"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

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lunes, 10 de junio de 2013

Resistencia resiliente: ¿porque no se suelta el elefante encadenado de Jorge Bucay?

 ¿Conoces el cuento del elefante encadenado de Jorge Bucay? Si es que sí, entenderás pronto lo que voy a contar (pero tendrás que esperar unas cuantas líneas más abajo). Si es que no, antes de seguir comentando nada más, párate un momento a leerlo conmigo:

El elefante encadenado


"Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de ellos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido de otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un tamaño, un peso y una fuerza descomunales...Pero después de la actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y aunque la madera era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir. 

 

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?.

¿Por qué no huye?.

Cuando era niño, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces por el misterio del elefante...Alguno de ellos me explicó que el elefante no huía porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: "Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?".
 
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca...

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño".

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro...Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa, porque, pobre, cree que no puede.Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos.
Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.
 
Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: "No puedo y nunca podré".
Esto es lo que te pasa, vives condicionado por el recuerdo de una persona que ya no existe en tí, que no pudo.


Tu única manera de saber si puedes es intentarlo de nuevo poniendo en ello todo tu corazón...¡¡¡Todo tu corazón!!!.
 JORGE BUCAY."


Precioso, ¿verdad?. Todos tenemos estacas que nos anclan a nuestro pasado,a nuestra forma de sentir de la infancia, a las vivencias que vamos teniendo a lo largo de nuestro paso por la vida.  



Desde hace un tiempo este cuento del elefante encadenado me recuerda de forma muy vívida a los niños que han nacido en contextos negligentes. Imagino a más de uno de los niños y niñas que conozco llorando y llorando sin parar y sin que llegase un gesto o palabra de consuelo para calmar sus necesidades. Una y otra vez, intentando hacerse notar para que unos brazos lo arrullaran o unos mimos calmaran sus inseguridades.
 
Sin embargo no llegaban o lo hacían de manera inconsistente o inadecuada por parte de mamás y papás con escasas competencias parentales o con las mismas mermadas por causa de toxicomanías, trastornos mentales, o…incluso con una  historia familiar propia que bloqueaba y limitaba su respuesta sensible porque continúan atrapados en la herida abierta que supone ser un niño o niña dañado que se ve ante la responsabilidad de cuidar un bebé sin que nadie se pregunte si puede, sabe o quiere hacerlo.
 
Pero no sólo en los cuentos ocurren historias como la que le pasa al elefante de Jorge Bucay. La naturaleza nos da ejemplos que pueden servirnos para la reflexión. Os voy a contar una historia real:

En el Bioparc de Valencia, mi ciudad, vive un curioso ejemplar de rinoceronte blanco. La historia del rinoceronte, de nombre Rómulo, es muy triste pero es una historia de esperanza y de resiliencia.

 
Rómulo nació en 1979 en un zoo del Reino Unido y vivió durante 23 años en el viejo zoo de los Jardines de Viveros. Fue trasladado al Bioparc en agosto de 2007. Hasta ese momento había vivido en un recinto de 18 metros de diámetro, por lo que adquirió una costumbre de dar vueltas en círculo, su estancia no le permitía moverse como él hubiera necesitado y eso generó en el rinoceronte una estereotipia.  Caminaba en forma circular, giraba dando vueltas continuamente de manera repetitiva. Aunque resulte un tanto doloroso, en este vídeo se recoge claramente a lo que me refiero:
 

La aclimatación de Rómulo a su nuevo hábitat ha sido lenta y costosa, pero el rinoceronte encontró quien se interesara por él e intentara ayudarle a eliminar ese hábito de dar vueltas. Para ello fueron colocando alimentos en lugares poco frecuentados por el rinoceronte e introdujeron algunos obstáculos que modificaban su recorrido habitual.
 
Incluso los cuidadores decidieron cambiarlo de recinto por unas horas para ver su reacción ante un espacio más grande donde convive por primera vez con animales de otras especies, como cebras y avestruces. Rómulo, aseguran los cuidadores, ha empezado a interactuar con los otros animales y, además, ha mejorado notablemente su estereotipia.
 
¿Qué ha pasado con Rómulo?
 
