"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

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domingo, 13 de enero de 2019

¿Y si te dijera que los y las adolescentes son como los salmones, espíritu de la contradicción?


Esta semana he hecho un máster en adolescencia. Y no es que haya asistido a una de esas formaciones de expertos en el tema que a partir de estudios e investigaciones elaboran modelos explicativos de esta etapa de la vida. He recibido los aprendizajes de la mano de sendos/as protagonistas, autores y productores: adolescentes con los que intervengo desde el servicio en el que trabajo desde hace más de dieciocho años. 

No es que me hayan enseñado nada nuevo (o si, no sé), lo cierto es que más bien parece un insight (un insight es un término utilizado en psicología proveniente del inglés que se puede traducir al español como "visión interna" o más genéricamente "percepción" o "entendimiento". Mediante un insight la persona "capta", "internaliza" o comprende, una "verdad" revelada).

Quien me conoce sabe bien -porque lo digo siempre- que mi debilidad son los y las adolescentes. Cuanto más “chungos/as” más me gustan. Mi experiencia profesional está llena de bonitas relaciones basadas en el respeto, comprensión y empatía mutuas, entre ellos/as y yo. Jamás he vivenciado una situación de falta de respeto hacia mi persona, ni una salida de tono, pese al extenso curriculum de problemas conductuales de muchos de ellos/as a nivel escolar y familiar. Pero esta semana, no sé si porque yo he estado más receptiva o por otro desconocido motivo, HE COMPRENDIDO un poco más a los y las adolescentes.

Podríamos resumir este “master exprés experiencial” en mis sesiones esta semana con tres de los/as adolescentes con los que tengo la suerte que trabajar. 

Comenzaré compartiendo una metáfora de la adolescencia de la que me he apropiado y tomado prestada: LOS Y LAS ADOLESCENTES SON COMO LOS SALMONES.

No lo digo yo, me lo dijo un/una (guardemos su anonimato) adolescente esta semana. “Tengo que hacer un trabajo y está basado en una canción del grupo Seguridad Social que se titula “Soy un salmón. Me encanta este grupo y esta canción. Yo soy un salmón, el espíritu de la contradicción”, me dijo.


Ya de entrada, la metáfora prometía, ya que me explicaba que los salmones nadan contracorriente, como los adolescentes, y que ambos, se identificaban como el espíritu de la contradicción.  Sacó su móvil, compartió conmigo la letra y la melodía de la susodicha canción y sembró en mí no solo la admiración por tan bonita metáfora sino las ganas de seguir investigando sobre este curioso pez. 


Sobre la letra de la canción, no tiene desperdicio. Os dejo el enlace del vídeo (https://www.youtube.com/watch?v=VMTRtOwqjps) pero para los y las perezosos/as o faltos/as  de tiempo os pongo un extracto de la letra. Podréis comprobar la similitud del salmón con los y las adolescentes en esa lucha contra los riesgos a los que se encuentran expuestos/as en esta etapa de la vida, lo fácil que es dejarse llevar por la desmotivación y la desgana tirando la toalla en temas como los estudios, la incertidumbre del futuro próximo, la salida de la zona de confort de la niñez, lo atrayente de pensar y sentir diferente a los adultos…..



Ir río arriba no es fácil ni es vulgar
Muchos obstáculos que tengo que saltar
Con la certeza de hacerlo cada vez mejor

Hay pescadores a mi alrededor
Miles de anzuelos cada cual más tentador
Soy vulnerable aunque no soy fácil de pescar

Pero es tan cómodo
Dejarse llevar

Soy un salmón
Soy un salmón
Soy el espíritu de la contradicción

Soy un salmón
Soy un salmón

No es necesario echar la vista atrás
Ya sé de sobra que ahí he dejado el mar
Hacia adelante mirar no es nada alentador

A veces creo que no tengo mas opción
Al fin y al cabo solo soy un salmón
Estoy volcado
Es tan cansado
Voy a ser fuerte
Y no me dejare pescar jamás


Dicho esto, (espero que os guste la metáfora de la canción) paso a contar mis otros aprendizajes, mi insight acerca de la adolescencia, para lo cual os relataré tres situaciones vividas que me han hecho reflexionar, protagonizadas por tres “salmones dolientes” con cursos de vida escarpados, es decir, adolescentes cuyas historias de vida, por uno u otro motivo, han añadido, sumado a la dificultad de atravesar este período de vida en el que concurren cambios físicos, hormonales, emocionales y cognitivos, otro tipo de problemas relacionados con pérdidas de referentes, situaciones de maltrato físico y emocional, o negligencia por parte de los progenitores.
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  • SALMÓN nº 1: 15 años.

Situación: Después de una interesante reflexión para desmontar la aberrante legitimación de los adultos de pegar a los hijos varones con cosas como “me pega porque es mi padre”, o “porque también lo hicieron con él cuando era pequeño”, y después de apelar a la emoción del hijo que sufre el maltrato, de la catalogación como delito la utilización del castigo físico, y de no sé cuantos argumentos más….se para un momento y me dice: “¿puedo hacerte una pregunta?”, parando en seco nuestra seria e importante conversación. Paro, asiento, escucho, y me dice quitándose la zapatilla de deporte que le acaban de comprar por Reyes: “Esta mancha es suciedad o descolorido?”. Por dos segundos mi cara es un poema. No sabía si reír, reñirle porque me estaba tomando el pelo, o hacer extinción como si no hubiera escuchado nada. Superado el desconcierto hice lo que tenía que hacer. Cogí la zapatilla porque me la ofrecía tendiéndomela con su mano, observé la mancha y le dije que para saber qué era esperase a que yo fuera al baño y con papel higiénico y un poco de jabón comprobásemos la permanencia o desaparición de la mancha. Por cierto, se fue, la mancha tenía solución. A partir de ahí continuamos la conversación con la escucha e interés aumentados.

