"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

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jueves, 23 de abril de 2020

Expediente Covid 19. Comprendiendo nuestras emociones en la situación de emergencia social


Las semanas de confinamiento van pasando y a medida que ello ocurre todos y todas vamos notando los efectos que la situación está teniendo en nosotros mismos, provocando cambios en el estado de ánimo, en el cansancio e incluso en el umbral de tolerancia a la frustración, mostrándonos cada vez más irascibles o más emotivos. 

Dicen los que entienden que la resiliencia es la "capacidad de una persona o de un grupo para desarrollarse bien, para seguir proyectándose en el futuro a pesar de los acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves.” (Manciaux, Vanistendael, Lecomte, Cyrulnik, Barudy). No cabe duda que la situación que estamos atravesando desde hace semanas es la adversidad más grave de cuantas nos han tocado vivir.


                                        Autoría Foto: Ana Jiménez

Precisamente la promoción de la resiliencia infantil en estos momentos depende en gran medida de cómo los adultos que están al cuidado de niños, niñas y adolescentes sean capaces de aprovechar sus recursos personales, los recursos externos con los que cuentan (ahora limitado) y el sentido que le dan a la experiencia de superar esta terrible pandemia. Por ello, este post va dirigido a los que cuidan, a los mayores, para repasar brevemente algunos aspectos a tener en cuenta para poder hacer mejor tu tarea, principalmente comprendiendo y contextualizando el momento que estamos viviendo:

1. Una piedra no es una montaña


Las personas nos enfrentamos a veces, además de adversidades de distinto tipo, algunas de ellas muy duras, como las que hemos visto en los últimos años en los medios de comunicación, tales como una riada, un terremoto o un incendio forestal. A diferencia de todas estas adversidades, el COVID19 presenta unas características muy diferentes:

·    Su duración. Después de más de dos meses que comenzó en nuestro país la expansión nos encontramos aún atravesando la adversidad (y lo que nos queda).
·   Su peligrosidad. Puede afectar a cualquiera de nosotros/as, no solo de nuestra familia, sino de nuestra ciudad, de nuestro país, de nuestro continente, de nuestro planeta... pudiendo provocar incluso la muerte, por lo que se convierte en un estresor de orden mayor.
·    Su impacto. Nos ha cambiado los hábitos, la forma en que nos relacionamos, la necesidad de aprender nuevas formas de trabajar (o resignarse a perder el trabajo).

No es por tanto una adversidad más, es el Everest de las adversidades. 


 2. Expediente X. COVID19

No hay nada peor que la INCERTIDUMBRE, con mayúsculas. Sumado a lo anterior, la impredecibilidad del virus, su desconocimiento, la falta de evidencias científicas por su corto tiempo de vida, hacen que se convierta en el peor enemigo. Y aún más, enemigo invisible, del cual solo nos podemos defender con las medidas higiénicas recomendadas que se tornan insuficientes. 

Sin duda, la falta de control sobre el virus y su carácter de amenaza, puede generar en nosotros una ansiedad generalizada (muchas veces inconsciente en el caso de las personas evitativas, de esas que prefieren no pensar demasiado) que afecta a nuestros sistemas implicados en el autocontrol, entre otros.

El COVID19 es el mayor expediente X des-conocido.


3. Horizontes lejanos

Sumado a lo anterior, el futuro próximo -e incluso el presente cercano- peligra en muchos hogares, bien por la amenaza de la crisis económica que se avecina y el consiguiente temor de falta de solvencia o incluso por haberse visto ya afectados por expedientes de regulación temporal e incluso el desempleo. Pensar en futuro además de difícil ahora mismo resulta inquietante.

Estaréis de acuerdo conmigo que no es lo mismo cualquier otra adversidad que la pandemia actual. ¿Y porqué es importante tener todo esto en cuenta? Porque nuestro sistema nervioso no está preparado biológicamente para hacer frente a un estrés de esta magnitud, duración, impacto y peligrosidad ya que no estaba contemplado en nuestro fenotipo. 

Podemos soportar y sobrellevar el estrés que producen los conflictos interpersonales como un divorcio, la realización de trabajos que requieren mucha energía mental o soportar a un jefe estúpido. Pero nuestro cerebro no está acostumbrado ni preparado para simultanear tantas funciones como ahora estamos asumiendo (compaginar el cuidado de los hijos con el trabajo, aprender a teletrabajar) junto con el miedo y la necesidad de llevar extremo cuidado para no contagiarnos y cuidar de nuestra familia. Esto requiere un esfuerzo increíble para nuestro cerebro y tiene un coste a nivel de funciones: menor atención, menor memoria, menor capacidad de autocontrol, etc.

Y por ello pueden aparecer diferentes manifestaciones que son las consecuencias de que algunas de estas funciones no están, valga la redundancia, “funcionando” bien y aparezcan síntomas propios ante situaciones estresantes mantenidas a largo plazo son:

Los síntomas físicos:

  • alteraciones en el sistema digestivo,
  • problemas cardíacos,
  • alteraciones del sueño,
  • alteraciones dermatológicas,
  • y supresión del sistema inmunológico lo que va a hacer que seamos más vulnerables a las enfermedades.