No es mi intención comparar animales con niños ni muchos menos, pero la metáfora me sirve pues la respuesta al interrogante parte de los mismos supuestos: el modelo interno de unos y otros. En tanto que instinto de supervivencia, todas las especies necesitan ver satisfechas sus necesidades más básicas empleando para ello estrategias de acercamiento a las figuras de apego.
Mientras dichas figuras de apego satisfacen sus necesidades, es posible explorar el mundo y con ello conseguir una apertura no sólo al autoconocimiento del yo interno sino también a la interacción personal y al entorno. Pero si el niño o la niña no ve sus necesidades satisfechas no tendrán más remedio que generar mecanismos de defensa basados en la autogratificación, la evitación, la minimización del sufrimiento, la búsqueda incesante de respuesta del adulto con continuas conductas de apego….o lo que es igual: 

-actuar de manera repetitiva siguiendo estilos de conducta desadaptadas (el caminar circular del rinoceronte) como desobediencia, mentiras, peleas, etc. en respuesta a una percepción del entorno y de los adultos como amenazantes pues es su respuesta ante el estrés,lo cual genera el enfado y rechazo del adulto... 

-el autoconvencimiento de que el mundo no es seguro, que no es posible seguir intentándolo porque no se es digno de ser amado y NO PUEDE HACER NADA para impedirlo (la estaca del elefante encadenado) y por eso, ante el terrible temor de ser abandonados o no queridos, ante la más grande indefensión e impotencia, su respuesta no proviene del razonamiento y el análisis de consecuencias, sino de su parte del sistema nervioso más primitivo que le lleva a la agresión, la huida o el bloqueo como medio de autodefensa, volviendo a actuar de forma inadecuada repetitivamente, por lo que el ciclo continúa.

Esto es lo que se conoce como RESISTENCIA RESILIENTE. Cuando un niño o niña se enfrenta a situaciones traumáticas y sobre todo si son crónicas, lo único que le queda es adaptarse y aprender a vivir en ese contexto.Desarrollan mecanismos de defensa o estrategias de adaptación porque sin ellos no podrían sobrevivir. ¿Cómo entender que los adultos significativos son los responsables de su sufrimiento?. Mientras que los mecanismos de defensa tienen como objetivos principales la protección, las estrategias conductuales corresponden a formas de resistencia más dinámicas.
 

Diferentes formas de resistencia resiliente pueden transformarse en resiliencia secundaria. En muchos casos sólo la entrada en su vida de tutores de resiliencia podrán hacer que el niño o la niña puedan experimentar modelos alternativos de relación con los otros y con el entorno. Unas veces en forma de papás y mamás adoptivas o acogedoras, otras a través de profesores, educadores, monitores, vecinos, etc. quienes les ayudarán a salir del "encierro"en que se encuentran.

Os había dicho que la historia de Rómulo era de esperanza y resiliencia. En una visita al Bioparc pude comprobar con alegría que Rómulo era capaz de explorar otros caminos distintos al rastro circular que dejaban sus vueltas reiteradas por el mismo sitio....¡había podido vencer (al menos devez en cuando) la esterotipia! ¡No estaba condenado a girar y girar sobre un mismo círculo el resto de su vida!

 


 
De igual modo compruebo que niños y niñas adoptados y acogidos pueden funcionar en muchos momentos "explorando" su habitat de manera más o menos normalizada, con pequeños grandes éxitos, con unas fortalezas personales impresionantes...pero en determinadas ocasiones pueden volver a "girar sobre sí mismos", a tener conductas que a los ojos de sus cuidadores o tutores son incomprensibles...

Aprendieron de una forma determinada a conducirse por la vida de manera autodefensiva y determinadas expresiones, situaciones o pensamientos automáticos les gatillan y les transporta a esas vías poco seguras que tenían en sus primeros años de circular por la vida.
 
Por eso es tan importante comprender su historia no desde una visión patogénica ni etiquetadora, de esa que les dice que son malos, que se portan mal y amargan la vida de los que les rodean, que son ingratos y no saben valorar lo que tienen...Su realidad es otra. Son niños y niñas que desarrollaron estrategias para sobrevivir en un mundo para el que no habían nacido preparados (¿quién lo está?).
 
Conseguir romper poco a poco sus cadenas y dejar de "girar sobre sí mismos" con conductas poco adaptativas son sus grandes objetivos. Pero no siempre pueden solos. Incluso puede que sigan mucho tiempo dando vueltas hasta que, como  Rómulo, puedan permitirse gracias a sus cuidadores y al alimento afectivo, crear caminos alternativos desde donde poder tener otra perspectiva.


