós, Rómulo, que estás con un amigo! (como si me entendiese, ¡esto de la espontaneidad!…). Pasaba en ese momento una de las personas que trabajan en Bioparc y…de repente el sol se apagó en ese momento: me dijo que no era Rómulo, que se trataba de dos hembras que estaban ahora ubicadas allí y…QUE A RÓMULO LO HABÍAN LLEVADO A UNA RESERVA NATURAL PORQUE AQUÍ IMPEDÍA EL APAREAMIENTO DEL RESTO DE RINOCERONTES!!!!

Las emociones no entienden de afectos humanos o animales. De repente sentí una profunda decepción, una gran tristeza (que aún me dura) y un tremendo desencanto. Sin quererlo, asocié la historia de Rómulo a la de los acogimientos o adopciones que se han tenido que romper porque la conducta del niño o niña ha llegado a ser agresiva o incontrolable, difícil de manejar por los adultos responsables. Cuando se produce ese cambio, esa ruptura de referentes y de contextos ¿es una oportunidad para que el niño esté mejor o es una liberación para quien quizás no tuvo nunca las competencias necesarias para tenerlo?

¿El porqué del destierro de Rómulo? Según explican en Bipoarc desde su recinto exterior tenía contacto visual constante con las dos hembras y el otro macho, puesto que desde el programa de reproducción (EEP) del rinoceronte blanco sureño se consideraba que debía desempeñar un importante como macho "encelador" . Los machos de rinoceronte blanco se “encelan” de manera que la presencia de otro macho promueve el desarrollo del comportamiento sexual que culmina con la cópula, pero finalmente se descubrió que en lugar de cumplir su función estimuladora, sucedía lo contrario y Rómulo inhibía la correcta reproducción del otro macho. Ante este hecho y dada la importancia del grupo reproductor de Bioparc dentro del programa europeo, se decidió trasladar a Rómulo a un nuevo destino, asegurándose previamente que fuese adecuado para que siguiese el proceso de mejora de su estereotipia. Su nuevo hogar es una reserva natural dedicada hace más de 10 años a albergar animales en condiciones de semilibertad. Situada en la localidad de El Castillo de las Guardas, a 58 kilómetros de Sevilla, dispone de 230 hectáreas de una frondosa masa forestal. Rómulo convivirá con diferentes antílopes y podrá disfrutar de un amplio recinto exterior de aproximadamente 13.000 metros cuadrados con una charca natural donde podrá bañarse y repleto de vegetación natural entre la que destacan los eucaliptos y pinos de gran altura.”.

¿Nueva oportunidad o nuevo fracaso? ¿Es la solución vivir libre con otras especies con las que nunca podrá identificarse porque no habrá nadie como él? ¿Solución para él o para los que se quedan en Bioparc?

En el caso de los acogimientos o adopciones ¿los niños y niñas tienen un problema o los niños y niñas son un problema? ¿O los niños y niñas crean un problema que tendría que haberse pensado antes?¿Se puede pensar antes y poner soluciones o prevenciones para evitar rupturas en los vínculos?

¿Dónde van los niños y niñas quienes a los que el acogimiento o adopción no venía manual de instrucciones y fueron devueltos porque no supieron entender cómo funcionaban y por qué? ¿Es responsabilidad únicamente de las familias de acogida a las que muchas veces se les insta a acoger recurriendo a aquello del vínculo “ de sangre” mientras que el vínculo afectivo no ha estado y puede que nunca esté?

Allá donde esté espero que Rómulo pueda disfrutar de una libertad que no eligió cuando nació y que ahora la misma puede ser su castigo/oportunidad (¿tú como lo ves?).

A todos los niños y niñas que han vivido acogimientos o adopciones truncadas les deseo que encuentren en su vida personas sensibles que puedan conocerles, comprender cómo y porqué funcionan así. Con el amor no basta. Es (muy) necesario pero no suficiente. La sensibilidad, la sintonía, la incondicionalidad, el autocontrol, la empatía,la paciencia, más paciencia....

A los que acogen o adoptan les deseo que encuentren personas de su entorno, profesionales, recursos y redes que les apoyen, alienten y orienten antes y durante para que no tenga lugar un después.

 

domingo, 23 de junio de 2013

El poder de los encuentros. ¿Es posible reconstruir los afectos y la confianza en los otros?

Esta entrada no tratará sobre el divorcio y los niños continuando con lo de la semana pasada, sino precisamente de todo lo contrario, del encuentro, de la unión…Me entenderéis enseguida.
 