Aprendizaje: “Lo que es importante para él o ella no tiene porque ser LO MÁS IMPORTANTE para mí en ese momento, pero no por ello ha de dejar de darle respuesta”. Axioma número 1. Por tanto, atendamos a las demandas sin cuestionar desde nuestra propia referencia, no tenemos porqué compartir la escala de cosas importantes.
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  •    SALMÓN Nº 2: 15 AÑOS

Situación: Llamada por mi parte para cambiar la cita de un día para el siguiente. Tras el saludo inicial y la explicación del motivo del cambio e interesarme por cómo iba todo de una manera casi retórica (a los dos días iba a saber con detalle cómo iba todo porque tendría una sesión), mi “salmón nº 2” me pregunta: “¿Y tú como estás?”. No entendía bien. Le respondo: “No te he oído, qué me decías?”, “¿Qué tú como estás?”, repitió con voz dulce y apuesto que con una sonrisa en su cara. Desconcierto por mi parte. No estoy acostumbrada a que me pregunten como estoy los y las adolescentes en general (aunque alguno lo hace cuando me ve antes de entrar en la sesión). Me costó unos instantes reaccionar y responderle que estaba bien y que me había alegrado la mañana interesándose por mí.

Aprendizaje: “Los y las adolescentes se interesan por los adultos igual o más que a la inversa, no pasan de todo y todos como suele decirse”. Axioma nº 2. El que siembra recoge, trata al adolescente como te gustaría que te trataran a tí, sea cual sea su conducta o actitud. La persona no es la conducta.


  • SALMÓN Nº 3: 16 AÑOS

Situación: Recogiendo emociones, malestar, sentimiento de desesperanza y compartiendo tareas que debía hacer en el IES, de repente saca el libro El niño del pijama de rayas, lo pone sobre la mesa y me dice: “Toma, léelo, es muy interesante, yo ya he hecho el trabajo de clase de este libro”. Paralización de nuevo. ¿qué hago?¿ le digo que ya me he leído el libro aunque hace tanto que solo recuerdo el triste final o acepto su propuesta?¿puedo aceptar yo una tarea cuando soy yo quien les prescribe a ellos y ellas las cosas que han de hacer hasta la próxima cita para avanzar en los objetivos de la intervención?. Una vez más, descoloque. Otro precioso salmón me descoloca en positivo en esta ocasión, y por las pistas que me da, para que haga algo que me ayudará a una mejor comprensión de cómo se siente. “Yo me identifico con Shamuel”, me dice. Obviamente he empezado nuevamente a leer el libro para explorar concienzudamente cómo piensa, actúa y siente ese Shamuel y mi salmón.

Aprendizaje: “A veces los salmones también tiran anzuelos para pescar a los adultos”. Axioma nº 3. Aprende a leer entre líneas, algoritmos, filigranas, ecuaciones mentales, álgebra emocional y todo aquello que necesites para comprender a los y las adolescentes aunque de inicio te parezca descabellado.


En resumen, esta semana he aprendido un montón de cosas que ya sabía pero de las que quizás ni era demasiado consciente.

Por cierto, investigando en internet sobre los salmones he aprendido cosas muy interesantes, sobre todo de lo que llaman “la carrera del salmón”. Resulta que estos peces pasan su juventud en los ríos, para posteriormente nadar hacia el mar donde se desarrollan y pasan la mayor parte de su vida adulta. Cuando han madurado regresan al río donde nacieron para reproducirse e iniciar el proceso de desove y fertilización de los huevos. Al acercarse a la época en que están listos para migrar hacia el mar los salmones jóvenes pierden sus barras de camuflaje y se someten a un proceso de cambios fisiológicos que les permite sobrevivir el paso del agua dulce al agua salada (¿no os recuerda mucho a los cambios de la adolescencia?).

Quizás lo más interesante son las teorías (no se si científicas o no) para explicar cómo realiza esa subida en la que nada contracorriente. Una de ellas dice que el salmón “ahorra energía valiéndose de los vórtices, o remolinos en miniatura, que forma el agua al chocar contra las rocas, ramas u otros objetos. Como los vórtices se generan a ambos lados de los objetos, los peces se deslizan entre las bolsas de turbulencia con movimientos ondulantes. Algunos bancos de salmones utilizan los vórtices creados por otros que nadan delante de ellos y, de hecho, navegan en su estela”. Y a mí esto me suena a tutores de resiliencia y modelado.

Otra teoría dice que el salmón ”conserva en la memoria el olor del lecho que nutrió sus primeros días y lo protegió de depredadores y corrientes agresivas y así, se orienta para regresar al lugar donde fue desovado, buscando garantizar la continuidad de su especie¿Esto no es el apego que se desarrolla en la primera infancia y la permanencia del adulto en la mente del niño-adolescente como base de seguridad?.

¡Feliz semana!.

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