¿Por qué el elefante encadenado no se soltaba?. Su impotencia y temor le llevaron a desarrollar un modelo de sí mismo como carente de valor, inhibido,retraido,desconfiado de si mismo y del mundo. Sus mecanismos de defensa fueron la sumisión y la alienación de sí mismo. Esperemos que nuestros niños y niñas puedan desarrollar modelos diferentes que les permita gozar de libertad y seguridad aunque sea con la ayuda de tutores de resiliencia.
 
Feliz semana!!

6 comentarios:

  1. actuar de manera repetitiva siguiendo estilos de conducta desadaptadas.... la de veces que me he acordado de tu post hoy !!!!

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    1. Me alegra saber que ni post deja "huella". Espero que no haya sido "Dando Vueltas" en vuestro blog como Rómulo, sino que fuera más productivo.

      Por si te sirve...algunos de los chicos y chicas con los que trabajo pareciera que se les olvidara las cosas de un día para otro, siguen sin cumplir rutinas, sin llevar hábitos de higiene, contestando a la mínima, mostrándose descontrolados...porque invierten gran parte de su energía en la comprobación y confirmación continuada de su relación con los "otros significativos". Incluso en un par de casos no paran de preguntar "¿tú me quieres?" o de exigir abrazos cuando estan nerviosos..

      Gracias por tu comentario-refexión!!

      Un abrazo

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  2. Me ha encantado tu post. Espero que a través de nuestro trabajo favorezcamos factores resilientes en los niños, de manera que las estrategias adaptativas que les ayuden a sobrevivir sean constructivas y dejen de "girar sobre sí mismos" y alcancen la "comida" que se les pone un poquito más lejos.
    Un beso

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    1. Gracias Sagra!! Estoy absolutamente convencida del enorme valor de nuestra mirada apreciativa y valorativa para con estos niños y niñas.

      Los resultados son lentos, mínimos, pero es como ir colocando granitos de arena que son movidos por el viento a veces (deshaciendo los pequeños montículos que logran). Pero el grano está ahí. Depositado en forma de confianza, respeto, aceptación...

      Y siempre nos queda mi frase preferida:"no podemos evitar el viento, pero podemos construir molinos"..quizás no sean nunca como sus padres o familias adoptivas o acogedoras desean, pero todos y todas tienen fuertes aspas para conseguir girar, no dando sólo vueltas infructuosas sobre sí mismos, sino desplazando sus conductas, esperanzas y anhelos en un giro más adaptativo y social.

      Ufff!!! Me he enrollado creo...

      Un abrazo

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  3. ¡Dardo en todo el 10! Maravillosa métafora (la de Rómulo) para explicar la permanencia de los modelos internos. Creo que la voy a usar en alguna tutoria con algún profesor... jejeje. Porque además la metáfora va más allá de la repetición de lo aprendido. También en la necesidad de que el nuevo contexto participe activamente en "obligar" a desarrollar nuevos modos de conducta y no simplemente dar por hecho que por tratarlo bien ya se ha solucionado todo.
    Siempre me ayudó como padre la frase "A un niño hay que tratarlo como más mayor de lo que es pero sabiendo que no lo es". Supongo que a estos niños hay que forzarlos a desarrollar nuevos patrones conductuales (porque sino seguiran en los antiguos) pero sabiendo, cuando no lo consigan, que hay que tener paciencia porque todavía no pueden.
    Una joya de post.
    Y mejor que el cuento de Bucay... ¡porque esto no es un cuento!

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  4. Gracias Javier!!!

    Espero que Jorge Bucay no lea lo último, jajaja.

    Efectivamente va más allá de la reiteración. Tiene que ver con la importancia de los contextos en la respuesta infantil. Y no me refiero únicamente a la perspectiva conductual que es restringida en muchos casos, sino a la creación de nuevas vías afectivas, de nuevas experiencias de éxito, de descubrir y promover potencialidades...
    Resiliencia ¿no?

    Si usas la metáfora puedes añadir que el tocayo del Rinoceronte, el de la mítica historia de Rómulo y Remo que fueron amamantados por la loba Luperca hasta que los descubrió un pastor y su mujer y los acogieron en su casa, tenían también un destino fatal, condenados a morir y abandonados en una canasta a la orilla del río tras dar pena a los soldados encargados de su muerte. Y mira por dònde, un destino fatal se tradujo en dos jóvenes guerreros valientes que fundaron la ciudad de Roma!!!! ¿Qué hubiera pasado si las circunstancias de los pequeños no se hubieran modificado y no hubieran tenido la oportunidad de recibir los cuidados y atenciones de sus padres adoptivos? ¿O si los soldados no hubieran evitado su muerte? ...

    Un abrazo

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