Hay cosas en la vida que no ocurren porque sí, sino que pasan porque tenían que pasar. Encuentros con personas que pasan por nuestra vida y que sin haber planificado nada, sin la más mínima acción intencional, te aportan algo difícil de describir. ¿Recuerdas a alguien del que quizás ya no sepas ni cómo ni donde está pero que fue importante para ti conocer? ¿Qué te aportó? ¿En las últimas semanas has conocido a alguna persona que te ha impresionado por su fortaleza, su forma de hablar, su interés por ti? ¿Tienes héroes cotidianos en tu vida que te sirven de espejo en el que mirarte?

El viernes pasado fue un día especial para mí y creo que para quienes tuvieron como yo la oportunidad de asistir a un acto que tenía por título “¿Quién no desea ser amado?. La aventura de la adopción y el acogimiento familiar”, organizado por la Asociación  “Familias para la Acogida.  (http://www.familias-acogida.es/). Un acto donde presentar públicamente en Valencia esta asociación y para el que contaban con Tim Guénard y su mujer Martine para hablar de su experiencia de acogida. No me lo podía perder…
Conocer la historia de Tim Guénard es una de esas cosas que no te deja indiferente. Conocerle en persona, escucharle y ver sus gestos cargados de bondad y respeto a los demás es todavía más impactante.

Quienes habéis oído cosas sobre él, sabréis que Tim Guénard tuvo una infancia y adolescencia terribles. La contraportada de su libro Más fuerte que el odio (Editorial Gedisa, 2010) dice textualmente sobre él: ”Tim fue un niño con el corazón y el rostro destrozados. Un patito feo. A los tres años su madre le ata a un poste de electricidad y lo abandona en medio del bosque. A los cinco, su padre le propina una brutal paliza que lo desfigura. Atendido en el hospital en el que ha ingresado para iniciar una larga reeducación, apenas puede hablar. A los siete entra en un orfanato, sufre el “maltrato institucional”. En el reformatorio aprende a pelearse. En un mundo gobernado por la humillación, su violencia se convertirá en el único orgullo; la venganza en su única dignidad. Sólo el odio le mantiene en pie. Tiene doce años… y la fatalidad le arrastrará a la fuga, al robo, a la pelea, a la violación y a la prostitución. Carne de cañón.
¿Puede haber más desgracias en una vida?

Leer su libro es altamente recomendable. Recuerdo que cuando lo tuve en mis manos lo leí de un tirón porque el relato en sí, la forma en que escribe y describe retazos espinosos de su vida engancha, pero la trama y sobre todo el desenlace aún más. Hacen pensar en la esperanza y en la confianza en las personas. En la POSIBILIDAD.

He de decir que, siguiendo a mi admirado profesor Jorge Barudy, el aprendizaje experiencial es el mejor de los aprendizajes. Y doy fé de ello ya que una cosa es leer un libro y otra lo que transmite la comunicación a través de un ENCUENTRO como el que tuvo lugar el viernes.

La conferencia trataba como he dicho el tema del acogimiento y Martine y Tim bordaron con hilo de oro la historia de amor y entrega a los demás que llevan a cabo como responsables de la Casa de Acogida “Ferme Notre Dame” en Francia desde hace 33 años.
Martine es una de esas personas a las que aunque no conoces parece que haya formado parte de tu vida siempre. Dulce, amable, sencilla…cargada de un amor que transmite con sus gestos y palabras. Su infancia ha sido opuesta radicalmente a la de Tim, con una familia muy unida y bientratante. ¿Pueden los extremos formar parte de algo que funcione bien? Parece ser que sí, y mucho. Decía Martine que ambos, Tim y ella, llegaron a la acogida en su vida compartida POR EL MISMO DESEO PERO POR RAZONES OPUESTAS.

De aquello que Martine compartió con todos los que tuvimos la oportunidad de escucharla fue muy especial sobre todo observar la templanza, serenidad y seguridad con que contestaba acerca de las dificultades que conllevan la acogida, como el tener que compartir el amor de sus hijos, el tener que atender las necesidades de cada uno y darle lo que le corresponde, los riesgos a los que se exponen, o cómo las heridas que traen los acogidos redespiertan sus propias dificultades o limitaciones. El cómo nos afectan las cosas según como cada uno las ha vivido.
Todo un descubrimiento el conocer a Martine. Solo por ello mereció la pena el ENCUENTRO. Pero aún había más….
Llegó el turno de Tim y casi que la pregunta inicial era obvia  ¿Qué es lo que ha posibilitado que se haya convertido en lo que es hoy? ¿Qué es lo que le ha reconstruido?
Con una naturalidad increíble, pero sobre todo con una humildad y sabiduría encomiables, Tim respondió que aunque el arranque de su vida había sido difícil, hubo abandono, violencia, etc., el Big Boss (como él llama a Dios) acarició su vida con "múltiples encuentros imprevistos. Todos necesitamos ejemplos y estos son como las corrientes de aire que soplan en cualquier lugar". Algo así como que en cualquier momento, en cualquier lugar, puede haber personas que pueden ser importantes para nosotros.
 
