"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"
"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

viernes, 9 de agosto de 2013

Promover la resiliencia infantil es cuestión de ¿ladrillos?. Aplicándonos en la construcción...

Continúo esta  semana compartiendo con vosotros la aportación poco conocida de Edith Grotberg en relación a la promoción de la resiliencia. Si habéis leído las entradas anteriores, recordaréis que en el libro de la editorial Gedisa, La resiliencia en el mundo de hoy, la autora decía que se puede incentivar la resiliencia en cualquier etapa de la vida y que para ello podemos pensar en términos de “ladrillos” para la construcción y el crecimiento. Además, estos ladrillos corresponden  a las edades y etapas del desarrollo de las personas y son la confianza, la autonomía, la iniciativa, la aplicación y la identidad. Hemos visto ya los tres primeros y hoy toca hablar de LA APLICACIÓN, un término poco usual (al menos para mí).



Transcribo primero el texto y luego comentamos:

4. Cuarto ladrillo: la aplicación
Definimos la aplicación como el llevar adelante una tarea de manera diligente; esta se desarrolla generalmente durante los años de colegio, mientras se perfeccionan tanto las habilidades académicas como las sociales. El ser exitoso es muy importante para los logros académicos, para las relaciones interpersonales y para la imagen que uno tiene de sí mismo. Uno desea ser visto por sus maestros como alguien competente, desea ser aceptado en su entorno social como una persona amistosa y quiere también sentirse orgulloso de sí…

La aplicación es un pilar muy poderoso y se ve potenciado por su conexión con otros factores resilientes. De la categoría YO TENGO resultan importantes los buenos modelos a imitar y el estímulo de ser independientes. De la categoría YO SOY, lograr objetivos y planear para el futuro resulta muy útil, como también ser responsable de nuestras acciones. De la categoría YO PUEDO, mantener una tarea hasta finalizarla, resolver los problemas y pedir ayuda cuando se necesita, refuerzan y contribuyen a promover los factores resilientes. Sin embargo, aquello que resulta distinto es aprender a diferenciar no solo cuáles son los factores resilientes o protectores que se deben utilizar en una determinada circunstancia sino también cómo deben utilizarse.

Por ejemplo, utilizaremos en el colegio factores resilientes diferentes de aquellos que utilizamos en nuestros hogares. Tal vez sea más apropiado decir que utilizamos los mismos factores pero de diferentes maneras. Podremos, tal vez, ponernos en el lugar del otro en nuestros hogares abrazando a un hermano, a una hermana o a nuestra madre, pero no podemos hacer lo mismo cuando mostramos empatía por un maestro. Uno puede discutir con sus familiares en momentos en los que se deben tomar decisiones pero debe ser cauteloso cuando discute con el director del colegio. También podremos demostrar nuestros temores y ansiedades en el entorno familiar pero no nos gustará hacerlo en público. Podremos mostrarnos enojados dentro de nuestro hogar, y nos tolerarán, pero estar ofuscados en nuestro ámbito de trabajo seguramente significará tener que buscar otro empleo.

Muchos niños y jóvenes no desarrollan la capacidad de la aplicación. No logran perfeccionar las habilidades académicas y sociales que necesitan, y en consecuencia desarrollan sentimientos de inferioridad. También es posible que se hayan sentido engañados, ridiculizados o excluidos de un grupo a causa de sus fracasos. Sus sentimientos de frustración y fracaso pueden llevarlos a querer dejar de asistir al colegio o convertirse en personas que causan problemas. Los adultos que no han logrado desarrollar esta etapa de la aplicación son, en general, aquellos que han abandonado el colegio debido a sus fracasos, incluso el fracaso social.

Seguramente estas personas a menudo experimentan el rechazo y la burla, por lo que perdieron el deseo de mejorar sus habilidades, no quieren enfrentarse más a ningún otro fracaso y entonces deciden abandonar. Un gran número de adultos que pasaron por tal experiencia tiene dificultad para enfrentarse a otros modos similares o más sofisticados de ser rechazados.

