"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

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miércoles, 24 de julio de 2013

Re-descubriendo a Edith Grotberg: los ladrillos de construcción de la resiliencia

A veces conocemos a los autores por determinadas aportaciones, como ocurre con Edith Grotberg con su archiconocido “Yo puedo, yo soy, yo tengo”, pero cuando nos paramos a revisar otras contribuciones suyas nos damos cuenta de lo valioso de su conocimiento para la comprensión de conceptos como el de RESILIENCIA.

No me he equivocado de autor cuando en el título de la entrada hablo de “ladrillos de construcción de la resiliencia”. Vanistendael nos hablaba, a modo de arquitecto social de una estructura en forma de casita en la que podrían distinguirse diferentes pisos y dependencias interconectadas para promover la resiliencia. En esta ocasión quiero compartir con vosotros otro apartado del libro de Edith Henderson Grotberg “La resiliencia en el mundo de hoy” (Editorial Gedisa, 2006) al que ya hice referencia en una entrada anterior.



Un poquito de revisión histórica (si no te apetece o ya te la sabes, pasa al punto siguiente):
 
Antes de transcribir la aportación, contextualizaré a esta autora dentro la  perspectiva histórica de investigadores sobre resiliencia.
Anteriormente a Edith Grothberg, por los años 80, el estudio de la resiliencia se centró principalmente en la cuestión ¿qué características marcan a las personas que prosperarán frente a factores de riesgo o adversidad en oposición a aquellos que sucumben hacia conductas destructivas?. Destaca la investigación de  Emmy Wermer, quien realizó un estudio se buscaba identificar los factores de riesgo y los factores protectores que habían posibilitado la adaptación de un grupo de unos 700 niños que provenían de ambientes desestructurados. Los investigadores de aquel momento partían de la premisa que la resiliencia es aquello que se puede estudiar una vez que la persona ya se ha adaptado, cuando la persona ya tiene una capacidad resiliente, por lo que la investigación se centraba en encontrar el conjunto de factores que habían posibilitado la superación. En otras palabras, sólo se puede etiquetar una persona de resiliente si ya ha habido adaptación.

En una segunda  etapa la investigación se ocupó de descubrir el proceso de obtención de las cualidades de resiliencia identificadas en la anterior etapa. A mediados de los 90 otros investigadores entre los que están Edith Grotberg, añaden el estudio de la dinámica y la interrelación entre los distintos factores de riesgo y de protección. Esta segunda generación entiende la resiliencia  como un proceso que puede ser promovido. Las investigaciones se preocupan más en identificar las dinámicas presentes en el proceso resiliente con el objetivo fundamental de ser replicadas en intervenciones o contextos similares. Esta segunda perspectiva viene a significar que todas las personas podemos ser resilientes. El  desafío es encontrar la manera de promover la resiliencia en cada persona, tanto individualmente como en las familias. La segunda generación, por tanto, rompe los esquemas fijos e inamovibles respecto a los factores que tendrían que ver con la resiliencia.

Actualmente se habla de una tercera generación en el estudio de la resiliencia, que se inicia sobre el año 2000 y que plantea la misma no tanto como capacidad (primera generación), ni solamente como proceso (segunda generación), sino como un verdadero PARADIGMA que trata de identificar cuál es el marco que explica que la respuesta resiliente no es la excepción de la norma, sino la habitual. No basta con decir que la persona es resiliente, ni que está resiliente o que la resiliencia se aprende: los nuevos investigadores afirman que la resiliencia se construye.

 
El re-descubrimiento de Edith

Edith Grothberg vuelve a deleitarnos con sus aportaciones cuando habla de la promoción de la resiliencia en el libro que os he mencionado. A continuación el re-descubrimiento de Grotberg (la negrita y subrayado son míos):
Podemos promover la resiliencia en cualquier etapa de la vida en la que nos encontremos….La tarea de desarrollar la resiliencia dentro de cualquier grupo, cualquiera que sea la edad de sus miembros, se facilita si uno piensa en términos de ladrillos para la construcción del crecimiento y el desarrollo. Esos ladrillos corresponden a las edades y etapas del desarrollo comunes a todas las personas, identifican y delimitan los factores resilientes que pueden promoverse de acuerdo a la edad. Sin embargo, muchos de esos bloques no se encuentran desarrollados debidamente en algunos adultos, quienes necesitarían revisar las etapas evolutivas y descubrir qué es aquello que les está faltando en sus capacidades para enfrentar la adversidad.
 

