"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"
"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

jueves, 29 de mayo de 2014

Fundamentos del apego: "Necesitamos ser vistos, sentirnos a salvo y que nos tranquilicen, para poder sentirnos seguros"

En la entrada anterior os hablaba del nuevo libro de Daniel Siegel que os vuelvo a recomendar que leáis, y para animaros a ello quiero compartir uno de los fragmentos que más me ha gustado mientras lo estoy leyendo a ratitos (lástima no tener todo el tiempo que una desea para disfrutar con tesoros como este). Dice Siegel:

"Se puede decir que el apego humano se basa en cuatro fundamentosNecesitamos ser vistos, sentirnos a salvo y que nos tranquilicen, para poder sentirnos seguros

Ser vistos significa que bajo nuestro comportamiento quede patente nuestra vida mental interior. La persona que nos cuida escucha nuestro llanto, imagina cuáles son nuestras necesidades y acto seguido nos ofrece lo que sea que puede cubrir esa necesidad.

Sentirse a salvo significa tanto que estamos protegidos ante el daño como que no tenemos miedo de la persona que nos cuida.

Que nos tranquilicen significa que cuando nos encontramos mal, la respuesta de la persona que nos cuida consigue que nos sintamos mejor. Cuando necesitamos consuelo nos dan un abrazo. 

Y todo esto-poder confiar en que nos vean en sentirnos a salvo y en que nos tranquilicen-nos aporta una sensación general de seguridad en la relación.


La manera en que nos tratan las figuras de apego nos transmiten una sensación de puerto seguro en el que nos podemos sentir a salvo.Pero las relaciones de apego también sirven como plataforma de lanzamiento desde la que podemos despegar y explorar el mundo". 

Precioso, sin más. No hay nada más bonito que pensar que otros podrán ver que estamos, sentir nuestros sentimientos, entender lo que necesitamos. Que son puerto donde llegar pero también desde donde partir para explorar, para conocer.

La cuestión es ¿y si la persona que nos cuidaba no sólo no nos veía sino que además era fuente de terror o de angustia?¿y si el puerto no fue seguro y solo era una escollera donde se acababa varado una y otra vez?¿y si la tranquilidad y la calma se hubieran marchado a otro continente? 

Muchos y muchas de los que hoy son padres y madres se sienten frustrados, preocupados con su rol porque las relaciones de apego que establecieron en su infancia, su modelo de apego no seguro, se activa en algunas situaciones concretas que pueden parecerse a las que tuvieron en el pasado, condicionando de esta forma el presente y de forma automática, la relación con sus hijos/as. A ser padre o madre se aprende siendo primero hijo/a.

Estos apegos inseguros -dice Siegel- no significa que necesariamente se es inseguro como persona, simplemente que no se recibió de forma consistente esos fundamentos de ser vistos, sentirse a salvo y tranquilos en las relaciones de apego primeras y que estos modelos de apego inseguro reflejan que la persona tuvo que adaptarse a relaciones inseguras. 

La buena noticia: aunque los modelos de apego persisten a lo largo de toda la vida, se pueden cambiar si llegamos a entenderlos. Si una persona puede dar sentido a sus experiencias de la infancia, puede desplazar sus modelos de apego hacia la seguridad. La manera en que uno da sentido a su vida, comprender las experiencias por las que tuvo que pasar y su respuesta,puede ayudar a relacionarse de forma más sana con uno mismo y con los demás. La culpa, el rencor, el dolor, el miedo  han influido en la forma en que se ha ido conformando el cerebro, en la manera de actuar, de ver el mundo, pero no tenemos una única figura de apego a lo largo de nuestra vida. Y lo mejor: Nunca es demasiado tarde para desarrollar la integración en nuestro cerebro mediante la COMPRENSIÓN.

Comprender no significa minimizar, ni siquiera perdonar. Comprender es sinónimo de dar sentido, de otorgar coherencia a una historia creada en nuestra representación del mundo y de nosotros mismos. Y para ello, Siegel propone como herramienta el Mindsigth, el autoconocimiento como forma de conectar el pasado desde la memoria con la experiencia presente, el crear una visión coherente y la integración del yo a través del pasado, del presente y del futuro.