“Hay gente que va al cine a ver a los héroes pero está muy bien encontrarse a personas sencillas que no están en la pantalla”. Relató la historia de su encuentro con un hombre para el que trabajó y el cómo esa persona le aportó un impulso importante en un momento decisivo de su vida, en el momento mismo de casarse al poner la alianza a Martine porque tenía miedo de reproducir lo que había sufrido, tenía miedo de pegar a sus hijos o no saber cómo tratarlos, de convertirse en alcohólico. Este hombre y lo que significó para Tim fue muy importante aunque nunca supo que le había ayudado hasta tal punto.

Continuaba diciendo Tim: “Por la simple existencia cualquiera de nosotros podemos ayudar a otros. Cuando uno es pobre tiende a ver los escaparates de las tiendas, pero existe también el escaparate del amor, verlo en los otros. Es bueno ver a la gente que se quiere, que está en el escaparate. Hay gente que sueña con cosas materiales pero es mejor soñar las cosas humanas.” Esta idea de Tim de ver escaparates afectivos me resulta francamente ilustrativa de cómo muchos niños y niñas que no tienen en sus familias el afecto y cariño necesarios, puede encontrar en otras familias de su entorno un modelo a imitar, una meta que alcanzar, una posibilidad de amor diferente.
No sólo las personas en sí, sino lo que nos enseñan, sirven para el cambio. Sobre su aprendizaje en el mundo de la construcción Tim utilizaba una metáfora aplicable a sí mismo: “Si soy quien soy es porque el Big Boss me ha llevado a encontrar a personas distintas. Yo era un mal edificio pero a base de construir casas para los otros he podido reconstruirme a mí mismo”. ¿Qué pensarían muchos de los chicos y chicas que conocemos que son hoy carne de cañón -como lo fue Tim- si pudieran imaginarse un futuro más alentador? ¿Por qué nos cuesta tanto confiar en ellos? Detrás de un o una adolescente feroz, en mi experiencia profesional, hay siempre una infancia dura, una actuación de los adultos inadecuada o insuficiente. Pero si hablas con ellos y ellas  mostrándoles confianza y respeto, te lo devuelven con creces.
 
Cuando Tim fue acogido en el Arca por unos religiosos decía de sí mismo que era un marginal, que le  daba miedo a todo el mundo. Era boxeador, motorista, con una imagen provocadora..pero CONFIARON EN ÉL, y eso, de algún, “domesticó al chico malo” como él decía. Tener la RESPONSBILIDAD de cuidar minusválidos le ayudó a aprender a obedecer.  Sentirse útil y capaz.
Todos en la vida necesitamos que nos empujen. Ese es el valor de los encuentros. Un empuje para seguir adelante” continuaba diciendo. ¿Quién no desea sentirse amado? ..como decía el título del acto. ¿Quién no necesita palabras de ánimo cuando las fuerzas flaquean?

Cuando hablaba de cómo se embarcaron él y su mujer en la acogida decía: “Eramos de ambientes totalmente distintos. Ella se prestó a la acogida como consecuencia de un exceso y yo por el vacío que había en mí. Somos dos extremos, pero tenemos un punto en común: nos podemos encontrar.” No tenemos la misma forma de reaccionar. Martine lo hace con mucho amor, pero el amor que yo ofrezco es un amor que nace desde el dolor. A veces cuando ves a alguien que sufre, que está cerca del vacío, no le dices ten cuidado porque se puede caer, sino que el único remedio que tiene es agarrarle y luego le demuestres que es peligroso”. ¿Cuántas veces insistimos en avisar de los riesgos, sin pararnos a “agarrar” al chico o chica haciéndole sentir que le sentimos y comprendemos? El miedo invade el cuerpo y la razón y a veces los avisos verbales o los límites son necesarios pero no suficientes. ¿Es agarrar al otro abrazarle con el corazón sea cual sea su conducta?

Hubo también tiempo en su conferencia para destacar la importancia de la pareja: Lo importante en la pareja es que exista siempre una parada de autobús en la que te encuentres con el otro, y esa parada se llama perdón.” (Con esta metáfora tan sugerente invito desde aquí a Javier Romeu a dedicarle al menos una entrada, pues lo hará magistralmente seguro).
El mensaje final de su intervención fue excepcional:
“Si alguien ha sufrido en su vida que no tenga miedo de ser padre o madre porque no somos reproducciones. Se copia la ropa, pero ningún hombre es copiado. Dios no copia. Una pequeña parte de nosotros es de nuestro padre, otra de nuestra madre. Durante 9 meses hay un cóctel que se agita y por eso no se puede ser el mismo. No hay que tener miedo de ser padres. Nadie es copia de nadie por eso cada uno de nosotros somos importantes.”
Importante mensaje.