Edith habla de cinco ladrillos de construcción fundamentales o pilares de la resiliencia: CONFIANZA, AUTONOMÍA, INICIATIVA, APLICACIÓN E IDENTIDAD. Este último es de gran importancia ya que según la autora “todos y cada uno de los factores resilientes pueden desarrollarse en el momento en que la persona llega  a esta etapa, para luego continuar reforzándolo y fortaleciéndolo.”
Señala asimismo que es importante reconocer que algunos de estos factores tienen más relevancia en una etapa de crecimiento y desarrollo que en otra.

 “Un niño pequeño no necesita concentrarse en características como aplicación o identidad, mientras que un niño en edad escolar o un joven sí  lo necesitan…. Sería discutible decir que la edad de un niño,de un joven o de una persona adulta indica aquellos factores resilientes ya desarrollados. A decir verdad, un gran número de jóvenes y adultos no fueron capaces de desarrollar siquiera el primer factor resiliente de la primera etapa de desarrollo: la confianza.

El punto de partida para promover la resiliencia deberá  ser, entonces, ese factor en el cual el niño, el joven o el adulto se encuentren de acuerdo a su etapa de desarrollo. No obstante, será importante determinar, en el caso del joven y del adulto, qué factores resilientes ya se encuentran desarrollados. Por ejemplo, el joven podrá tener la capacidad de resolver problemas académicos pero no podrá hacerlo con problemas interpersonales; la primera requiere de poca confianza en los demás, mientras que la segunda requiere de sentirse muy confiado en los demás. El adulto podrá tratar a los demás con amor, respeto y empatía pero no asume su responsabilidad a la hora de cumplir con plazos de entrega en su trabajo o cuando debería adquirir nuevas capacidades laborales.”

1. Primer ladrillo: La confianza
Los niños y jóvenes presentan algunas dificultades para desarrollar la resiliencia, a menos que cuenten con la ayuda de un adulto. Aunque tampoco aceptan la ayuda de cualquier adulto, sólo la de aquellos en quienes ellos confían, respetan, aman y con los que se sienten unidos de alguna manera. Desde el comienzo, la confianza es la llave para promover la resiliencia y se convierte en la base fundamental para desarrollar otros factores resilientes. Cuando los niños y jóvenes sienten esas relaciones confiables y afectuosas están listos para aceptar límites en sus conductas e imitar modelos (YO TENGO); están listos para ser más agradables,solidarios, optimistas y esperanzados (YO SOY); podrán involucrarse con mayor facilidad en relaciones interpersonales exitosas, resolver conflictos en diferentes ámbitos y pedir ayuda (YO PUEDO). No sólo aprenderán a confiar en los demás sino también en ellos mismos, sabiendo que aquellos en los que tienen depositada su confianza no dejarán que nada malo les ocurra.

Las personas no sólo necesitan aprender a confiar en los demás sino también en sí mismos. Cuando no confían en sí mismos pueden ciertamente volverse dependientes de otros, sintiendo que los demás son mejores que ellos, que saben más y sólo sentirán que están mejor protegidos dependiendo de otros.
Para aquellos que desean promover la resiliencia en niños y jóvenes un punto de partida es el  de construir una relación con ellos basada en la confianza. ¿Es usted una persona en la que se puede confiar? ¿Es usted honesto?¿Es respetuoso de la información que se le confía? ¿Usted los ayudará? Los niños y jóvenes que han sufrido rechazo, que han sido explotados o abusados no confían en los adultos; el hecho de superar esa desconfianza es un desafío para cualquiera que esté dispuesto a ayudarlos.
 
Aquellos que deseen promover la resiliencia en personas adultas, verán rápidamente que estas muestras mayor escepticismo y que su resistencia es más alta y más fuerte a la hora de confiar en los demás. Algo que sí pueden aprender es a elegir unas pocas personas en las que estén dispuestos a experimentar este riesgo que significa confiar en ellos y ver qué sucede. No tienen que compartir detalles muy personales de sus vidas en este punto, pero pueden ir probando a la persona que eligieron y decidir cuándo es el momento para compartir aún más…La alegría y bienestar que producen las relaciones de confianza bien valen la pena el riesgo de vivirlas.”
 
Interesante ¿verdad?.
Continuará en otras entradas en las que se comentarán los otros "ladrillos" de construcción de la resiliencia de Grotberg....

2 comentarios:

  1. Gracias por la aportacion, me intereso bastante y me motivo a buscar mas sobre esta autora...
    Saludos y Exito.

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    1. Job Noe, me alegra saber que mi aportación haya despertado en tí interés por la autora, realmente es interesante su modelo de resiliencia de "Yo tengo, yo soy, yo puedo", pero es menos conocida por esta otra parte que desarrolla en el libro ". La resiliencia en el mundo de hoy". Espero que lo disfrutes. Un abrazo

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