Los síntomas psicológicos:

  •        presentar sentimientos de miedo, de confusión,
  •         dificultades de concentración y de memoria,
  •         irritabilidad y enfado,
  •        cansancio y fatiga,
  •         aislamiento social y familiar,
  •         evitación de emociones, pensamientos o conductas,
  •        tristeza, pensamientos negativos o catastrofistas,
  •        enfado y sentimiento de culpa.

Con un panorama así, mantener la calma es algo complicado. En algunos casos será necesario la ayuda de un profesional, siempre en función de las características individuales de cada persona y de sus antecedentes en cuanto a historias previas de problemáticas de tipo emocional o por la exposición intensa a factores de estrés relacionados con el virus. Pero la gran mayoría podrán activar sus recursos resilientes y atravesar esta gran adversidad e incluso salir fortalecidos/as.

Algunas orientaciones para poder tener una mejor gestión emocional y un mayor autocontrol pueden ser las siguientes:

  • - No negar las emociones, sean cuales sean. Estamos viviendo una situación excepcional y las emociones que podamos sentir (miedo, rabia, impotencia, inseguridad, etc.) SON NORMALES, lo anormal es la situación. Reconocer nuestras emociones sin evitarlas ni negarlas permite que nuestro cerebro pueda procesarlas e integrarlas como parte de esta experiencia. Darnos permiso de manera voluntaria posibilita que no tengan que salir de otro modo en forma de malhumor, irritabilidad excesiva, agresividad o intolerancia. Revisa cada día cómo te sientes, pasa tu ITV emocional pero sin temor a lo que puedas encontrar. Eso si, como dicen mis estimados profesores Maryorie Dantagnan y Jorge Barudy, tenemos derecho a enfadarnos pero no a expresarlo de cualquier manera.
  • -  Realizar algo de ejercicio físico. El cortisol, que es la hormona del estrés, está en estos momentos pluriempleada, porque a lo largo del día “trabaja” en todos nosotros influyendo en como nos sentimos, en como pensamos y en como actuamos, circulando libremente y sin semáforos por todas nuestras estructuras cerebrales. Hacer deporte favorece la liberación de tensiones y mejorará nuestro estado de ánimo. Aquí te dejo una Oca del Confinamiento, que seguro que te ayudará a practicar ejercicio en familia de una forma divertida que puedes descargar en este enlace:   https://drive.google.com/file/d/1KvzmynllASXjmZh3bjJuSn6e_xivH0x/view

  • - Identifica cuales son tus necesidades y compártelas con los tuyos…para que te ayuden a satisfacerlas. Tener necesidades no cubiertas pone de mal humor además de generar sensación de insatisfacción. Pide un abrazo si te apetece, o media hora para descansar en el sofá, ver una película de las que te gustan, pedir que te hagan un bizcocho o lo que tú quieras y sea posible en el confinamiento. Una buena propuesta es la que escuché el otro día en el curso de Ana M. Gómez donde proponía una actividad que es el Rincón de las necesidades y que puedes hacer con una cuerda, unas pinzas de la ropa y unos poss-itt o papelitos en los que cada miembro de la familia puede colgar cada días 2-3 necesidades poniéndolas colgadas todas juntas y a la vista (por ejemplo en la cocina o en un rincón de la casa) y dedicar todos unos minutos al día para leerlas, ponerlas en común y....¡satisfacerlas si es posible!
  • - No olvides tener espacios de intimidad. Todos necesitamos tener nuestro momento, bien sea para leer o para no hacer nada y en el confinamiento esto puede ser algo difícil de conseguir y con ello, ponernos más irascibles. Pero no hay nada imposible y ese momento que ha de ser individual (en el cuarto, en el baño o incluso en el balcón) puede convertirse en una verdadera válvula de escape. Poder disfrutar de uno mismo de su soledad buscada puede ser un factor de protección en estos momentos, sin restarle importancia con ello a los espacios familiares. Simplemente son espacios diferenciados aunque el contexto no sea diferente.
  • - Practica relajación o yoga. Seguro que tengas la edad que tengas te ayudará a sentirte mejor. Te recomiendo el siguiente vídeo de relajación que puedes ver pinchando el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=Q4ODsJ7ryUA


También este otro vídeo te puede ayudar a ti y a tu hijo/a si lo veis juntos: https://www.youtube.com/watch?v=WRnfqtpjkNg 




Es importante no perder de vista que no podemos evitar que las adversidades sucedan, pero sí cambiar la forma en que nosotros las interpretamos y por tanto le damos respuesta. Como personas necesitamos no perder el control en el sentido literal de no enojarnos desmesuradamente, pero también en el sentido de poder controlar algo de nuestras vidas. Estas actividades que te propongo u otras que tú plantees pueden ayudarte para OCUPARTE más y preocuparte menos, depende de ti. 

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resilienciainfantil@gmail.com