Como os decía. Pasan por nuestra vida personas que dejan huella y yo encontré dos el pasado viernes. ¿Qué me aportaron?
Lo primero volver a la comprobación irrefutable de que el cambio es posible, algo que necesito transmitir en mi trabajo y vida personal.
Lo segundo, reconfirmarme que mi modelo, el paradigma de la resiliencia, el apego y los buenos tratos es un modelo valioso y aplicable para todos, especialmente para los que se encuentran aún mirando el escaparate de los afectos para que puedan algún día diseñar el suyo propio.
También que la fe no solo mueve montañas, sino también personas capaces de hacer montañas.
Que seguramente yo misma pueda ser importante por mi mera presencia o existencia en el vida de algunos otros u otras y ello me hace partícipe de su proceso de construcción o reconstrucción.. luego sin saberlo resulta que quizás soy ayudante proyectista de planos de otras  vidas (¡con lo mal que se me da a mí el dibujo!). Una responsabilidad de la que soy consciente desde hace tiempo y que asumo de manera realista y positiva.
Que amor, humor, confianza, respeto, y responsabilidad se confirman como los ejes capaces de hacer girar la rueda de la resiliencia. La exposición de Martine y Tim rebosaban a rabiar de ellas.
 Y…que pasó lo que tenía que pasar: conocer experiencialmente lo que los libros no pueden explicar.
 
Gracias a la Asociación Familias para la Acogida por haber posibilitado este encuentro.

 

 

domingo, 16 de junio de 2013

Resiliencia infantil y divorcio. Viviendo entre dos mares.

La separación o divorcio de los padres pueden ser considerados como una adversidad principalmente para los hijos por el componente de pérdida que conlleva unido a sentimientos y emociones difíciles de entender y asimilar (algunos de ellos ambivalentes). El psiquiatra Luis Rojas Marcos señala en su libro Superar la adversidad que "ningún niño está emocionalmente preparado para afrontar la separación de sus padres y, excepto criaturas que son víctimas de malos tratos o abusos continuados, muy pocos ven en la ruptura una segunda oportunidad".
 
Sin embargo, no es tanto el divorcio en sí mismo lo que puede provocar mayor afectación a los niños, sino la situación emocional asociada al mismo, principalmente el conflicto entre los padres antes, durante y después del divorcio propiamente dicho. 
 
Existen investigaciones que señalan que el factor más importante que determina cómo afecta el divorcio a un niño es:
- cómo los padres gestionen emocionalmente su ruptura
-si mantienen o no una buena cooperación como padres
-y de qué forma ayudan (o dificultan) a sus hijos en el proceso, tanto en el momento de comunicar a los hijos su decisión como en todo el reajuste familiar posterior.

No es fácil para los niños y niñas ni resulta algo pasajero. Recuerdo el caso de un adolescente que después de una separación desde hacía ¡8 años! seguía soñando despierto que sus padres iban a volver a estar juntos pese al conflicto descomunal que desde entonces arrastraban... Y no era el único. Este pensamiento casi "mágico" (por lo dificil de conseguir) es algo que acompaña la narrativa de muchos chicos y chicas de padres separados con los que he trabajado.
 
Quizás los cambios "espaciales" en cuanto a lo de tener dos casas o el cambio de colegio si hay traslado a otro municipio son los menos importantes. Los asuntos realmente difíciles de entender y asimilar son principalmente de otra índole. Algunas de las tareas que tienen que debe lograr un niño cuyos padres se han separado son:

- Lidiar con sus sentimientos de pérdida, de tristeza, impotencia y rabia hacia sus padres.

- Entender la ruptura marital, abandonando sus fantasías de restauración del matrimonio.

- Aprender a relacionarse de un nuevo modo con cada uno de sus padres.

-  Restablecer un sentimiento de ser amado y poder amar sin miedo a la pérdida.

A ello habría que sumar otras emociones y estados como la negación, el miedo, la culpabilidad, la inseguridad,  la regresión, etc. asociadas a la pérdida que puede suponer la separación o el divorcio de los padres.

No todos los niños y niñas van a reaccionar igual ante una situación de separación o divorcio ni necesariamente tendrán que vivirlo como algo negativo. Los factores de resiliencia infantil, el modo en cómo van a atravesar esa situación, van a tener que ver con características personales y evolutivas (como la edad en que tiene lugar), con la respuesta del entorno, con la existencia de tutores de resiliencia que pueden contribuir a que el impacto sea menor y más rápida y adaptativa la asimilación de su nueva realidad (los papás y mamás pueden estar demasiado ocupados en sus conflictos desatendiendo parcialmente sus responsabilidades parentales y marentales) , pero también al sentido que le van a otorgar los propios menores a la situación y lo que viene detrás de ella.
Y ese sentido viene dado por lo que representa para ellos este cambio en su vida. En algunos casos viven la separación con alivio, aunque no lo manifiesten por el conflicto de lealtades lógico. Paulino Castells los llama los “hijos del suspiro”  a quienes se les escapa un profundo suspiro de alivio cuando se les pregunta cómo están en casa después de que se han separado sus padres. "Son los hijos del conflicto en su más alto grado de  virulencia. A los que el dulce hogar se les convirtió en un espantoso infierno.” 