En el libro se ofrecen una serie de preguntas para reflexionar sobre el apego que son de gran interés, una forma de autoexploración que analizan diversos aspectos. Contestarlas seguro que puede ser no sólo fuente de autoconocimiento sino de consuelo, de comprensión, de encajar piezas del puzzle de la vida, de integrar para conducirse hacia un modelo más seguro de relación. Además en el libro se recogen ejercicios que ayudan a comprender cómo nuestros modelos configuran el presente...y a caminar por la vida con otros pasos.

Quería acabar esta entrada compartiendo algo que hace unos días en el trabajo me removió. No era la primera vez que me pasaba, pero no por ello dejó de impresionarme. En una entrevista con un chico joven, autodefinido por sí mismo como despojo de la vida, policonsumidor de sustancias, agresivo, aislado socialmente y desahuciado por su familia y por los diferentes recursos donde antes había acudido, se sorprendía y hasta se molestaba que durante las tres entrevistas que ya habíamos tenido yo me mostrara amable con él, confiada en que podía cambiar (él mismo no lo cree), animándole incluso. Decía que agradecía mi esfuerzo por intentarlo, pero que él era así, tal cual, con una vida que no podía cambiar y una historia de niño rico que tuvo de todo menos afecto familiar. 

Lo que le pasaba era simplemente que yo le veía (no quiero decir que otros no le hubieran "visto" antes y confiado en el).Simplemente él esperaba de mí que le dijera lo que tenía que hacer, que le juzgara o dirigiera que para algo yo era la experta. Preguntarle a él qué necesitaba, cómo se miraba por dentro, cual era ese niño interior que no nos dejaba ver... le incomodaba en extremo. Pero lo peor, recibir una mirada cálida y una sonrisa acompañada de palabras de aliento no puede ser integrado por alguien que se acostumbró a ser invisible, a que no le aceptaran, a ganarse a pulso las etiquetas que tenía y tiene. Intentó por todos los medios convencerme de mi inútil esfuerzo -al tiempo que por otra parte lo agradecía-,pero todo ello desde la angustia de incomodarse por recibir afecto. Le pregunté abiertamente si le fastidiaba que yo me mostrara así con él, clarificándole primero que no era impostación sino un estilo personal propio que me salía de forma natural, y su respuesta fue que si, que entendía que yo con los años de experiencia habría aprendido a trabajar de esta forma, pero que a él le ponía nervioso porque no es lo que esperaba ni creía merecer.

¿Puede haber algo peor que no sentirse digno de afecto?¿Tan grande es el impacto de su modelo de apego inseguro que no puede soportar ser reconfortado? ¿Tiene tan pegado a su piel el traje de "enfant terrible" o lo que es lo mismo, ha tenido que soportar una terrible infancia que le bloquea al máximo sus relaciones en su etapa adulta? Sigo sorprendiéndome después de muchos años con este tipo de situaciones. Leer en los libros lo que es un apego inseguro no tiene nada que ver con tener ante ti a una persona como esta, sin puerto, sin rumbo, y lo que es peor, hundida una y otra vez en un mar emociones y relaciones que le arrastran por el peso del pasado. 

Por eso la palabra esperanza que transmiten las obras como la de Siegel nos puede aportar, además de conocimientos, la brújula sobre la que mirar en la relación de ayuda para con los otros pero también para consigo mismo. 






lunes, 19 de mayo de 2014

Tormenta cerebral. Nuevo libro de Siegel sobre adolescencia para ser, saber y hacer mejor

¡Estamos de enhorabuena! 

Ya está a la venta en español el nuevo libro de Daniel J. Siegel, autor de otras obras muy interesantes entre las que destaca El cerebro del niño (que mi estimado y admirado compañero y amigo el psicoterapeuta José Luis Gonzalo Marrodán resume estupendamente en esta entrada de su blog Buenostratos: http://www.buenostratos.com/2012/11/el-cerebro-del-nino-del-autor-siegel-un.html) 

En esta ocasión Siegel ha querido centrar su atención en los/las adolescentes, dedicándoles el libro a ellos/as así como a padres y madres y profesionales interesados por esta inquietante y maravillosa etapa de la vida que es la adolescencia a la que el autor describe como etapa trascendental  a la hora de trazar el trayectoria del adulto que acabaremos siendo. Algo nada desdeñable sin duda si nos acogemos a la definición que el diccionario de la Real Academia Española hace de la palabra "trascendental" como "que es de mucha importancia o gravedad por sus probables consecuencias"...