Un punto de partida para comenzar a promover la aplicación como factor resiliente es concentrarse en el manejo de habilidad para resolver situaciones problemáticas y dominar el ámbito interpersonal regresando a los pilares de crecimiento que correspondan.
Podemos incentivar a las personas a volver sobre sus pilares de crecimiento de autonomía e independencia ayudándolos a realizar sus trabajos, a completar sus tareas, formulándoles preguntas cuando un tema no está claro, podemos también brindarles ayuda para asumir las responsabilidades de sus trabajos y hacer que se sientan orgullosos de sus logros.

Podemos hablar con ellos para que busquen desarrollar la cooperación mirando a su alrededor y decidir con quién podrían trabajar en conjunto y sentirse cómodos. Al implementar la cooperación, podrán también resolver conflictos que se generan al pensar y tomar decisiones.
 
Podremos señalar que la capacidad para resolver problemas implica tener voluntad para tomar iniciativa y ser capaces de enfrentar las consecuencias.
 
Podremos ayudarlos a mejorar sus capacidades comunicativas mediante la práctica para sentirse seguros y aprender a escuchar…”.

Hasta aquí Edith Grotberg por hoy...Comentario personal:

Cuando en alguna ocasión he escuchado de alguien que dicen de él/ella que es aplicado/a lo he entendido siempre como cuidadoso, esmerado, trabajador…Más bien relacionándolo con la realización de un trabajo o de un estudio. O lo que es lo mismo, con lo que Edith llama “habilidades académicas”, pero yo me pregunto ¿se valoran igual las habilidades académicas que las habilidades sociales?.

Conozco muchos chicos y chicas con una gran habilidad social,  con actitudes y conductas camaleónicas que le permiten relacionarse con profesores/as, psicólogos/as, vendedores/as, compañeros/as, …pero con deficientes habilidades académicas. Para estas existen las calificaciones escolares que precisan de una evaluación continua al menos todo el tiempo de su escolarización. Pero ¿alguien evalúa las habilidades sociales, el ser “aplicado” socialmente? ¿Y no son precisamente las habilidades sociales más necesarias a lo largo de la vida que las académicas? Es más, los fracasos académicos conducen en no pocas ocasiones a fracasos sociales por las indeseables etiquetas. “Es un vago”... “No sirve para nada”… “ Es un burro”…

Y de todo eso nada. No se puede medir a los niños y niñas por sus logros académicos desdeñando sus grandes esfuerzos para adaptarse a los contextos en los que se desenvuelve de manera adaptativa, aplicada, diligente. Quizás no sea tan fácil aprobar un examen cuando la madre de uno/a está enferma mental y hace cosas que no se pueden entender; o cuando los gritos y conflictos conyugales resuenen cada día a golpe de despertador de la vida alterando la paz de los pequeños; o cuando las tareas de cuidar de los hermanos, comprar, tender la ropa y preparar el bocadillo para ir al colegio sustituyen cada día a las matemáticas, la lengua y el inglés.

Es cierto que deben existir criterios educativos/académicos básicos que se han de tener en cuenta. Pero también aquellos otros que contemplen lo aplicados que son los niños y niñas que sobreviven como pueden en hogares caóticos o negligentes, intentando reforzar sus logros, el tener iniciativas, el  que puedan confiar en ellos mismos y en su entorno.  

Mirarles con gafas progresivas, que se les pueda ver “de cerca” y “de lejos” en una misma lente que facilite una visión total, que permita verles como personas válidas y competentes aunque en la zona de cerca a veces sea borrosa la visión, comprendiendo que necesitan adaptarse y las circunstancias óptimas que faciliten la nitidez (comprensión, apoyo, conocimiento, normas y límites, responsabilidad, etc).

En la siguiente entrada acabamos con el último ladrillo...la identidad.

 

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