Los niños son espectadores pasivos (y en algunos casos activos) del desgaste afectivo y relacional de sus padres y pueden vivir el proceso de separación y/o divorcio como vivir entre dos mares. Dos mares en los que el conflicto de los adultos se transforma en potentes olas que chocan de lleno en la afectividad y emocionalidad de los hijos.

Mark Beyebach (Profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca) siguiendo la clasificación que recogen Encarna Fernández Ros y Carmen Godoy Fernández (autoras del libro Los niños ante el divorcio, 2002), y añadiendo alguna más, describe diferentes posiciones perturbadoras y patógenas en las que a menudo se encuentran los menores tras una separación y también antes y durante la misma (a continuación recojo textualmente las descripciones pues no hay párrafo que tenga desperdicio):
1.      El niño escindido
A menudo los hijos de padres divorciados se ven obligados a actuar ante cada progenitor (y a veces también ante la familia de éste) como si el otro no existiese. El adulto, dolido por la separación, ha decidido actuar como si su ex cónyuge no existiera y ha transmitido esta exigencia a su hijo. Así, la niña no se siente libre de enseñar a su padre las fotos de su cumpleaños en las que aparece su madre; el hijo esconde en un cajón el libro que el padre le ha regalado; o los hijos no se atreven a tener en su habitación fotos del progenitor no custodio. En definitiva, el menor no ha recibido el “permiso psicológico”  (Fernández Ros y Godoy Fernández, 2002) de un progenitor para relacionarse libremente y querer al otro. El resultado es que no se siente aceptado en su totalidad, por cuanto tiene que ocultar una parte importante de su vida a sus seres queridos, con el efecto de minar su autoestima y su seguridad personal.
2.      El niño mensajero
Es probablemente una de las posiciones más habituales. Los progenitores recurren al hijo para comunicarse entre ellos.  “Dile a tu madre que no puedo recogerte mañana a las 6, que vendré a las 9”, “Dice mamá que está harta de que no laves mi ropa cuando estoy contigo” o “Mamá dice que si no le pasas la pensión esta semana no vengas a recogerme el viernes” son formas muy desafortunadas de eludir la necesaria comunicación entre los padres y de implicar al hijo en el conflicto post-divorcio. Tienden a generar en el menor una gran ansiedad, especialmente cuando los mensajes que se ve obligado a transmitir son de índole más emocional y más críticos. En otros casos, el menor puede valerse de su posición de mensajero para manipular a los padres modificando u omitiendo ciertos mensajes. En este caso, el efecto negativo sobre el menor deriva del exceso de poder que se le proporciona.
3.      El niño espía
Es un grado más del niño mensajero. Aquí, uno o ambos progenitores se valen del menor para averiguar detalles de la vida de su expareja, a menudo incluso sobre detalles íntimos (“¿Cómo está con su nuevo novio? ¿Se besan mucho?” “¿Hasta qué hora salió él por la noche? ¿Sabes con quién estaba?”). El niño se ve colocado en un conflicto de lealtades, especialmente cuando percibe que quien le sonsaca puede utilizar la información contra el otro progenitor, a nivel emocional o incluso a nivel legal. A menudo, la única escapatoria de esa posición es tratar de responder con evasivas o incluso negarse a contar nada a un progenitor sobre lo que hace con el otro. Aunque eso protege temporalmente al menor de tener que “traicionar” a uno de los padres, previsiblemente aumente la incertidumbre de quien le está preguntando y genere interrogatorios más intensos o más “disimulados”. La ansiedad, el mutismo y la desconfianza de los adultos son posibles resultados.
4.      El niño colchón
En este caso, el niño asume la responsabilidad de tratar de minimizar el conflicto entre sus padres, algo que probablemente ya intentaba hacer antes del divorcio: si el padre critica a la madre por algún descuido de ésta, tratará de defenderla “sin que se note” asumiendo él la culpa; si la madre critica al padre, hará lo propio para defenderle a él. Esta posición obliga al niño a una hipervigilancia constante, `pendiente siempre de no indisponer aún más a un progenitor contra el otro. Al final, es el niño quien, desde el punto de vista emocional, se lleva todos los golpes.
5.      El niño edredón
Nos gusta utilizar esta expresión para referirnos al niño parentalizado que trata de proteger, consolar, reconfortar… al progenitor al que percibe como más débil (y que a menudo está utilizando una posición de víctima precisamente para atraer al hijo). En algunos casos, el niño o la niña llegan a suplantar el papel del otro progenitor, actuando como pequeños “mariditos” o “mujercitas” que acompañan a la madre o al padre, asumen tareas domésticas inapropiadas para su edad, etc. (Fernández Ros y Godoy Fernández, 2002).  El  problema de esta posición es que da al menor un nivel de responsabilidad excesivo para su nivel de desarrollo (Minuchin, 1974), obligándole a veces a actuar como un “adulto en miniatura” en vez de seguir viviendo de acuerdo con su etapa de niño. La hiperresponsabilidad, la obsesividad y la ansiedad pueden ser el resultado. Si el niño no llega a la altura que se espera de él, se sentirá culpable.