El título del libro es Tormenta cerebral. El poder y el propósito del cerebro adolescente, de la Editorial Alba. 

Aunque tan sólo he comenzado a leerlo y llevo pocas páginas saboreadas (promete ser un interesantísimo libro) quería compartir algunas primeras cosas. Dice Siegel:

"Durante los años de la adolescencia, nuestra mente cambia en la forma de recordar, pensar, razonar, centrar la atención, tomar decisiones y relacionarse con los otros... Se dan cambios en los circuitos fundamentales del cerebro que hacen que el período de la adolescencia sea diferente al de la infancia. Estos cambios afectan a la forma en que los jóvenes buscan la gratificación en probar cosas nuevas, conectar con sus iguales de manera diferente, sentir emociones más intensas y rechazar los modos establecidos de hacer las cosas para crear nuevas formas de estar en el mundo..". Quien tiene o haya tenido un o una adolescente cerca sabe que esto es así, es una realidad constatada. Pero lo que es sumamente importante es que los adultos comprendan que no es simplemente que el chico o la chica se han vuelto maleducados, o que la culpa es de los amigos con los que se junta, o que al crecer se siente con capacidad de mandar a todos lo que tienen que hacer...no, mucho más sencillo y al mismo tiempo más complicado: modificaciones neuronales que implican una forma diferente de ser y estar en el mundo. Y que además estas han de ir acompañadas de afectos, límites, comunicación y aceptación por parte de los adultos ya que si son necesarias para cualquier persona mucho más aún lo son para una mente en desarrollo que no ha aprendido aún a manejar bien el timón de sí mismo.

"Los cambios cerebrales que se dan durante los primeros años de la juventud establecen durante la adolescencia cuatro cualidades en nuestra mente: la búsqueda de novedades, implicación social, aumento de intensidad emocional y experimentación creativa." Todas ellas llevan asociadas ventajas y desventajas,o lo que es lo mismo, beneficios y riesgos, con la consiguiente "tormenta cerebral" que ello supone. Y en esa tormenta o mar de dudas, tener una buena hoja de ruta resulta esencial, que es lo que parece que Siegel nos propone, un viaje al interior de uno mismo. 

El libro está estructurado en cuatro partes en las que se examina a fondo la esencia de la adolescencia, la forma en que crece el cerebro durante la misma, el cómo las relaciones dan forma a nuestro sentido de la identidad (o lo que Siegel llama "tus apegos") y los cambios y retos de la adolescencia mediante estar presentes, receptivos, para ser conscientes de los aspectos internos e interpersonales de estas experiencias. Y entre medias de cada una de las cuatro partes introduce "Herramientas de Mindsight" a modo de ejercicios prácticos para fortalecer la mente, hacer el cerebro más flexible y resistente y mejorar lar relaciones (que va describiendo de manera muy sencilla para todo aquel no que sepa de este término acuñado por él que tiene que ver con la habilidad de conocer la mente de verdad y que viene a significar tres cosas: 1) ver la mente propia a través de la visión interior; 2) ver la mente de los otros por empatía; 3) integrar nuestra mente y la de los demás). 

Toda una obra maestra. 

Seguiré leyendo el libro y compartiré algunas cosas pues me parece muy interesante para ayudarnos a comprender y a acompañar a chicos y chicas adolescentes. La tan traída y llevada frase "no le entiendo, está en la adolescencia" o incluso la autoimpuesta frase por algún adolescente que conozco cuando dice "es que soy así porque soy adolescente" no pueden ser los únicos estandartes que libren esta especie de batalla intergeneracional como se vive en ocasiones esta etapa . Acompañar, crecer, navegar por la vida es mucho más que sufrir la adolescencia

Seguiremos aprendiendo con Siegel.


lunes, 12 de mayo de 2014

Cenicienta está cansada de estar siempre con zapatos de tacón

¿Nunca te has parado a pensar cómo serían las segundas partes de los cuentos tradicionales? Si, quizás sea absurdo pensarlo, pero...¿qué sería de Blancanieves después de encontrar a su príncipe azul?¿seguirá siendo feliz o acabó separada porque vino otra más bella que ella a robarle el amor? O por ejemplo el Patito feo ¿habrá formado una familia de cisnes hermosos o quizás se quedó solo porque no confió ya nunca más en los otros? 