6.      El niño bate de beisbol
Nos referimos con este calificativo al niño al que sus padres directamente utilizan como arma para agredir al ex cónyuge. Como el padre no está comprando la ropa que la madre cree que debe comprar a su hija, la madre no le mete en la maleta el disfraz para la fiesta del colegio. El padre se reafirma en su posición y la hija acaba yendo a la fiesta sin disfraz. En respuesta, la madre se niega a modificar el horario de visitas y la niña se pierde la siguiente fiesta en el colegio. El menor no sólo sale perjudicado a nivel práctico, sino que acaba aprendiendo que sus necesidades son relegadas en virtud de la pelea entre los adultos. El mensaje de “tú no importas” repercute en la autoestima y confianza del niño.
7.      El niño invisible
Se trata del menor que es ignorado por uno de sus progenitores, generalmente el no custodio, que básicamente abandona a su hijo. En la mayoría de los casos el abandono psicológico de un menor es, o bien consecuencia del desapego o la irresponsabilidad del padre no custodio, o bien el resultado del alejamiento al que le somete el progenitor custodio. Sin embargo, en el peor de los casos esta constelación puede ser un paso más de la situación anterior: un progenitor “castiga” a su ex pareja tomando la represalia de despreciar e ignorar al hijo o hijos de ambos. El menor que sufre las consecuencias suele ser precisamente el que está más aliado al progenitor custodio. También es posible que en este terreno se diriman juegos relacionales más complejos, en los que también puede intervenir la variable de género. Por ejemplo, el padre, aliado con su hijo de 10 años, le recoge a él para las visitas pero se niega a llevarse a la niña de 8, a la que percibe como la aliada de la madre.
8.      El subversivo subvencionado
En este caso, uno de los progenitores alienta y promueve la indisciplina, desobediencia e incluso agresividad del menor hacia el otro progenitor. La forma más habitual de este escenario es el de una madre custodia que ve su autoridad parental cuestionada por un hijo… al que su padre no sólo no controla, sino que anima en su enfrentamiento con la madre. Este tipo de configuración, que tampoco es inhabitual en familias intactas, resulta mucho más grave cuando hablamos de familias divorciadas, por cuanto es aún más difícil que los padres se pongan de acuerdo para controlar a sus hijos. El resultado suele ser hijos descontrolados, agresivos e incluso antisociales."
En todas estas posiciones relacionales existe un enorme SUFRIMIENTO en los niños y niñas. Y todas ellas son forma de poner a prueba la resiliencia infantil, de resistir situaciones insostenibles, de sacar fuerzas y esperanzas buscando una felicidad difícil de encontrar si no es a veces por parte de otros adultos significativos que les tienden una mano en este navegar entre mares contrariados.
Quizá la tarea más importante que tienen que realizar es aceptar que lo mejor es que ya no vivan juntos papá y mamá. Muchos de los esfuerzos que realizan los hacen con el fin de conseguir que vuelvan a estar juntos, al precio que sea. Y evitar este sufrimiento es en gran medida responsabilidad de los progenitores. De cómo ellos gestionen la información, emociones y actuaciones en todo el proceso de separación va a depender la adaptación realista y comprensiva de los niños y niñas a esta situación con la que han de aprender a convivir. En lugar de vivir entre dos mares confrontados, es mucho mejor enseñarles a vivir en "un único mar a rayas"...
El cuento que viene a continuación, El mar a rayas, de Susana Barragues Sáinz, de la Editorial A.Fortiori (2009) ayuda a entender a los  niños y niñas que es mejor que sus papás no vivan juntos. http://afortiori-bilbao.com/pdf/Textos_mar_a_rayas_castellano.pdf

 
Un mar donde reine la armonía y el respeto no tiene que ser necesariamente un lugar donde no haya diferencias. Lo importante es que las diferencias y las distancias sean suficientemente controladas por los adultos,para que así los niños y niñas puedan entender que muchas veces es mejor vivir separados sin que ello merme lo más mínimo el afecto y amor que papá y mamá sienten por ellos. Los niños no han de ser rompeolas de los conflictos parentales. Han de aprender a ser pequeños veleros que navegan en un mar a rayas que no pueden juntarse.
Espero que os guste el cuento y disfrutéis de su lectura. En el próximo post continuo con este tema tan interesante abordando otros aspectos relacionados con la resiliencia infantil y el divorcio.
¡Feliz semana!

lunes, 10 de junio de 2013

Resistencia resiliente: ¿porque no se suelta el elefante encadenado de Jorge Bucay?

 ¿Conoces el cuento del elefante encadenado de Jorge Bucay? Si es que sí, entenderás pronto lo que voy a contar (pero tendrás que esperar unas cuantas líneas más abajo). Si es que no, antes de seguir comentando nada más, párate un momento a leerlo conmigo:

El elefante encadenado


"Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de ellos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido de otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un tamaño, un peso y una fuerza descomunales...Pero después de la actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y aunque la madera era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir. 

 

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?.

¿Por qué no huye?.

Cuando era niño, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces por el misterio del elefante...Alguno de ellos me explicó que el elefante no huía porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: "Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?".
 
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca...

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño".

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro...Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa, porque, pobre, cree que no puede.Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos.
Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.
 
Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: "No puedo y nunca podré".
Esto es lo que te pasa, vives condicionado por el recuerdo de una persona que ya no existe en tí, que no pudo.


Tu única manera de saber si puedes es intentarlo de nuevo poniendo en ello todo tu corazón...¡¡¡Todo tu corazón!!!.
 JORGE BUCAY."


Precioso, ¿verdad?. Todos tenemos estacas que nos anclan a nuestro pasado,a nuestra forma de sentir de la infancia, a las vivencias que vamos teniendo a lo largo de nuestro paso por la vida.  



Desde hace un tiempo este cuento del elefante encadenado me recuerda de forma muy vívida a los niños que han nacido en contextos negligentes. Imagino a más de uno de los niños y niñas que conozco llorando y llorando sin parar y sin que llegase un gesto o palabra de consuelo para calmar sus necesidades. Una y otra vez, intentando hacerse notar para que unos brazos lo arrullaran o unos mimos calmaran sus inseguridades.
 
Sin embargo no llegaban o lo hacían de manera inconsistente o inadecuada por parte de mamás y papás con escasas competencias parentales o con las mismas mermadas por causa de toxicomanías, trastornos mentales, o…incluso con una  historia familiar propia que bloqueaba y limitaba su respuesta sensible porque continúan atrapados en la herida abierta que supone ser un niño o niña dañado que se ve ante la responsabilidad de cuidar un bebé sin que nadie se pregunte si puede, sabe o quiere hacerlo.
 
Pero no sólo en los cuentos ocurren historias como la que le pasa al elefante de Jorge Bucay. La naturaleza nos da ejemplos que pueden servirnos para la reflexión. Os voy a contar una historia real:

En el Bioparc de Valencia, mi ciudad, vive un curioso ejemplar de rinoceronte blanco. La historia del rinoceronte, de nombre Rómulo, es muy triste pero es una historia de esperanza y de resiliencia.

 
Rómulo nació en 1979 en un zoo del Reino Unido y vivió durante 23 años en el viejo zoo de los Jardines de Viveros. Fue trasladado al Bioparc en agosto de 2007. Hasta ese momento había vivido en un recinto de 18 metros de diámetro, por lo que adquirió una costumbre de dar vueltas en círculo, su estancia no le permitía moverse como él hubiera necesitado y eso generó en el rinoceronte una estereotipia.  Caminaba en forma circular, giraba dando vueltas continuamente de manera repetitiva. Aunque resulte un tanto doloroso, en este vídeo se recoge claramente a lo que me refiero:
 

La aclimatación de Rómulo a su nuevo hábitat ha sido lenta y costosa, pero el rinoceronte encontró quien se interesara por él e intentara ayudarle a eliminar ese hábito de dar vueltas. Para ello fueron colocando alimentos en lugares poco frecuentados por el rinoceronte e introdujeron algunos obstáculos que modificaban su recorrido habitual.
 
Incluso los cuidadores decidieron cambiarlo de recinto por unas horas para ver su reacción ante un espacio más grande donde convive por primera vez con animales de otras especies, como cebras y avestruces. Rómulo, aseguran los cuidadores, ha empezado a interactuar con los otros animales y, además, ha mejorado notablemente su estereotipia.
 
¿Qué ha pasado con Rómulo?
 