El poder de los cuentos es único, permiten soñar que cualquier cosa es posible, incluso en la peor de las circunstancias. Hay siempre personajes buenos y otros menos buenos e incluso antipáticos. Con los primeros podemos identificarnos, aprendemos a resolver problemas, conectamos con sus emociones. De los segundos nos distanciamos, deseamos que desaparezcan pronto de escena.

De todos los cuentos hay uno con el que me quedo: La Cenicienta. 

Cenicienta tuvo una infancia infeliz, con pérdidas de seres queridos, negligencias, vejaciones, abandono afectivo...hasta que la vida le recompensó con su maravilloso príncipe azul, quien no dudó en ir casa por casa probando el bonito zapato de tacón que sólo ella podía calzar. La alegría del rescate, la salvación, una oportunidad...

Conozco muchas Cenicientas y algún que otro Ceniciento. 

María vivió una terrible infancia de abusos por parte de su padre y encubrimiento de su madre...hasta que llegó su galán y la cubrió de afecto y buen trato para que olvidara en un desván oscuro la tristeza de su pasado.

Cristina era atada a una silla con cadenas cuando de pequeña se portaba mal...pero un hada buena dio la señal de alarma y fue acogida por una familia que le brindó la posibilidad de conocer lo que es el amor incondicional. 

Carmen resoplaba detrás de la puerta de su cuarto cuando se escondía para no oír los gritos ensordecedores de su padre chillando a su madre mientras la golpeaba... hasta que un día decidió que sólo soplaría las velas de cada aniversario en el que celebrase que la vida le pusiera ante ella a su marido, un hombre tierno y amable que supo quererla en voz baja.

Todas historias con final feliz. Al menos la primera parte. 

Pero, hay algo que se repite. Cenicienta está cansada de llevar siempre zapatos de tacón. Esos zapatos que le hacen sentir princesa, que la elevan sobre el suelo para asomarse a una vida sin sobresaltos. Llevar tacones requiere saber mantener el equilibrio, tener porte al caminar, sortear los agujeros de la acera para no tropezar. Pero lo peor de lo peor ¿sabes que es? Lo más difícil es llevar zapatos de tacón cuando se tienen callos en los pies y rozaduras. 


María, Cristina y Carmen no pudieron evitar tener callos en sus delicados pies. Andar por caminos con espinas, por el asfalto ardiente, por senderos con clavos y sobre todo, sin saber caminar por la vida con la seguridad que dan unos buenos brazos que ayudan a enseñar a andar...hacen que los pasos sean torpes y hasta en ocasiones tropezar y caer. 

Y lo malo no es caer, lo malo es el recuerdo de cada grito, de cada golpe, de palabras malsonantes que resuenan mil y una vez haciendo recordar que no se puede caminar recto por la vida. Caminar con callos en los pies duele. Caminar con zapatos de tacón aún duele más. ¿Cómo demostrar a los demás que se sabe andar en línea recta cuando la voz de la niña interior te recuerda las caídas y el dolor? ¿Cómo enseñar a caminar a los propios hijos e hijas por la vida con los tacones puestos cuando escuece recordar el pasado? ¿Cómo no dejarse vencer por las voces interiores que confunden el camino y consiguen desestabilizar la marcha cayendo en la misma historia, repitiendo frases, hechos, gestos que siempre se han temido u odiado?

La culpa, la vergüenza y el rechazo surgen de manera casi espontánea. El temor de no ser una Cenicienta suficientemente buena, una madre afectiva cuando de niña no se tuvo afecto. Una Cenicienta que a veces tiene que elegir entre el príncipe azul o echar a correr sin zapatos porque está atrapada por su historia que la convierte de nuevo en un desecho de la vida. Y ahí está la disyuntiva. ¿Es posible calzar siempre zapatitos de tacón y avanzar en la marcha?

Quizás la segunda parte del cuento de la Cenicienta pueda acabar con un par de cómodas zapatillas que puedan guardarse fácilmente en el bolsillo, de manera que cuando los callos causen dolor con esas señales que sólo los callos saben hacer, Cenicienta pueda parar y calzarse para recobrar la calma, el sosiego, la ligereza que da un buen calzado para caminar por la vida. ¿La marca de las zapatillas? Hay varias: Aceptación, Perdón, Autoestima, Esperanza.

Contacta conmigo

resilienciainfantil@gmail.com