No es mi intención comparar animales con niños ni muchos menos, pero la metáfora me sirve pues la respuesta al interrogante parte de los mismos supuestos: el modelo interno de unos y otros. En tanto que instinto de supervivencia, todas las especies necesitan ver satisfechas sus necesidades más básicas empleando para ello estrategias de acercamiento a las figuras de apego.
Mientras dichas figuras de apego satisfacen sus necesidades, es posible explorar el mundo y con ello conseguir una apertura no sólo al autoconocimiento del yo interno sino también a la interacción personal y al entorno. Pero si el niño o la niña no ve sus necesidades satisfechas no tendrán más remedio que generar mecanismos de defensa basados en la autogratificación, la evitación, la minimización del sufrimiento, la búsqueda incesante de respuesta del adulto con continuas conductas de apego….o lo que es igual: 

-actuar de manera repetitiva siguiendo estilos de conducta desadaptadas (el caminar circular del rinoceronte) como desobediencia, mentiras, peleas, etc. en respuesta a una percepción del entorno y de los adultos como amenazantes pues es su respuesta ante el estrés,lo cual genera el enfado y rechazo del adulto... 

-el autoconvencimiento de que el mundo no es seguro, que no es posible seguir intentándolo porque no se es digno de ser amado y NO PUEDE HACER NADA para impedirlo (la estaca del elefante encadenado) y por eso, ante el terrible temor de ser abandonados o no queridos, ante la más grande indefensión e impotencia, su respuesta no proviene del razonamiento y el análisis de consecuencias, sino de su parte del sistema nervioso más primitivo que le lleva a la agresión, la huida o el bloqueo como medio de autodefensa, volviendo a actuar de forma inadecuada repetitivamente, por lo que el ciclo continúa.

Esto es lo que se conoce como RESISTENCIA RESILIENTE. Cuando un niño o niña se enfrenta a situaciones traumáticas y sobre todo si son crónicas, lo único que le queda es adaptarse y aprender a vivir en ese contexto.Desarrollan mecanismos de defensa o estrategias de adaptación porque sin ellos no podrían sobrevivir. ¿Cómo entender que los adultos significativos son los responsables de su sufrimiento?. Mientras que los mecanismos de defensa tienen como objetivos principales la protección, las estrategias conductuales corresponden a formas de resistencia más dinámicas.
 

Diferentes formas de resistencia resiliente pueden transformarse en resiliencia secundaria. En muchos casos sólo la entrada en su vida de tutores de resiliencia podrán hacer que el niño o la niña puedan experimentar modelos alternativos de relación con los otros y con el entorno. Unas veces en forma de papás y mamás adoptivas o acogedoras, otras a través de profesores, educadores, monitores, vecinos, etc. quienes les ayudarán a salir del "encierro"en que se encuentran.

Os había dicho que la historia de Rómulo era de esperanza y resiliencia. En una visita al Bioparc pude comprobar con alegría que Rómulo era capaz de explorar otros caminos distintos al rastro circular que dejaban sus vueltas reiteradas por el mismo sitio....¡había podido vencer (al menos devez en cuando) la esterotipia! ¡No estaba condenado a girar y girar sobre un mismo círculo el resto de su vida!

 


 
De igual modo compruebo que niños y niñas adoptados y acogidos pueden funcionar en muchos momentos "explorando" su habitat de manera más o menos normalizada, con pequeños grandes éxitos, con unas fortalezas personales impresionantes...pero en determinadas ocasiones pueden volver a "girar sobre sí mismos", a tener conductas que a los ojos de sus cuidadores o tutores son incomprensibles...

Aprendieron de una forma determinada a conducirse por la vida de manera autodefensiva y determinadas expresiones, situaciones o pensamientos automáticos les gatillan y les transporta a esas vías poco seguras que tenían en sus primeros años de circular por la vida.
 
Por eso es tan importante comprender su historia no desde una visión patogénica ni etiquetadora, de esa que les dice que son malos, que se portan mal y amargan la vida de los que les rodean, que son ingratos y no saben valorar lo que tienen...Su realidad es otra. Son niños y niñas que desarrollaron estrategias para sobrevivir en un mundo para el que no habían nacido preparados (¿quién lo está?).
 
Conseguir romper poco a poco sus cadenas y dejar de "girar sobre sí mismos" con conductas poco adaptativas son sus grandes objetivos. Pero no siempre pueden solos. Incluso puede que sigan mucho tiempo dando vueltas hasta que, como  Rómulo, puedan permitirse gracias a sus cuidadores y al alimento afectivo, crear caminos alternativos desde donde poder tener otra perspectiva.


¿Por qué el elefante encadenado no se soltaba?. Su impotencia y temor le llevaron a desarrollar un modelo de sí mismo como carente de valor, inhibido,retraido,desconfiado de si mismo y del mundo. Sus mecanismos de defensa fueron la sumisión y la alienación de sí mismo. Esperemos que nuestros niños y niñas puedan desarrollar modelos diferentes que les permita gozar de libertad y seguridad aunque sea con la ayuda de tutores de resiliencia.
 
Feliz semana!!

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